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La estética de la austeridad

Al terminar la crisis la arquitectura corre el riesgo de olvidar la mesura, opina Antonio Toca; de acuerdo con el arquitecto e investigador de urbanismo se podría retomar la cultura del derroche.
lun 18 enero 2010 06:37 PM
Escritor de la columna Trazos urbanos (Foto: Obras)
Antonio Toca Fernández (Foto: Obras)

Como consecuencia de la gravísima crisis financiera global surgieron toda clase de propuestas para implementar una estética de la austeridad que nos liberara de todos los excesos cometidos durante la época de abundancia. Por eso, los llamados a la sensatez y a la austeridad han sido tema de seminarios, reuniones y cursos internacionales.

La arquitectura exige cambios en las prácticas que buscaban reconocimiento y consagración profesional. Ahora condena a quienes intentaron materializar un ícono, para consagrarse en el apretado star system mundial.
“Menos es más”, “la belleza de lo pequeño” o “creatividad en la escasez” son algunos de los lemas de esta cruzada para redimir los pecados.

Hay la sensación de que se está volviendo a decir lo mismo, pero de otra forma, de que el arrepentimiento es muy poco creíble y de que a la primera recuperación del mercado se olvidarán las buenas intenciones.

La arquitectura del derroche y la extravagancia quedará como lo que fue: pretenciosa, fuera de escala y con el gusto ecléctico del nuevo rico. Ningún profeta prospera en época de bonanza y nadie puede pedir pobreza franciscana a gente que ganaba fortunas especulando. ¿A quién le importaba promover mejores hospitales, escuelas, vivienda digna y espacios públicos?

Desde antes de esta crisis, la práctica de la arquitectura ya estaba en un estado lamentable: muchos tienen poco trabajo y pocos tienen mucho. Además, el avance de la tecnología y de los programas de diseño no ha sido aprovechado por una profesión introvertida, reacia al cambio y poco integrada a la industria de la construcción y a la actividad inmobiliaria.

Los problemas acumulados y los déficits son tan graves que se requiere enfrentarlos con algo más que conferencias y manifiestos.

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