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El dilema ‘verde’ de Coca-Cola

El gigante refresquero intenta expandir su negocio y reducir su impacto ambiental; ¿se pueden hacer las dos cosas al mismo tiempo?
mar 04 noviembre 2008 06:00 AM
Entre más crece la firma, más aumenta su afectación al medio

Aumentar y disminuir, eso intenta hacer Coca-Cola. Como cualquier gran empresa, quiere elevar sus ingresos y ganancias; pero también desea reducir su impacto ambiental. ¿Es posible esa combinación?

No, al menos por el momento. Y la imposibilidad no se debe a la falta de esfuerzo, pues Coca es una de las pocas empresas que se toman el tema ambiental realmente en serio. El problema es que mientras más vende, más consume y contamina recursos naturales.

Coca-Cola y la Fundación World Wildlife (WWF) recién anunciaron que continuarán cooperando juntas y establecerán nuevas metas para reducir el consumo de agua y las emisiones de gas de efecto invernadero a lo largo de todos los brazos que la compañía tiene alrededor del mundo. Las bebidas de la firma (marcas como Coca, Coca diet, Fanta, Sprite, Coca Zero, Vitaminwater, Powerade, Minute Maid y Georgia Coffee) se venden en más de 200 países.

Y como todos sabemos, estos productos se fabrican y distribuyen a través de docenas de embotelladoras independientes, por lo que la aparentemente sencilla labor de rastrear el impacto medioambiental que la firma tiene es casi imposible. Tampoco será fácil conseguir que todas esas embotelladoras se comprometan a hacer un uso más eficiente de los recursos.  

Bajo esa perspectiva, el progreso de la empresa y sus nuevas metas son muy loables. La firma ha logrado mejorar su consumo de agua en un 20% entre 2002 y 2007, y su objetivo es más ambicioso para el 2012. “El agua está en la esencia de lo que hacemos” señala Jeff Seabright, el gurú de sustentabilidad ambiental de la compañía.

Coca-Cola también ha conseguido mejorar otro indicador de eficiencia: su uso de la energía se ha optimizado en un 19% entre 2002 y 2007. Estos indicadores muestran que la compañía está usando menos agua y menos energía, al mismo tiempo que emite menos gases de efecto invernadero por unidad de producto vendido. Un logro importante, pero que sólo se limita a la eficiencia en el uso de recursos.

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En términos absolutos, Coca-Cola recortó su consumo de agua en un 2% entre 2002 y 2007, pero espera usar más agua en 2012 debido a sus planes de expansión, especialmente fuera de EU. Con las emisiones contaminantes sucede lo mismo, han crecido junto con la empresa, pero ésta intentará mantenerlas al nivel del 2004 al menos en sus operaciones de manufactura (las áreas de refrigeración, empaquetado y transporte no son parte de las metas anunciadas).

Ese es justo el problema. La gigante refresquera admite que no puede aumentar (el negocio) y disminuir (su impacto ecológico) al mismo tiempo. No digo esto con el fin de señalar acusatoriamente a la empresa, sino para resaltar los límites a los que se enfrenta cualquier empresa “verde.”

Si Coca consigue estabilizar su consumo de agua y sus emisiones de carbono sería un logro sustancial. Pero cuando se trata de gases de efecto invernadero la cosa cambia: los científicos sostienen que debemos estabilizar esas emisiones y después reducirlas dramáticamente en los próximos 30 a 40 años. Es decir, la atmósfera de la Tierra no se beneficia de los indicadores de eficiencia.

Para atacar el tema de los gases invernadero Coca-Cola se ha asociado con otras empresas y organismos no gubernamentales para intentar eliminar los gases HFC (Hidrofluorcarbono) y HCFC (Hidroclorofluorcarbono) de la industria de la refrigeración.

La refresquera también tiene un brazo empresarial que invierte en compañías verdes, como RecycleBank y WeatherTrak que adaptan los sistemas de riego a las condiciones climáticas cambiantes. Asimismo, trabaja con la WWF en algunos aspectos de su cadena de suministros, ayudando por ejemplo a los agricultores que proveen caña de azúcar a aumentar su cosecha sin usar tanta agua, fertilizantes, pesticidas, etc.

Cuestiono un poco esta relación entre Coca-Cola y la WWF, pues la refresquera ha acordado pagarle a la fundación casi 24 millones de dólares en el transcurso de 5 años, en parte por la ayuda que ésta le ofrece para hacerla más sustentable. Pero al aceptar el dinero ¿no pierde la WWF algo de autoridad para presionar más a Coca?

Juzguen ustedes mismos. Esta es la respuesta que me dio Suzanne Apple, vicepresidenta de la WWF, cuando le pregunté si las metas de Coca-Cola era suficientes: “Esos objetivos son consistentes con nuestra misión y nuestras prioridades… Nuestra visión es pragmática. Presionamos a las empresas para que se comprometan a metas ambiciosas, pero ellos tienen que equilibrar sus intereses económicos y sus intereses ambientales.”

Esa respuesta me sonó a que la WWF también está considerando sus intereses económicos así como medioambientales. Aunque estoy a favor de esas asociaciones entre empresas y organismos no gubernamentales, me gustaría más que las grandes ONGs no aceptaran enormes sumas de dinero de los grandes corporativos, incluso los que tienen buenas intenciones como Coca-Cola. Porque el único cliente del que deberían preocuparse es éste: la Tierra.

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