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El Silicon Valley mexicano innova para multinacionales

Grandes tecnológicas inventan allí con ayuda de talento mexicano, pero los emprendedores no llegan; en los últimos dos años los ingenieros del laboratorio de Intel produjeron 34 patentes.
jue 30 abril 2015 06:00 AM
Cuatro investigadores de Intel Labs estudian la interacción con máquinas. (Foto: Carlos Gracián / Expansión)
Zapopan el Silicon Valley intel labs (Foto: Carlos Gracián / Expansión)

Zapopan, en el estado de Jalisco, es el Silicon Valley mexicano, pero en lugar de emprendedores hay grandes multinacionales que trabajan en su mayoría con mexicanos muy calificados. Allí, compañías como Intel, IBM y Lenovo fabrican los inventos que se venderán en el mundo a partir de los próximos tres años.

Jalisco tuvo en 2014 una inversión extranjera de 1,223 millones de dólares (mdd) —es el sexto estado con mayor atracción de capitales foráneos—, 77% procedente del sector de electrónica, publica la revista Expansión en su número de Innovación 2015 del 10 de abril.

Los emprendimientos innovadores nacionales han sido los grandes ausentes en esta región desde hace 20 años, cuando la primera compañía tecnológica llegó a la zona, aunque el panorama tiene ya ciertos visos de cambio.

El problema no fue que faltara gente con ganas de poner negocios, sino que no había compañías mexicanas y las oportunidades para el talento nacional estaban en las tecnológicas internacionales, dice el gerente global de Soluciones de Almacenamiento en la Nube de IBM Guadalajara, Manuel Ávalos.

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Del Hecho en México al Creado en México

Pero ya hay emprendedores nacionales que pasan del 'Hecho en México' al 'Creado en México', comenta Ávalos a la publicación, cuya suscripción está disponible en el Kiosco Digital de Grupo Expansión.

Algunos, como César Gaytán, comenzaron a establecerse por su cuenta en años recientes. Trabajaba en IBM donde dice que estuvo contento y que la paga era buena, pero se marchó para impulsar su propio negocio de venta de servidores y dominios, www.sinergia.io y unirse al colectivo Hacker Garage, un espacio de colaboración para startups sin fines de lucro.

“Tenía ganas de hacer algo por mí mismo”, dice.

Gaytán se unió a Hacker Garage para contribuir al impulso de startups. Éste fue fundado entre 2010 y 2011 por un grupo de 10 personas con el objetivo de ser un sitio en el que emprendedores y startups pudieran converger y compartir en talleres, charlas, eventos o bien para usar las instalaciones como espacio de oficina.

En dos años, el proyecto pasó de ser un local en donde cabían pocas por evento a una casa que puede alojar hasta 180 personas en cada charla. En sus instalaciones tienen establecidas siete startups en las oficinas y 20 emprendedores que pagan una membresía de 500 pesos mensuales.

“Logramos crear un espacio que ha beneficiado mucho a la comunidad. Es un embudo que absorbe talento y permite crecer proyectos que en otro lado no se haría”, dice Gaytán.

Lee: 6 mitos alrededor de la innovación

En la casa de HackerGarage también se reúne Hackers & Founders, dirigida por Mak Gutiérrez y fundada en 2012. Se trata de una comunidad que apoya e impulsa la creación de startups. “Nuestro superpoder es atrevernos a crear startups donde no había nada”, dice Gutiérrez.

Sin embargo, los esfuerzos aislados no serán suficientes, como tampoco lo será querer emular a Silicon Valley, dice Allen Taylor, vicepresidente de la red mundial de emprendedores Endeavor.

“El ecosistema de California es único, México tiene que encontrar su propia personalidad para emprender”.

En la capital de Jalisco, Guadalajara, se está trabajando en el proyecto estatal Ciudad Creativa Digital, que pretende albergar empresas de desarrollo de software, videojuegos, animación y aplicaciones móviles.

Aunque el complejo sigue en construcción, ProMéxico estima que puede atraer 10,000 mdd para 2018 y generar 25,000 empleos.

Entre el presupuesto y la educación

Mientras la inversión extranjera en tecnología no deja de llegar a Jalisco, el presupuesto que el gobierno federal dedica a investigación y desarrollo continúa estancado en 0.5% del PIB; el promedio en la OCDE es de 3%.

La consecuencia es que algunos proyectos de innovación nacional, como el del centro académico y de desarrollo del Cinvestav de Jalisco, del Instituto Politécnico Nacional, no logran todas sus metas.

En 1995, este organismo fijó el objetivo de tener 50 profesores en cinco años. Hoy, 20 años después, sólo tiene 28, debido a que no cuenta con los suficientes recursos.

“Dependemos de fondos de la administración pública federal, por esa razón no se han creado las plazas”, dice Bernardino Castillo, director del Cinvestav Jalisco. “Estamos seguros de que no vamos a poder tener plazas en los próximos dos años, y ya llevamos ocho así”.

Cinvestav Jalisco opera con 10 millones de pesos (mdp) al año para investigación y operación. Castillo dice que requiere al menos el doble para cubrir sus gastos “sin sufrir”, y hasta 120 mdp para lograr las mejoras que el centro necesita, como un auditorio o arreglos en los laboratorios.

El Centro destaca por sus experimentos en energía renovable. Entre sus trabajos recientes están la generación de biocombustible con aceite comestible o el diseño del Modutram, un tren sin conductor.

La mayoría de los estudiantes son de origen sencillo y arrastran lagunas en su educación, dice Pablo Moreno, director académico del Cinvestav.

“Pero si no saben hacer algo, aprenden”, afirma. Cuando terminan la carrera, muchos entran en alguna multinacional. “En su mayoría, le surtimos ingenieros a Intel”, cuenta Moreno.

Sin embargo, el director académico afirma que preferiría que sus estudiantes ya no egresen con la idea de conseguir un contrato en una firma tecnológica internacional.

En el último semestre, el Cinvestav comenzó a dar talleres para transmitir a los alumnos la idea de convertirse en emprendedores y creadores de sus propias start-ups. Este año, el centro espera animar a tres que mostraron la inquietud de abrir su propia empresa, dice Moreno.

Todo comenzó en los 80

IBM fue la primera empresa en abrir camino en Jalisco. A mediados de la década de los 80, la firma estadounidense quería vender sus PC en México, pero exportarlas era muy caro, pues en ese momento no había apertura comercial entre los dos países. Por eso, llegó a un acuerdo con el gobierno del entonces presidente Miguel de la Madrid: podría vender sus computadoras, siempre que abriera una planta de manufactura en México.

Se instaló en Jalisco, donde después llegaron plantas de otras multinacionales, como las estadounidenses Intel y HP, y la china Foxconn, que manufactura los iPhones de Apple y la mayoría de los gadgets de Samsung.

México se convirtió en un país manufacturero de productos tecnológicos, pero no en un centro innovador. Esto empezó a cambiar en la última década.

“Fue hasta que se nos vino el efecto China (la manufactura de electrónica a bajos costos de ese país) (...) que las grandes firmas como IBM empezaron a mirar alternativas que ya no fueran por volumen, sino de valor agregado”, dice Eugenio Goddard, director del Campus Tecnológico de IBM Guadalajara.

Las compañías comenzaron a desarrollar en Jalisco centros tecnológicos de alto nivel. Por ejemplo, HP invirtió en 2014 5.5 mdd para su nuevo centro de datos en la región, e Intel dio 3,000 millones de pesos (mdp) para su Centro de Diseño y Desarrollo de Zapopan, que abrió en marzo de 2014.

Ese año, la china Lenovo instaló en ese estado un centro de operaciones con una inversión de 24 mdp. “Nuestra apuesta (...) es hacia tecnología y conocimiento”, dice Jesús Michel, responsable de las oficinas de Lenovo en Guadalajara.

“Buscamos desde Jalisco afianzarnos en el mercado empresarial de servidores, y tenemos todo el talento para llevar la operación de soporte técnico, ventas e ingeniería global”. El centro de Lenovo, añade, ya genera ingresos por 1.5 mdd al año.

Los futurólogos

El edificio de Intel, en Zapopan, parece la sucursal de una empresa de Silicon Valley. Este edificio blanco, de cristal y acero, con espacios abiertos de trabajo, es el único centro de investigación de la compañía en América Latina.

En sus laboratorios, los empleados desarrollan centros de datos: equipos que almacenan y protegen la información virtual de los clientes a los que la empresa presta servicio a nivel global.

Todos los centros de datos de Intel pasan por este lugar, ya sea para el diseño de los chips o para probar la resistencia de los componentes, dice Jesús Palomino, el egresado del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav) que dirige el centro.

Ubicados en largos pasillos con estaciones individuales de trabajo, los ingenieros también ponen a prueba la calidad de los sistemas que harán operar los smartphones, tabletas y laptops que llegarán a las manos de los usuarios en los próximos meses.

Esta planta de Intel en Zapopan creó el chip Xeon- Phi, que hace operar la súper computadora más rápida del mundo, la Thianhe- 2 de la Universidad de Tecnología de Defensa de China.

En un ala del edificio está Intel Labs, donde 32 ingenieros mexicanos diseñan nuevas formas de interacción hombre-máquina. Su espacio de trabajo parece un salón de juegos para geeks, con mesas donde descansan controles para videojuegos y lentes para apreciar realidad aumentada.

“Es divertido jugar a diseñar el futuro”, dice Julio César Zamora, ingeniero líder de Intel Labs, que fue albañil antes que inventor.

Varios de los ingenieros de este laboratorio recuerdan la lista de las 34 patentes que crearon en los últimos dos años. Mientras, tres de ellos, Zamora, Javier y Alejandro, echan carreras de robots en una de las mesas para probar tres formas distintas de interactuar con una máquina.

El enfoque de este laboratorio para los siguientes cinco años es crear plataformas, sistemas y microprocesadores para distintas industrias.

Por ejemplo, desarrolla cascos con sensores integrados que alerten a los trabajadores mineros y a sus empresas sobre algún riesgo y que capten su ubicación en todo momento.

“La región tiene el talento, las necesidades y las oportunidades de generar productos y servicios a partir del Internet de las Cosas (objetos conectados a la red), y eso se puede desarrollar aquí”, dice Palomino. “El principal reto es que esta ola no se nos vaya. (La curva de innovación) antes era de tres a cinco años, ahora es de uno a tres años”.

Intel invierte al año 10 mdd en investigación y desarrollo a nivel global. Palomino no revela cuánto de ese dinero es para el centro de Zapopan, pero dice que su misión es que México reciba un porcentaje mayor.

Los fabricantes de nubes

A 25 kilómetros al sur del edificio de Intel, en El Salto, está el Campus Tecnológico de IBM Guadalajara. Tiene más de 1,000 empleados: 250 ingenieros desarrollan software y el resto de la plantilla trabaja en servicios y manufactura.

“Un día sin el equipo de Guadalajara le pegaría profundamente a IBM”, dice Goddard, el director del complejo, pues participa en todas las líneas de negocio y da soporte técnico a las plantas de la compañía en el mundo.

El edificio, diseñado por el arquitecto Ricardo Legorreta e inaugurado en 1988, es el centro tecnológico más antiguo de Jalisco. Su color ocre refleja el paso del tiempo y algunas escaleras parecen gastadas.

Pero sus laboratorios contienen varios de los desarrollos más novedosos. En las paredes hay frases dirigidas a los trabajadores: “Think! (¡piensa!)”, dicen. Aquí no resuenan los chirridos que los robots hacen cuando se mueven.

Aquí cada cubículo es un mundo, cada ingeniero está atento a la pantalla de su computadora y el silencio domina el ambiente.

IBM desarrolla en este lugar equipos que procesan y almacenan datos, o servidores. Su producto estrella es la fabricación de chips Power, el cerebro de una tecnología llamada cómputo cognitivo o Watson. Esta máquina analiza datos de sensores —como los que monitorean el tránsito en una ciudad— y detecta patrones para que, en este ejemplo, el tráfico sea más ágil.

“Hemos crecido mucho en los últimos años —dice Ávalos, de IBM—. Antes, México no aparecía en el mapa de patentes de IBM ni de inventores. Ahora ya aparecemos. Yo, por ejemplo, he elevado mi porcentaje de bateo, he postulado 20 patentes, de las cuales me han aprobado cuatro”.

Ávalos es parte de la élite de investigadores de IBM, los “inventores” —como los llaman en la empresa— que son los encargados de innovar.

La compañía tiene 1,500, 16 en Jalisco. Ávalos dice que, a nivel global, la firma logró 7,500 patentes en 2014, provenientes de la colaboración del talento de 40 países.

Este selecto grupo de “inventores”, cuenta Ávalos, se reúne de cuando en cuando a discutir sobre desarrollos que han hecho en sus tiempos libres y que pueden ayudar a mejorar los procesos internos de la compañía.

Selene Orozco, directora de Tecnología de IBM, también pertenece a esta élite de la compañía. “La belleza del Campus de Jalisco es que consolida todas las líneas de negocio de IBM — dice—. (…) Por el momento, nuestra estrategia es la nube, el análisis de
datos, la parte de desarrollo de redes  sociales, el software para móviles y ciberseguridad. Jalisco participa en todas”.

El Campus de Jalisco fue líder de la empresa en exportación de tecnología en 2014, no sólo a Estados Unidos, sino también a Europa y Asia, afirma Orozco.

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