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Fiestas decembrinas requieren precaución

Además de cuidar la imagen, los eventos de fin de año pueden brindar ventajas, dice Jorge Llaguno; el catedrático del IPADE sugiere definir con anticipación con quién se conversará durante la fiesta.
sáb 19 diciembre 2009 06:00 AM
El establecimiento de vínculos personales debe analizarse a pesar de las festividades. (Foto: Jupiter Images)
Celebración de Navidad (Foto: Jupiter Images)

Estamos en pleno auge de las fiestas y reuniones decembrinas. Si bien los adornos en las calles comenzaron desde mediados de noviembre (y en las tiendas comerciales desde agosto, donde compiten con los adornos por las fiestas patrias), un signo inequívoco del fin de año es la cantidad de reuniones que comienzan a gestarse alrededor.

Pronto los familiares comienzan a debatir dónde serán las fiestas, los viejos amigos proponen reuniones de fin de año, los hijos comienzan a recibir invitaciones a posadas y en la oficina se organizan los brindis y las comidas de fin de año.

Particularmente los eventos institucionales resultan interesantes pues se convierten en excelentes oportunidades para el desarrollo profesional... o en escenario de tragedias laborales.

En efecto, existe una natural propensión "meter la pata" en este tipo de reuniones, comprometiendo nuestro futuro personal y profesional.

Un error común es perder de vista el fuerte componente profesional de estos compromisos, pues nuestras acciones no se verán exentas de un tipo de juicio en este sentido. Beber de más es el preámbulo a una serie de comportamientos que pueden resultar particularmente nocivos.

Reza un viejo proverbio árabe que "somos dueños y señores de lo que callamos, pero esclavos de lo que decimos".

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Este adagio aplica igual o aún con mayor fuerza a nuestras acciones.

Las cuatro conductas más graves en estas (y otras) fiestas de oficina serían:

  • 1. Desmedido afán de simpatía con los jefes.
  • 2. Insultar a los colegas y/o reclamarles agravios pasados.
  • 3. Excesivo protagonismo durante la celebración.
  • 4. Coquetear con compañeros de oficina.

Por alguna razón misteriosa e indescifrable, algunos suponen que el mejor momento de ganar la atención del jefe es en la fiesta de fin de año.

Y, como rezan los consejos en las revistas de moda para quinceañeras: "less is more".

Tratar de notarse a toda costa provoca suspicacia, cuando no franco rechazo en los jefes.

Es una fiesta y también ellos buscan relajarse un poco, circular y no están pendientes de verificar a los empleados extraordinarios. Por favor, si quieres estar en gracia con la jefatura, busca tener resultados concretos y mostrarlos en las reuniones adecuadas.

El ambiente relajado, la sutil desinhibición a la que nos somete el alcohol, y una cierta valentía de "grupo", genera en algunos la necesidad imperiosa de reclamar los agravios - reales o imaginarios - recibidos durante el año.

No se dan cuenta que al hacerlo, pasan ipso facto, de la "víctima" al rol del "verdugo".

La primera produce cierta simpatía social. El segundo nos provoca repulsión.

Si en verdad tienes diferencias importantes con gente de la organización, háblalas sobrio, en privado y en otra ocasión.

Esa sutil desinhibición producto del alcohol y ese envalentonamiento social del grupo, genera pequeños estrellatos cuya fama, lejos de proyectarnos a las alturas, tiene consecuencias desastrosas.

Por favor, evita apoderarte del micrófono, por mucho que supongas que tiene dotes histriónicas fabulosas.

Los bailes sensuales y/o atrevidos, así como las improvisaciones fantásticas sólo funcionan en las películas para adolescentes.

Por misericordia con los demás (y contigo mismo), ten dignidad y abstente.

Finalmente, una de los puntos más complicados y delicados tiene que ver con las relaciones interpersonales con colegas.

Si bien las tres primeras conductas graves pueden disculparse producto de la ingesta etílica, esta última es la que suele tener consecuencias más funestas en lo personal y en lo profesional.

Muchas empresas debido a los recortes presupuestales prefieren restringir las celebraciones de fin de año sólo a los empleados.

El caldo de cultivo es propicio para atreverse a cruzar la línea profesional, pero esto es una salida artificial y sumamente perniciosa para nuestra vida.

La cercanía profesional, los éxitos compartidos, la adrenalina generada por el estrés profesional, son fuertes alicientes para nublar nuestro entendimiento, y suponer que eso es razón suficiente para establecer un vínculo personal.

Todo esto se complica mucho más si las personas involucradas tienen relaciones formales con otras personas, lo cual no exime a los solteros de procurar una actitud profesional en todo momento.

La recomendación general es: no intentar resolver problemas personales con una relación de oficina.

Sobre el manejo de estos eventos, lo primero sería realizar algunas recomendaciones de orden técnico. Es decir, consejos prácticos para el momento de la fiesta:

  • 1. Siempre come algo antes de la celebración. No llegues con el estómago vacío, so riesgo de ser más susceptible a los predecibles brindis de "llegada".
  • 2. Haz una lista de las personas con las que te conviene hablar durante la fiesta. Colegas, clientes y/o proveedores, compañeros de otras áreas de la empresa. Y, de preferencia, procura hablar con estas personas durante el inicio de la celebración. No esperes al final, pues es probable que algunos se retiren temprano (o que otros no se encuentren en sus mejores momentos al final de la misma).
  • 3. Procura no estar con el mismo grupo todo el tiempo, pues esto te restará visibilidad con el resto de la organización. Particularmente es poco recomendable pasar demasiado tiempo con los jefes.
  • 4. La más importante de todas sin duda: no bebas demasiado.

Si bien las celebraciones de fin de año son asumidas de formas muy distintas por cada persona, hay elementos comunes. Para algunos existe un fuerte componente religioso, mientras que para otros puede tener tan sólo una connotación de cierre de ciclo.

Lo que todos comparten es que estas fechas son excelente momento para reexaminar posiciones profesionales y personales, con el ánimo de establecer planes de mejora.

Es época de reflexión y de revalorar nuestras relaciones y nuestras acciones, de hacer conscientes nuestros aprendizajes y de proponernos su aplicación para el futuro.  Así que, ¡Felices fiestas!

*El autor es profesor de Factor Humano en el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE), donde se especializa en temas de cambio en la vida profesional, estilos de mando, cultura organizacional y aprendizaje en la organización.

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