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Sabores que resucitan

Calabaza en piloncillo y un poco de leche, un postre con sabor a tradición, dice Edith Ávila; pero la estrella de estos días se la lleva el Pan de Muerto.
dom 31 octubre 2010 06:03 AM

Octubre: las lunas más hermosas y las celebraciones de muertos coloridas, llenas de flores y de ¡comida! Y luego el 2 de noviembre con su aroma a incienso, altares a los familiares muertos y las flores de cempazuchitl.  Para mí esto se traduce en cenas a la luz de la luna y otras golosinas de temporada. Como la calabaza en piloncillo con sus pepitas y un poco de leche, un postre o merienda con sabor a tradición, o al menos a eso le sabe a mi mamá porque esa calabaza le recuerda a su mamá.

El protagonista de esta temporada es el Pan de Muerto, un alimento muy vivo y vinculado a las ceremonias del 2 de noviembre donde las familias preparan altares a sus antepasados con los que fueron sus alimentos preferidos, fotografías y este pan "de muertos" que disfrutamos los vivos. Si alguien quiere hacer pan de muerto en casa, buena suerte. Tal vez porque tengo una lesión cervical que me ha restado mucha energía, pero en lugar de amasar con mis manos la harina con levadura y agua, he preferido recorrer las panaderías boutique donde el pan es delicioso. Así que voy directo al bocado sin pasar por el rito de paciencia y dedicación, aquí no vale mi súper batidora, habría que ensuciarse las manos y amasar con el sudor de la frente el pan ceremonial del Día de Muertos. Ya desde principios de octubre se ha notado la acción de ventas de las cadenas de súper mercados ofreciéndonos,  en distintos tamaños, el pan de muerto ya empacado y listo para agregarse a nuestro carrito de compras. Desde la entrada de las tiendas las pilas de pan individual o familiar, no en vano es parte de lo que comemos los mexicanos en estas fechas.

¿Y todo el pan de muerto sabe igual? No, hay delicadas diferencias entre un horno y otro. Caminando por Polanco o la Condesa, hay un par de panaderías pequeñas que me encantan por su buen sabor en todo, pero si tengo que ir en coche también llego hasta La Tour de Peilz, en Camino a Santa Teresa, donde con suerte está el panadero - agradable y bien parecido - o "al pie del cañón" su musculoso asistente (ya lo dije, amasar a mano hasta que sude la frente, fortalece los músculos), esta panadería tiene su clásico pan sorpresa, un elegante pan tipo campesino que al llegar a la mesa es desprovisto de su tapa y deja a la vista unos ricos bocadillos cuyos ingredientes son al gusto del cliente. Pero volvamos al pan de muerto y acompañemos nuestra rebanada con una taza de chocolate caliente, un café de olla o café simplemente, sin discriminar el té o el vaso de leche.

Los niños en cuyas familias no se acostumbra honrar el altar a sus muertos, está la diversión de la noche de brujas, como mis sobrinos que son del tipo de los que siempre buscan más variedad y entretenimiento, para ellos la fórmula infalible en otros años ha sido hacer galletas de vainilla con formas de calabaza, fantasma y brujita para cubrir con la cobertura tipo Wilton. Es como jugar con ellos a las acuarelas comestibles. Sus fantasmas quedan como espectros por su corta edad, pero se divierten bastante.

Bueno, este año, tampoco tuve pilas para hacer mis galletas de vainilla y cargar charolas del horno a la repisa. Mi recurso comercial, y no por eso menos sabroso, es la línea que Krispy Kreme preparó para Halloween. Así que niños, escojan entre una calabaza con relleno de manzana-canela, la telaraña de chocolate o la calavera de frambuesa.

Reservo mis mejores ánimos y secretos para la temporada navideña.

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Minuto de microondas ...

¡Que me den capirotada! ... es la expresión con la que ironizo lo poco afortunado, sin ofender a los que gustan de este postre que parece aceptar cualquier ingrediente: pan viejo, almendra, nueces, cacahuate, manteca, piloncillo, canela, coco, clavos, queso, pasas y acitrón. La capirotada, por sabrosa que quedé, siempre me parecerá un postre dulce y saturado, la salida elegante del pan duro. El plato que mi abuela servía cuando no estaba en su mejor día y uno era el "castigado" con recalentados de otras comidas y ese pan viejo transformado en un postre  que al llegar a mi lugar en la mesa, me obligaba a preguntar: ¿qué tanto tiene? ... y antes de recibir una respuesta le echaban un poco más de queso o coco rallado.

Pues que no les den capirotada sino dulces, esperanza y tranquilidad en estos días en que se recuerdan a los muertos.

 

La autora es economista por la Universidad Panamericana, con estudios de posgrado en el extranjero y una gran pasión por la buena mesa. Ha publicado varios artículos y libros de literatura, economía y sociedad.

Edith tiene buen sazón, cocina desde antes de la era del microondas y su lema es "quien cocina no lava los trastes". Aunque acostumbra escuchar noticias mientras prepara los alimentos, no se le salan ni se pasan de cocidos. Cualquier sugerencia o comentario será bienvenido a: eco_avila@hotmail.com

 

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