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Cero sentido común en Lehman Brothers

Un ex empleado revela los detalles del colapso del banco estadounidense en un nuevo libro; ‘El fracaso colosal del sentido común’ narra cómo los altos ejecutivos ignoraron las advertencias.
mié 22 julio 2009 06:00 AM
Lehman Brothers se declaró en bancarrota en septiembre de 2008, golpeando al sistema financiero mundial. (Foto: AP)
lehman-brothers-banco-AP.jpg (Foto: AP)

Todo empezó con un goteo y terminó con una ola gigantesca; estamos a casi un año del aniversario de la cuasi-implosión del sistema financiero mundial y un nuevo libro de anécdotas promete contarnos "lo que realmente ocurrió". Casi cada mañana, el muchacho repartidor de Time Inc. toca en mi puerta para dejar otro grueso ejemplar de galeradas llenas de hipérboles y acusaciones. Llegó un punto en el que ya no podía ni encontrar mi escritorio. Pero al menos una historia resalta de entre las demás, porque no se trata del impedimento de una crisis o el caso de una institución demasiado importante como para fracasar... es la historia de Lehman Brothers , quien estuvo en lo alto y cayó de una manera espectacular, lo que concluyó en la solicitud de bancarrota más grande en la historia de Estados Unidos.

Mientras que otros autores han sacado sus conclusiones sobre el derrumbe de Bear Stearns , el colapso de Lehman cavó su propio cráter de 600,000 millones de dólares. Por eso empecé a indagar en los últimos tomos con un vistazo preliminar exclusivo del libro de Lawrence G. McDonald, Colossal Failure of Common Sense (El fracaso colosal del sentido común): la historia interna del colapso de Lehman Brothers (Crown Business), que salió a la venta el 21 de julio.

Este libro, escrito en conjunto con Patrick Robinson, es envolvente y hasta gracioso, lo que es difícil de lograr cuando se escribe desde la perspectiva de un negociante de bonos en la hoy extinta compañía. McDonald, quien trabajó para Lehman por cuatro años, fue despedido a principios de 2008, cuando ya se veía venir la espiral mortal pero el mundo aún no se daba cuenta. Incluso en aquel entonces, como narra McDonald, para él era obvio que el director ejecutivo de Lehman, Dick Fuld, junto con su mano derecha, Joe Gregory, habían tomado decisiones que llevaron a la compañía directo a su deceso.

Al igual que muchos ex empleados de Lehman, McDonald critica insistentemente el hecho de que su compañía era la única empresa grande en Wall Street con permiso para fracasar; su último despido nos permite escuchar la versión de alguien que estaba dentro. Lehman, como dice McDonald, cayó por su orgullo excesivo y arrogancia. Compró a precios muy altos y vendió a precios muy bajos. Y sí, se apalancó terriblemente durante el proceso.

Escuchar lo que McDonald cuenta no fue ninguna sorpresa para nadie en el cuarto piso, donde él y su equipo comerciaban con bonos preocupantes. Ya desde la primavera de 2005, Alex Kirk, director global de bonos de alto rendimiento y préstamos apalancados en Lehman, vio la cantidad de hipotecas residenciales que Lehman había comprado, dividido, cortado en cubitos y revendido y se sorprendió. "El mercado de viviendas está corroído", dijo acelerado.

Ese comentario dio pie a una jugada persistente por parte de los comerciantes de deuda para acortar las acciones de los constructores de hogares más importantes, y aceleró una junta dirigida por Mike Gelband, director global de ingreso fijo, quien se enfocó en el peligro potencial que enfrentaba Lehman si la burbuja de las viviendas reventaba. Sin dejar de lado la cuestión moral de si un banco de inversión debe o no acortar las acciones de las compañías que puedan sufrir por el colapso en bienes raíces mientras se aceleran las hipotecas aseguradas que siguen bombeando aire en la burbuja, el equipo del cuarto piso tenía razón. Incluso en aquel entonces, Lehman fue apalancado a un nivel de 22 veces su valor neto; no sólo estaba asegurando hipotecas tan rápido como pudo acumularlas sino que incluso había comprado dos compañías hipotecarias al instante.

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Una anécdota oscura y graciosa cuenta que McDonald y un colega estaban sentados en el estacionamiento de New Century Financial, en Irvine, California, y comentaban sobre los Jaguares y Lotuses a su alrededor. "Definitivamente nunca había visto un solo lugar en el verde mundo de Dios lleno de tantos autos finísimos estacionados lado a lado", dijo. Al parecer se hizo un cortocircuito en la compañía, que cayó después, en abril de 2007.

Según McDonald, el equipo del cuarto piso intentó advertir en repetidas ocasiones a los ejecutivos del piso 31 que se acercaba el peligro, pero nadie parecía escucharlos. En una junta con los altos ejecutivos en 2007, McDonald escribe que el comerciante Larry McCarthy dijo, alto y fuerte, que había problemas cerca (ni Fuld ni Gregory hicieron caso, como dice McDonald). "¿Ven eso de ahí?", señaló McCarthy hipotéticamente. "¡Es un maldito iceberg gigantesco, y vamos directo para allá, a toda velocidad... incluso el Titanic intentó esquivarlo!".

De forma simultánea, el banco se había embarcado en una incursión enorme en los bienes raíces comerciales, la cual culminó con la compra de l complejo de oficinas de Coeur Defense en el centro de París en 2007 por 2,800 millones de dólares, lo que pudo ser el punto más alto del mercado. McDonald alega que Fuld fue motivado por razones de envidia de sus ex colegas de Lehman, Pete Peterson y Steve Schwarzman, que ahora estaban en Blackstone Group, así como de su exorbitante serie de adquisiciones. "Probablemente no había otro hombre en Nueva York que Richard S. Fuld Jr. quisiera ver fracasar", como escribe McDonald. "Ahora ellos iban para arriba, haciendo dinero y apareciendo en los titulares más rápido que él, y anunciando el lanzamiento de una oferta pública inicial". McDonald, quien, cabe mencionar que al parecer nunca conoció al hombre, lo describe como solitario y carente de "toque".

McDonald dice que nunca vio a Fuld visitar el piso comercial ni una vez desde que él entró a trabajar ahí. Uno a uno, los premonitores de la empresa, incluyendo a McCarthy y Gelband, renunciaron preocupados y temerosos, hasta que finalmente, en junio de 2008, el resto de los ejecutivos, dirigidos por el director de valores, Bart McDade, dieron un golpe interno. Mientras que McDonald ya había dejado Lehman para ese entonces, al parecer tiene fuentes suficientes para describir la cena secreta a la que asistieron los doce ejecutivos principales de Lehman en junio de 2008. Este evento culminó una semana después con la fascinante escena en la que McDade entra violentamente a la oficina de Fuld par informarle que, o se iba Joe Gregory, o se iba Fuld mismo. "¡Hicieron esto a mis espaldas!", gritó Fuld, según McDonald. Así que quien salió fue Gregory junto con la controversial directora de finanzas, Erin Callan.   

Ya era demasiado tarde para salvar el barco. El gobierno optó por no rescatar a Lehman, quien estaba sobre-apalancado y estaba sentado en un mar de derivados de sopa de letras que casi nadie quería comprar, incluso cuando Fuld insistió en vano en que su contemporáneo Hank Paulson rescataría a la compañía. A tempranas horas de la mañana del 15 de septiembre, Lehman murió, casi llevándose consigo la economía mundial. ¿Fue un error para el sistema financiero? Tal vez, pero si la versión de McDonald sobre los últimos días de Lehman es cierta, prácticamente se creó para fracasar.

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