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Jamie Dimon, el banquero intocable

La histórica multa de 13,000 mdd impuesta a JPMorgan no hace peligrar el puesto de su directivo; los títulos del banco se ha elevado de forma imparable, lo que pesa más entre los accionistas.
jue 24 octubre 2013 06:03 AM
El CEO y presidente de la firma pudo perder el favor de Washington, pero no de sus accionistas. (Foto: Getty Images)
jamie dimon

JPMorgan Chase, el banco más grande de Estados Unidos, está dispuesto a pagar al Gobierno estadounidense una cifra reportada de 13,000 millones de dólares (mdd) para poner fin a una ola de investigaciones civiles sobre la venta por parte del banco de valores respaldados por hipotecas en el periodo previo a la crisis financiera de 2008.

Incluso el acuerdo más grande jamás pagado por una empresa estadounidense no hundirá al presidente ejecutivo Jamie Dimon. El boyante precio de la acción del banco es un buen salvavidas.

Las noticias del acuerdo astronómico provocaron llamados para que Dimon, siempre visto como el niño mimado de Wall Street, finalmente -¡finalmente!- encarara el destino de los CEO caídos en desgracia como Ken Lewis de Bank of America y Charles O. Prince, jefe de Citigroup, que perdieron sus puestos durante la recesión.

No tan rápido. Cuando Lewis renunció a BofA en septiembre de 2009, el precio de la acción de su banco era de 16.92 dólares, por debajo de un máximo de 54.85 dólares en 2006.

Mientras tanto, JPMorgan nunca ha ganado más dinero. Dimon condujo al banco a través de la crisis financiera sin pérdidas y produjo ganancias récord durante tres años consecutivos, alcanzando 21,300 mdd en 2012. Su cotización se elevó incluso a medida que se divulgaban las noticias sobre el gigantesco acuerdo. El martes se ubicaba en 54.52 dólares, cerca de su máximo de 52 semanas.

Nos guste o no, el dinero manda y en el caso del CEO, significa más que lo que un acuerdo -incluso uno de proporciones históricas- podría decir acerca de los errores cometidos por la institución financiera durante la recesión.

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Pregúntale a los accionistas de JPM, aquellos que se benefician del éxito financiero del banco y que tienen voz y voto sobre su liderazgo.

En mayo, en medio de investigaciones federales en curso y del escándalo de la "Ballena de Londres", que hizo perder al banco 6,200 mdd, casi el 70% de los accionistas del banco respaldó el doble papel de Dimon como presidente y presidente ejecutivo. El consejo directivo también lo apoya. (Los fondos de pensiones intentaron quitarlo como presidente con la esperanza de aplicar lo que ellos consideraban una mejor supervisión).

Es poco probable que ese respaldo vacile. "(El acuerdo) no tendrá un impacto en la capacidad (de Dimon) para dirigir esta compañía", dice el director general de Barclays Capital, Jason Goldberg. "Están pagando una gran cantidad para dejar esto en el pasado, y el Consejo ha optado por aceptarlo".

No hay sucesor 

Quizás los accionistas lo apoyan porque no tiene un sucesor claro. Da la casualidad que un puñado de altos ejecutivos -algunos con vínculos con la debacle de la Ballena de Londres - salieron del banco a principios de este año, dejando a Dimon, para bien o para mal, solo en liderazgo.

Estar solo en la cima tiene sus desventajas. A pesar de que el 80% de los valores en el reciente acuerdo se refieren a las actividades de Bear Stearns y Washington Mutual -que JPM adquirió durante la crisis financiera-, la culpa por los problemas legales del banco ha caído de lleno sobre Dimon.

Pero no parece que la presión esté llegándole. A principios de este mes anunció que el banco había destinado 23,000 mdd para costos legales, lo cual hizo lucir al acuerdo por 13,000 mdd casi como una ganga.

Desde la recesión, el CEO ha sido un pilar de determinación dentro de JPMorgan y es muy popular en el mundo exterior -en Washington, en particular, dice Jeffrey Sonnenfeld, profesor de la Facultad de Administración de Yale-. Dimon se reunió periódicamente con funcionarios del Gobierno de Obama y apoyó algunas de sus reformas financieras. "Al permanecer separado de la multitud", dice el académico, "se convirtió a sí mismo en un objetivo".

Los recientes enredos legales han causado que el CEO pierda el favor de D.C., pero no le van a costar su trabajo. En un mercado donde el dinero es la única medida que importa, Dimon sigue siendo intocable.

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