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Repatriados mexicanos hallan segunda oportunidad en TeleTech

La mitad de los jóvenes que trabajan en el call center ha vivido en EU y hablan perfecto inglés; algunos regresaron a México porque violaron las ley. A la empresa no le interesan los antecedentes.
lun 29 junio 2015 06:00 AM
Las empresas de call center en México buscan personal que hable inglés con fluidez para hacer un promedio de 40 llamadas diarias. (Foto: Jesús Almazán / Expansión)
repatridados teletech (Foto: Jesús Almazán / Expansión)

Gabriel es un chico de 19 años y cuerpo atlético, lo presume con una playera blanca ajustada. Fue jugador de futbol americano en una escuela de Anaheim, California. Allá residió cinco años, junto con su madre y su hermana mayor, pero la nostalgia lo impulsó a regresar a casa de su padre.

“Sentía feo que mi papá estuviera solo aquí y allá tienes que partirte el lomo porque la renta es muy matada”, dice con acento chilango, sólo cuando pronuncia palabras en inglés se nota su estancia en Estados Unidos.

En enero de 2015, su novia lo llevó de Orange County, California, a Tijuana para que abordara un avión. Pasearon por la ciudad donde empieza México, y se despidieron. Atrás dejaba los días de combinar los estudios de high school con el trabajo y el deporte para aspirar a una beca universitaria , que sólo le alcanzó para un semestre de Contabilidad.

En el pasado quedaba también cruzar periódicamente la garita de San Ysidro, en Tijuana, así trataba de no dejar rastro de su estancia permanente en Estados Unidos, a donde entraba con visa de turista. En el vuelo lo embargaron dos sensaciones: la ilusión de reencontrarse con su padre, a quien no veía desde los 14 años, y la inquietud de qué haría con su vida de vuelta al Distrito Federal.

Cuando dejó la universidad trabajaba 16 horas diarias en dos restaurantes para ganar 3,500 dólares al mes, que alcanzaban para pagar renta y salir con su novia, cuenta para Expansión en su edición del 5 de junio de 2015.

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Ellos tienen más skills

Cuando llegó a México, su padre le dijo que una empresa frente al Monumento  a la Revolución, a unos pasos de Reforma, anunciaba en su puerta vacantes con sueldos de hasta 12,000 pesos por atender clientes de televisión por cable. “ Hiring bilingual talent . Apply now”, promueve todavía hoy el aviso. No quedaba lejos de su casa y podía usar el Metrobús.

“Fue mi primera opción”, asegura. Al día siguiente, Gabriel llegó con su diploma escolar en mano a las oficinas de TeleTech. El joven aprobó los exámenes de gramática, comprensión de lectura y conversación con facilidad. Estaba contratado para ser agente telefónico de la firma que tiene sus oficinas centrales en Denver, Colorado, y que da servicios de call center para clientes de firmas de cable, internet, telefonía, tecnología y finanzas.

José Urciaga, investigador de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, asegura que esto sucede en muchas partes del país: “Es porque tienen más skills (...). Estuvieron sumergidos en el ambiente norteamericano y lo conocen”, dice a la revista, cuya suscripción esta disponible en el Kiosco Digital de Grupo Expansión.

Lee: 5 mitos sobre los inmigrantes en Estados Unidos

Gabriel encontró en el inglés la solución para reiniciar su vida en la Ciudad de México. Es un arma poderosa porque sólo 2% de la población mexicana habla inglés , según un estudio de la organización Mexicanos Primero.

El call center de TeleTech es una mole de 11,000 m2 que reúne a cientos de mexicanos veinteañeros que hablan inglés. Algunos, más que el español por los años que vivieron en Estados Unidos.

Gabriel cuenta que su mamá le decía que no se regresara a México, pero que él le respondió: “Tienes a mi hermana y a mis tíos. Gracias por todo”. Hace el relato sentado en uno de los escalones de la entrada.

Los antecedentes penales no importan

Más de la mitad de los 2,200 trabajadores del call center residieron en Estados Unidos, calcula Israel Reyes Toledo, del área de Marketing de TeleTech del Distrito Federal.

Entre los compañeros de Gabriel están Daniel, repatriado hace ocho meses de Carolina del Norte, un joven morenito, de 22 años, con los brazos tatuados y un pantalón que  comienza en la cadera y le llega a la pantorrilla.

Ángel, de 25 años, que extraña el auto que tenía en Chicago, donde trabajó de cocinero en el restaurante Olive Garden. Y Jorge, con cara de niño a sus 20 años, que llegó a California a los dos años y volvió a México a los 18. Los tres atienden a clientes de la cablera estadounidense Time Warner Cable, que les reportan fallas.

A diferencia de un call center en India, país que acapara este servicio para empresas occidentales, en TeleTech se emplean mexicanos que alguna vez cruzaron la frontera y decidieron regresar o se vieron obligados a dejar Estados Unidos por violar leyes migratorias o cometer otros delitos. Aquí encuentran una segunda oportunidad porque los antecedentes penales no importan.

Lo que interesa es que hablen inglés con fluidez para hacer un promedio de 40 llamadas diarias. Jordy Micheli, académico del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma de México, dice que para estas empresas es importante que quienes trabajen con ellos hablen un inglés nativo, por eso dan preferencia a migrantes.

“Existe el fenómeno, pero no creo que vaya a crecer ni que resuelva ningún problema, sólo resuelve las características de la fuerza laboral de los call centers”, dice Micheli.

Los conflictos de pandillas “se quedan allá”

Algunos de los jóvenes que atienden las llamadas lucen brazos, cuellos o párpados tatuados, cabeza a rape, camisas abotonadas hasta el cuello o jerseys holgados de equipos de futbol americano o de béisbol.

“Hay los que eran sureños o norteños (pandillas rivales), pero aquí es otra cosa, los conflictos se quedan allá”, comenta un joven que pide que se le identifique como ‘El Perro’.

No rebasa los 25 años, pero habla con osadía de cómo hacer para poder cruzar la frontera a través de Reynosa, Tamaulipas.

‘El Perro’ es originario de la ciudad de Guadalajara y vivió un año en Nueva Orleans. Cuenta cómo tenía que cuidarse para no ser deportado, pero le pasó lo mismo que a miles de indocumentados: una infracción de tránsito lo delató.

Conducía hacia Tampa Bay cuando excedió el límite de velocidad. Lo peor fue que las autoridades  estadounidenses descubrieron que llevaba consigo droga.

Poco después estaría conviviendo con otros presos mexicanos en la cárcel de Falfurrias, Texas, donde permaneció ocho meses. Después de la sentencia del juez no continuó en prisión, como pensaba. Las autoridades migratorias lo subieron a un avión y lo trasladaron a un centro de detención de Calexico, California.

Cinco días después llegó a Mexicali y luego, al Distrito Federal, donde se quedó con familiares. Un amigo le sugirió que fuera a pedir empleo a TeleTech, uno de los 115 call centers que hay en la ciudad, aunque también tienen en Guadalajara y en León.

Al joven repatriado le gustó la idea de trabajar ocho horas al día y la estabilidad que prometía la firma. TeleTech reportó en 2014 ingresos por 1,200 millones de dólares bajo los principios de contabilidad generalmente aceptados (GAAP, por sus siglas en inglés).

Los que prefieren no hablar

Algunos de los jóvenes que trabajan aquí prefieren no ser entrevistados o niegan formar parte de las estadísticas de repatriación. Como un enjuto muchacho que apenas articula palabras en español, pero contesta al querer hablar con él que ha vivido “100 años” en el DF.

O como otro, un chico corpulento y vestido con bermudas y calcetas blancas a la rodilla, que a pesar de que lleva puesto el gafete que dice ‘TeleTech’, ataja: “No trabajo aquí”.

“Hemos tenido testimoniales de personas que les apena hablar del motivo de su regreso, pero lo que nosotros les decimos es ‘no nos interesa el motivo de tu regreso, lo que nos interesa es lo que puedes hacer ahora’”, dice Reyes Toledo.

Y añade: “Nos esforzamos para posicionarnos en la mente de esta gente que está en búsqueda de trabajo, porque a veces les es difícil. Por cualquier circunstancia por la que los hayan regresado muchas empresas lo que hacen es decirles ‘no’”.

Antes de entrar al edificio para iniciar su turno, Gabriel dice que le gusta el trabajo. Ignora desde qué ciudad habla la gente que atiende. Hasta ahora no está arrepentido de regresar y tratar de construir su propio sueño americano en su país.

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