Mini-Pritzker

Aunque sobradamente merecido, el premio Pritzker otorgado a Peter Zumthor resulta muy sospechoso. Es más, parece una decisión apresurada e improvisada.

¿Cómo es posible que se premie una obra mínima, modesta y refinada, cuando el reconocimiento ha sido todo lo contrario? ¿Cómo es posible que se premie lo que tanto tiempo se despreció?

Una respuesta es que ante la crisis globalizada surgió la necesidad de poner límites a la necedad y a la prepotencia de la arquitectura espectacular. Otra sería que, con la caída de los mercados inmobiliarios, se hizo una confesión de culpa que permitirá recuperar la credibilidad ante los inversionistas. O bien, que la entrega de este mini-Pritzker es un apresurado reconocimiento a la modestia. Las fantasías y los caprichos del star-system que consolidó el premio se mostraban como imágenes a las que miles de arquitectos deberían aspirar. Es por eso que Zumthor y sus obras no encajan en esos criterios.

Dentro de los Pritzker quizá Barragán sea la figura más cercana al suizo. Los dos tienen una obra artesanal, pequeña y elegante y con una clara postura en contra de la arquitectura estridente y fantasiosa. Pero Barragán logró modernizar la arquitectura tradicional, aunque la última etapa de su obra fue técnicamente anacrónica y retrógrada.

Pienso que Zumthor es un artesano y que así construye sus creaciones. ¿Pero qué tiene que ver esta arquitectura esencial, de pequeña escala, con las obras de grandes talleres de marca registrada, producidas durante décadas de especulación inmobiliaria? ¿Por qué ahora se premia una obra que antes no existía para el jurado del Pritzker?

Cualquiera que sea la explicación es evidente que modificaron los criterios para dar el reconocimiento. ¿Será cierto que el jurado ya puede elegir con más libertad al arquitecto galardonado? ¿Realmente habrán cambiado los
criterios elitistas del premio Pritzker?

*Arquitecto e investigador en temas de urbanismo.