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Stanford desata pánico en América Latina

Inversionistas acudieron a las sucursales de la institución bancaria para retirar sus ahorros; Stanford opera en México, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela.
mié 18 febrero 2009 02:30 PM
Las filiales de Stanford en Latinoamérica emitieron comunicados asegurando que funcionan en forma autónoma. (Foto: Reuters)
Stanford

Cientos de inversionistas de varios países de América Latina entraron en pánico este miércoles y buscaron retirar sus ahorros de bancos y otras entidades vinculadas al Stanford International Bank, acusado por Estados Unidos de cometer un "fraude masivo".

Instituciones financieras que funcionan bajo el nombre de Stanford en la región emitieron comunicados asegurando que funcionan en forma autónoma, en un intento por calmar a los personas que temían haber perdido todo.

Pero las noticias agitaron los ánimos de los depositantes e inversionistas, que acudieron a las oficinas de Stanford -lujosas instalaciones ubicadas en zonas de clase media y alta- con la esperanza de llevarse el dinero.

"Escuché lo que estaba pasando y viene directo para acá. Hemos tenido dinero aquí dos años y quiero que me lo devuelvan", dijo en Caracas Josefina Moreno, quien explicó que junto a su hijo tienen invertido unos 10,000 dólares.

El martes, la Comisión de Valores estadounidense (SEC, por sus siglas en inglés) acusó al multimillonario tejano Allen Stanford y a otros ejecutivos por un fraude de 8,000 millones de dólares en certificados colocados en varios países.

Con sede central en Antigua, el grupo opera en Colombia, Ecuador, México, Panamá, Perú y Venezuela.

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El mayor impacto sería para inversionistas venezolanos, que según cálculos extraoficiales del regulador tendrían unos 2,500 millones de dólares en fondos depositados en la entidad basada en la isla caribeña.

Unas 200 personas aguardaban a las puertas de la sede en Caracas de Stanford Group Asesores de Inversión, firma que canaliza inversiones en el exterior.

Un ejecutivo dijo que todas las cuentas estaban congeladas, que había recibido cientos de llamadas, mientras pedía a la gente volver a sus hogares para esperar más información.

También en el Stanford Bank Venezuela, un pequeño banco que no concilia sus operaciones internacionalmente, algunos nerviosos ahorristas prefirieron sacar su dinero por la incertidumbre en torno a su dueño.

Las acusaciones en Estados Unidos contra Stanford llegaron mientras aún siguen apareciendo coletazos del fraude de hasta 50,000 millones de dólares que, según las autoridades de ese país, habría confesado el financista Bernard Madoff.

Incertidumbre

La SEC dijo que Stanford vendió certificados prometiendo altos retornos que excedían las tasas disponibles a través de certificados reales ofrecidos por bancos tradicionales, con intereses superiores al 8%.

Stanford International Bank tiene 30,000 clientes en 131 países y administra activos por 8,500 millones de dólares, una buena parte de los 50,000 millones que el grupo en su conjunto dice supervisar.

La unidad en Colombia del grupo, de negocios bursátiles, suspendió sus operaciones el miércoles con autorización estatal mientras alegó que tiene solvencia suficiente para garantizar la devolución de recursos a los inversionistas.

En tanto, el regulador de valores peruano envió una comisión a las oficinas de Stanford Financial Group, aunque precisó que no implica una intervención de la unidad, que es un agente de bolsa con activos por unos 2.1 millones de dólares.

La intervención del grupo en el mercado de valores peruano no es significativa dado que otras cuatro casas manejan el 80% del mercado.

Pero un puñado de depositantes acudió a las instalaciones, ubicadas en un exclusivo centro empresarial de Lima.

A las lujosas oficinas de Stanford en Quito al menos una docena de personas también acudieron a informarse del futuro de sus ahorros.

Las oficinas de Stanford Fondos en Ciudad de México -que funciona como distribuidora de sociedades de inversión mexicanas- estaban cerradas al público y decenas de clientes llenaban formularios en espera de ser atendidos.

"No quiero perder nada de mi dinero, han sido los ahorros de mi vida", dijo Rosa María, una pensionada de 69 años que acudió a hacer fila en las puertas de la oficina ubicada en el lujoso barrio de Polanco, luego de que su ejecutivo de cuenta no contestara sus llamadas.

 

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