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El torrente abandonado de Quetzalapan

La antigua hidroeléctrica de Quetzalapan forma parte de uno de los parques ecoturísticos de Puebla; dejó de funcionar porque Comisión Federal de Electricidad declaró que no era rentable su operación.
jue 04 marzo 2010 06:03 PM
1930. Durante cinco décadas, las instalaciones de la hidroeléctrica abastecieron de electricidad a los municipios de Chignahuapan y Zacatlán. (Foto: Especial)
Hidroeléctrica de Quetzalapan (Foto: Especial)

En un ambiente boscoso y envuelto por una densa bruma se escucha el torrente de las cascadas de Quetzalapan, ubicadas en el municipio de Chignahuapan, Puebla. Desde hace años pobladores y turistas recorren cientos de kilómetros para admirar su belleza y su imponente caída de agua de 200 metros.

A finales de la década de los 20 del siglo pasado, los habitantes del lugar decidieron formar la Cooperativa y Fuerza Motriz de Quetzalapan, que con la ayuda de un grupo de accionistas inició la construcción de una planta hidroeléctrica que aprovecharía la fuerza de todo ese líquido.

El proyecto comenzó a generar energía eléctrica en 1930, cinco décadas antes de que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ofreciera sus servicios en Puebla. En ese tiempo abastecía a los habitantes de la cabecera municipal de Chignahuapan y de la comunidad de Jicolapa, en el vecino municipio relojero de Zacatlán.

Durante años, la planta hidroeléctrica de Quetzalapan tuvo la misión de suministrar electricidad a la zona. Sin embargo, con la llegada de la CFE, la paraestatal dictaminó que no debía continuar su operación debido a sus altos costos.

A 80 años de su inauguración, todavía es posible encontrar vestigios de aquellas instalaciones que fueron uno de los orgullos de los pobladores: en la parte baja de las cascadas se encuentra el cuarto de máquinas, donde permanecen dos turbinas, hoy dañadas por la humedad.

Después de haber funcionado como planta hidroeléctrica, el lugar fue convertido en un parque ecoturístico, en el que la imponente cascada y el viejo cuarto de máquinas dan testimonio de los remotos años de oro que vivió la hidroeléctrica de Quetzalapan.

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