Náufrago salvadoreño regresa al lugar donde inició su odisea de 13 meses
José Salvador Alvarenga, el pescador salvadoreño que estuvo a la deriva por más de un año en el océano Pacífico, regresó al lugar donde zarpó antes del naufragio para cumplir la promesa que hizo al hombre que lo acompañó en el infortunio.
Un mes después de su rescate en las islas Marshall —a 13,000 kilómetros de las costas mexicanas— Alvarenga visitó este sábado a la madre de Ezequiel Córdova Ríos en el Fortín, Chiapas, para contarle los últimos momentos de su hijo y las palabras que le dedicó antes de que pereciera en aguas del Pacífico.
Según el pescador, Córdova falleció después de pasar cuatro meses naufragando, y su cuerpo lo echó al mar tres días después de que muriera. "Le contó (a la madre de su compañero) que él se ponía a llorar frente a Ezequiel, hablándole, diciendo que no estaba muerto, que sólo estaba dormido. Le tocó echarlo al agua finalmente", relató el abogado que acompaña al pescador, Benedicto Perea.
La familia de Ezequiel celebrará una ceremonia fúnebre el 31 de marzo próximo, aunque no se sepa con certeza el día exacto en que murió. "En medio del mar, no tenía forma de saber la fecha, no tenía un calendario, pero para mí fue en marzo y así lo recordaremos", expresó Rosalía Ríos, quien recibió al salvadoreño con lágrimas y un largo abrazo.
El pescador salvadoreño dijo sentirse "desahogado" y "tranquilo" después de haber hablado con Rosalía Ríos. "Me siento yo feliz de haber cumplido con la promesa que hice a mi compañero. No dije mentiras, ya quedó conforme que cumplí con mi promesa", dijo a los periodistas el pescador, que residía en México antes de que se perdiera en el océano.
No quiso precisar el mensaje que le llevó a la madre de Ezequiel, pero a sus hermanos les relató que el naufragio comenzó poco después de que salieran a pescar tiburón, el 17 de noviembre de 2012, desde la playa de Chocohuital, en el estado mexicano de Chiapas.
"Nos agarró el mal tiempo, el norte, se dañó el motor, quedamos a la deriva, fue muy complicado; sólo Dios sabe por qué pasan las cosas , que no fui yo el que falleció, que fue mi amigo", afirmó el pescador.
"Yo no hubiera deseado que fuera así, yo hubiera querido que los dos estuviéramos aquí, pero no fue así", lamentó.
Durante los meses que estuvo a la deriva, el pescador de 37 años de edad comió pescado y aves crudas, y bebió sangre de tortugas y su propia orina para sobrevivir. Fue rescatado el 30 de enero pasado en las Islas Marshall, en el Pacífico Sur.
Alvarenga confirmó que no volverá al mar y que se quedará a vivir con sus padres en El Salvador, junto a su esposa y su hija, a quienes había dejado doce años antes del naufragio para ser pescador en la costa mexicana.
Se dedicará, según dijo, a "ir a las iglesias". "Predicando la palabra de Dios —agregó— y espero que Dios me escuche, y tengo fe en eso, que él fue el que me dio mi vida, sin él yo no estaría aquí".
Por su parte, Rosalía Díaz dijo sentirse "más tranquila" porque ya sabe cuáles fueron las últimas palabras de su hijo. "Me las voy a guardar, es algo tan lindo o también tan triste que no me gustaría publicar, me lo voy a reservar para mí, era para mí", añadió.
El abogado explicó que se documentarán los testimonios y actas a partir de la desaparición de Ezequiel para declarar formalmente la defunción del joven habitante de Chiapas, que se mantenía como desaparecido.
El pescador salvadoreño se dirigió después a la costa para abordar una lancha similar a la que le sirvió de refugio durante 13 meses en su odisea, y viajar a Chocohuital, la comunidad de pescadores de donde había partido antes de que se perdiera en el océano.
"A ver cómo me va", respondió entre risas a los pobladores que le saludaban al pasar.