Estaciones migratorias, desde los ojos de los niños migrantes en México
En octubre de 2011, José, un migrante de 14 años, fue detenido y llevado a una estación migratoria mientras esperaba ser repatriado a El Salvador.
Reunirse con su padre, que vivía en México, fue la razón que llevó a José Antonio a migrar de El Salvador, donde vivía con sus abuelos, dos hermanos y una tía. Durante 27 días durmió en colchonetas con mal olor y sin saber qué pasaría con él y por qué lo habían detenido.
Cuatro días después de ser ingresado en la Estación Migratoria Siglo XXI, en Tapachula Chiapas, José pudo hacer una llamada para tratar de localizar a un familiar, contó el menor al Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, aunque el Instituto Nacional de Migración (INM) señaló que un oficial de Protección a la Infancia (OPI) debería mantenerlo informado.
El número de menores migrantes que llegan a México, ya sea para quedarse en el país o como paso para llegar a Estados Unidos, ha aumentado en los últimos tres años. De 2011 a 2012, el número de menores migrantes alojados en estaciones migratorias aumentó 32%, para pasar de 4,160 menores a 6,107.
Este año, hasta junio, se habían registrado 4,522 ingresos de menores de 17 años.
El aumento de las detenciones responde a las reformas hechas en junio de 2011, durante el gobierno de Felipe Calderón, a la Ley de Migración, señala Cano Padilla, pues se restringen las oportunidades para regularizar la situación migratoria de la mayoría de la población migrante .
El 21% de los menores que migran de Centroamérica lo hacen para reencontrarse con sus familiares, el 60% para buscar un empleo y el 10% en búsqueda de un progreso personal, según el estudio Migración de menores. Detención y repatriación desde México de niños, niñas y adolescentes centroamericanos no acompañados, realizado en 2010 por el Catholic Relief Services, organización estadounidense que apoya a personas en pobreza y situaciones vulnerables en el mundo.
Los días de los niños migrantes en una estación
“Aunque la cárcel sea d oro no deja de cer prisión”, “Yo no quiero estar aquí en navidad”, “No mate a nadie para estar enserado”, “Necesidad de salir de esta selda” (sic), son algunas de las frases escritas por niños migrantes durante su estancia en la Estación Migratoria Siglo XXI entre agosto y noviembre de 2011, según se expone en el reporte Niñez detenida: los derechos humanos de niñas, niños y adolescentes migrantes en la frontera México-Guatemala, realizado por el Centro Fray Matías de Córdova en coordinación con la Universidad Nacional de Lanús, de Argentina.
Ingresar a una estación migratoria “es una privación a la libertad , es como estar en la cárcel”, dice Lorena Cano Padilla, subcoordinadora del Área Legal de Sin Fronteras, organización civil dedicada a la defensa y promoción de los derechos de los migrantes.
En México hay 35 estaciones migratorias distribuidas en 24 estados del país para migrantes de todos los grupos de edad.
“Para las personas detenidas (alojadas) el nombre de 'estación migratoria' no les significa más que una cárcel. Nosotros también lo llamamos centro de detención aun cuando se le quiere nombrar de otra manera”, dice Carolina Carreño Nigenda, Subcoordinadora del Área de Acompañamiento Psicosocial de Sin Fronteras.
La vida en la estación migratoria
La Ley de Migración dicta que los niños migrantes deben canalizarse a instalaciones del Sistema DIF, para brindarles atención especializada, tanto psicológica como médica y de alimentación.
Si no pueden ser trasladados al DIF “deberá asignárseles en dicha estación un espacio específico para su estadía distinto al del alojamiento de los adultos”, según la ley.
Lo que según el informe Niñez Detenida, del Centro Fray Matías de Córdova no ocurre, pues las estaciones no siempre tienen un espacio especial para ellos.
El Instituto Nacional de Migración (INM) reconoce que algunas estaciones no cuentan con la infraestructura para la atención a menores por lo que se adaptan lugares para su estancia, pero siempre con el acompañamiento de un Oficial de Protección a la Infancia (OPI), explica Ana Cecilia Oliva, directora general de Protección al Migrante del INM.
En las estaciones de Tapachula y Tenosique, ambas en Chiapas, los menores son trasladados a un albergue del DIF. En la estación de Villahermosa, Tabasco, no hay área para menores y cuando llegan niños se les acondiciona alguna oficina para que duerman, relata la psicóloga de Sin Fronteras.
Esto se suma a la falta de un programa de actividades para los menores mientras están en detención.
“No hay una diversidad de actividades que pudieran hacer, no hay un programa claro de las actividades de las que deberían tener por lo menos los niños”, dice la psicóloga de Sin Fronteras, el no tener en qué entretenerse aumenta la “desesperación, la angustia y la tristeza”.
Aunque, a decir del INM, los menores tienen actividades programadas, especificas para su edad, que realizan organizaciones sociales, explica la directora general de Protección al Migrante del INM, dependiente de la Secretaría de Gobernación.
La larga espera para la vuelta a casa
Al llegar a una estación migratoria los menores deben dar sus datos a un oficial de Protección a la Infancia (OPI), luego el INM contacta al consulado del país de origen para que éste localice a los familiares. Una vez localizados el INM acuerda con el consulado su entrega.
Pero hay otros factores más operativos que retrasan el regreso, según el Centro Fray Matías de Córdova, pues en ocasiones, el INM espera a que se complete el cupo de un autobús para autorizar su salida.
El INM, asegura que esto no ocurre, pues “todas las semanas, en el caso de Tapachula, tenemos autobuses llenos directamente a Guatemala y El Salvador a dejar menores de edad”.
De enero a junio de 2013, han sido devueltos 4,522 menores a países de Centroamérica.
La espera se alarga, explica Ana Cecilia Oliva, por los trámites para la recepción con las autoridades consulares.
José Antonio tuvo que esperar 27 días desde su detención para ser repatriado y volver con sus familiares en El Salvador. El promedio, de tiempo de estancia en una estación o en el DIF puede ser de una semana hasta 60 días, dependiendo de lo que tarden los trámites de deportación.