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LyFC y el fracaso del Gobierno

El Ejecutivo liquida a Luz y Fuerza del Centro, pero es una acción irrepetible, según Felipe Gaytán; el académico de La Salle opina que Calderón ha fracasado en la reingeniería del Gobierno.
mar 13 octubre 2009 11:29 AM
Luz y Fuerza del Centro fue declarada extinta por el Gobierno federal. (Foto: Notimex)
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El sábado 10 de octubre, el Ejecutivo federal anunció la liquidación de la Compañía Luz y Fuerza del Centro . La decisión gubernamental ha desatado un sinfín de análisis en los medios, y también un interminable rosario de adjetivos sobre la empresa señalada: corrupta, ineficiente, obsoleta, abusiva, etc.  Los argumentos de las autoridades han sido razonables para justificar tal decisión.

No era posible seguir dando un subsidio anual a LyFC del tamaño de los programas de combate a la pobreza denominado Oportunidades, o dos veces los recursos que representan el presupuesto destinado a la UNAM. Hasta aquí los argumentos no pueden ser mejores y así lo demuestra el respaldo ciudadano reflejado en las encuestas de opinión.

Sin embargo, la decisión gubernamental  implica una complejidad mayor que abre otros frentes y otros derroteros cuando se incluye el tema laboral, particularmente lo referente a su sindicato.  LyFC  es una extraña simbiosis entre empresa y sindicato, y es difícil discernir la frontera entre una y otra.

En la práctica, la compañía operaba de facto como una distorsionada cooperativa  en la que los líderes sindicales dirigían la empresa mientras que los funcionarios designados por el Gobierno se mantenían como simples administradores,  y los trabajadores no aportaban un solo peso, por el contrario, recibían bonos que en otras empresas eran impensables. Recordemos que el protagonismo del SME rebasó con mucho su actuar en LyFC. Ya como organización sindical o a través de participaciones de grupos de trabajadores o con permiso laboral, el SME apareció al lado de Andrés Manuel López Obrador, algunos trabajadores egresados de la UNAM participaron en la huelga de la institución en 1999 y un contingente se sumo a la caravana zapatista que estuvo en la Cámara de diputados en 2001.

 El problema entonces no es sólo discernir sobre los derroteros  que habrá de seguir la resistencia del sindicato y la administración de la empresa por parte de CFE. La cuestión va más allá. Pone en tela de juicio la denominada reinvención del Gobierno, proceso que se inició hace más de una década y que se orientaba a una reingeniería de procesos administrativos aplicando las estrategias gerenciales de empresas privadas a la administración pública. El corte de caja arroja saldos negativos: desaparición de tres secretarias de estado en un contexto de crisis, sueldos elevados para funcionarios de primer nivel y un pésimo servicio en diversas áreas gubernamentales.  LyFC no había sido ajena a la reingeniería de Gobierno. En tres ocasiones distintas se firmaron convenios de productividad con el sindicato, se estableció un esquema de mejores prácticas administrativas, se incorporaron tecnologías de la información, entre otras acciones. Pero hubo un pequeño detalle que no se quiso abordar en tal reestructura. La empresa continuaba operando con el mismo equipo de 50 años atrás y, las relaciones empresa sindicato eran las mismas que en la época del populismo ramplón de los años setentas sólo que en un contexto del siglo XXI.

Hoy se augura que otros sindicatos similares tendrán que cuidarse porque el Ejecutivo Federal podría actuar de la misma manera con ellos. Nada más lejano de la realidad. El caso de la compañía eléctrica es sui-generis. Sirvió al Gobierno para quitarse de una presión presupuestal inmanejable, mandar una señal clara a los distintos grupos de que tiene autoridad a pesar de quedarle menos de tres años y, sobre todo, legitimar su petición del 2% de impuesto demostrando que aplicará con transparencia tales recursos. No esperemos otro golpe de mano como el del sábado pasado. No le queda tiempo, ni fuerzas para hacerlo otra vez.

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Frente a todo lo anterior, los ciudadanos preguntamos ¿Por quién doblan las campanas? no fue por el SME, ni por LyFC, mucho menos por el Gobierno. Doblaron por nosotros los ciudadanos, atrapados en la trama política, rehenes de una clase política que disputa el poder y nos pasan la factura a la ciudadanía.

 * El autor es coordinador de investigación y profesor de posgrado en la Universidad La Salle México y doctor por el Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México. Es Maestro en Ciencias Sociales (FLACSO) y licenciado en Sociología de la Universidad de Guadalajara. También es miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

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