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Detroit: Aprendiendo a pensar en pequeño

GM y Chrysler luchan por su supervivencia en medio de una dura recesión económica; pero incluso si lo logran, se convertirán en actores secundarios en el sector automotriz mundial.
jue 19 febrero 2009 06:00 AM

Incluso si GM y Chrysler sobreviven, serán actores secundarios en el escenario mundial.

Una vez que superas el tamaño y la magnitud de los anuncios que General Motors y Chrysler hicieron el martes -más despidos, más cierres de plantas, más marcas descontinuadas, más pérdidas- comienzas a pensar sobre lo que el futuro les depara a estos dos fabricantes de autos.

No es agradable. Incluso si emergen de la calamidad actual, serán compañías tristemente encogidas, desprovistas de recursos y talento, y aquella arma competitiva vital -la escala.

En este momento, GM y Chrysler viven una pesadilla. Sus peores miedos de hace algunas semanas para el mercado automotor estadounidense se han vuelto realidad. En el 2009, la cifra de venta de autos y camionetas Chrysler descenderá a su punto más bajo en 40 años, es decir, a 10.1 millones de unidades -que distan mucho de los 16 a 17 millones que los fabricantes de autos solían considerar su derecho divino. Chrysler cree que, en los próximos cuatro años, las ventas de autos y camionetas serán de un promedio de 10.8 millones de unidades -1.8 sorpresivos millones por debajo de su pronóstico de principios de diciembre.

En lo que se refiere a si las compañías obtendrán la ayuda federal que necesitan, el futuro inmediato está lleno de dudas: ¿Aceptarán los acreedores de GM un intercambio de deuda por acciones? ¿Aceptará el sindicato United Auto Workers la reestructuración de su acuerdo de atención médica? ¿Qué condiciones les pondrá la administración de Obama a los fabricantes de autos para otorgarles el rescate financiero? ¿O decidirá Washington que una bancarrota ordenada es la mejor solución para estas compañías atribuladas?

Si vemos más allá, digamos dentro de cinco o diez años, sus futuros a mediano y largo plazo son más fáciles de adivinar.

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Chrysler, que hace no mucho tenía visiones de convertirse en un especialista en minivans y Jeeps con altos márgenes de ganancia -una especie de BMW de camionetas-se convertirá en un pequeño jugador en el mercado estadounidense y se mantendrá como uno insignificante en el extranjero.

Incluso si el acuerdo de intercambio de productos y tecnología que planea con Fiat se concreta, no es factible que Chrysler compita en los mercados de subcompactos, compactos y autos medianos, sobre los que el futuro automotor descansa. Bajo las mejores circunstancias, es probable que el vínculo con Fiat sólo sea suficiente para mantener a Chrysler a flote -no para hacer de él un contendiente. La historia de sociedades en el negocio automotor no le augura un éxito excesivo.

En cuanto a General Motors, temo un peor destino -el de un gigante que se encoge, un atleta que envejece, con sus mejores años detrás y sin esperanza.

La naturaleza humana nos dice cuan difícil es para cualquiera aceptar un rol menor en la vida, sin importar las circunstancias. GM ya perdió su título del fabricante de autos más grande del mundo contra Toyota. Ahora se arriesga a resbalar tras competidores más dinámicos como Volkswagen y Hyundai.

Una vez que ya no sea uno de los más grandes, GM no podrá afirmarse como el mejor. Los mayores talentos buscarán trabajo en otra parte; los proveedores llevarán sus nuevas ideas a compañías que estén creciendo, no encogiéndose; los mayores distribuidores acelerarán su desinversión en las franquicias de GM.

Al volverse más pequeño, GM perderá las ventajas de la escala. El negocio de los autos es un negocio de volumen; tu costo por unidad se reduce conforme tu volumen aumenta. Las plantas funcionan con mayor eficiencia, las inversiones se extienden sobre una mayor base de costo y las partes son más baratas. Toyota es un maestro de usar el volumen a su favor, lo que explica su posición en la industria.

GM ya no podrá invertir en las nuevas tecnologías que serán esenciales para el futuro automotor. Con sus vastos recursos, el fabricante de autos solía tener dinero suficiente para salpicarse de un gran número de estrategias de combustible alternativo -baterías, etanol, celdas de combustible. No era un líder pero podía mantener el ritmo al repartir sus apuestas sobre todo el campo.

Sin embargo, un GM más pequeño deberá elegir y concentrarse en sus recursos -algo que no está acostumbrado a hacer. El costo será más alto y las posibilidades de fracasar, mayores.

Era bueno ser el rey y será muy difícil hacerse a la idea de convertirse en sólo un príncipe más. Una de las fuentes de dificultades de GM, incluso antes de la crisis actual, era su inhabilidad para ajustar sus pretensiones y aspiraciones a sus circunstancias venidas a menos.

Ahora, si asumimos que GM sobrevivirá hasta el 2012, cuando dice que, con la ayuda del gobierno, será rentable de nuevo, el fabricante de autos tendrá que encontrar un modo completamente nuevo de ver el mundo.

Ese podría ser el trabajo más difícil de todos.

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