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FMI: un campo minado para Lagarde

La francesa carece de sólido conocimiento en teoría económica, dice el experto Sergio Negrete; EU favoreció a Europa para que en 2012 un estadounidense dirigiera el BM, añade.
mié 29 junio 2011 06:08 AM
Todo préstamo que el FMI conceda a naciones europeas en el futuro, y es de esperarse que será un torrente de dinero por algunos años, tendrá el sello Lagarde. (Foto: AP)
lagarde (Foto: AP)

El Consejo Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional ni siquiera tuvo el pudor de ceñirse al calendario fijado por sus miembros, y el 28 de junio designó (aunque sería más preciso decir que coronó) a Christine Lagarde como la nueva Directora Gerente del FMI. La señal para proceder, dos días antes del plazo fijado como límite, al parecer fue el anuncio del esperado apoyo estadounidense. El FMI no sale bien parado de la farsa que ha sido el proceso de elección. Los dictados de la economía política internacional prevalecieron desde un principio sobre el imperativo de buscar a la mejor persona para el cargo. Estados Unidos hoy le rascó la espalda a los europeos; el año que entra éstos harán lo propio para coronar a Hillary Clinton (o quien prefiera Barack Obama) como Presidente del Banco Mundial. Particularmente vergonzoso fue descartar a un candidato extraordinario, Stanley Fischer, porque su edad (67 años), supera por dos años una regla que pudo ser fácilmente eliminada. Es de notar que el Decano del Consejo Ejecutivo del Fondo, y quien piloteó el proceso de selección, el egipcio Shakour Shaalan, tiene 82 años.

Lagarde no es una mala candidata, sencillamente en méritos ocupaba un distante tercer lugar entre los tres nominados originales, puesto que era ampliamente superada por Agustín Carstens (y ya no digamos por Fischer).

Mucho se puede decir en favor de Lagarde. Es, sin duda, una administradora extraordinariamente competente. Encabezó una prestigiosa firma internacional de abogados y ha ocupado tres carteras ministeriales bajo dos presidentes franceses, destacadamente la de Economía, Finanzas y Empleo desde hace cuatro años. Como ministra ha manejado con eficacia Consejos ministeriales a nivel europeo y el G20. Puede hacer un papel extraordinario en el FMI.

Pero Lagarde tiene también varios problemas que minan su paso por el FMI, y que pueden llevar a graves problemas. De entrada, es una abogada que dedicó la mayor parte de su vida a temas legales. Carece, entonces, del sólido conocimiento de teoría económica que tienen cientos de funcionarios del FMI, que hasta en sus niveles menores del escalafón cuenta en muchas ocasiones con doctores en economía.

En su presentación ante el Consejo Ejecutivo del FMI, el 23 de junio, la todavía ministra no mostró humildad alguna sino, en todo caso, arrogancia. Dijo que en el FMI prevalecía una "mentalidad de búnker" que un "liderazgo fuerte" (esto es, el de ella) podía eliminar. Como puede que descubra muy pronto, también muchos funcionarios del FMI son bastante arrogantes intelectualmente. El encontronazo puede sacar chispas.

Más chispas saldrán si Lagarde comparte las peculiares ideas de su pronto ex jefe, el presidente galo Nicolás Sarkozy, sobre economía. Las ocurrencias de Sarkozy, como el tratar de controlar los precios de los alimentos (prácticamente por decreto) o el proponer  un "nuevo sistema monetario internacional" puede que le ganen algunos puntos entre los votantes franceses y son inofensivas -mientras que no sean tomadas en serio por organismos como el FMI-. Lagarde puede ser heterodoxa en términos de política económica, pero el Fondo es un baluarte de ortodoxia. Dominique Strauss-Kahn mostró la habilidad y flexibilidad para encontrar un punto medio. Dados el elevado déficit fiscal en muchos países industrializados, Lagarde no la tendrá tan fácil en caso de intentarlo.

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Otro reto enorme que enfrentará Lagarde es demostrar que, como Director Gerente del Fondo, no favorecerá de manera especial los intereses de Europa. Un problema, puesto que precisamente por eso fue nominada.  Al menos a nivel de percepción pública existe un claro conflicto de interés, y no será nada sencillo de superar.

Todo préstamo que el FMI conceda a naciones europeas en el futuro -y es de esperarse que será un torrente de dinero por algunos años- tendrá el sello Lagarde. El nivel de los créditos será, es ya de tal magnitud, que se corre un riesgo significativo: que un día el FMI no pueda recuperar todo lo prestado. Y como el organismo es, de hecho, una unión de crédito de 187 países, entonces los "socios" tendrán que compartir la pérdida. Es muy probable que ello pondría a Estados Unidos (sobre todo con un congreso dominado por republicanos) en pie de guerra. Más injusto sería todavía que los países pobres de África, Asia y América Latina acaben subsidiando a Grecia o Portugal.

Finalmente, la nueva mandamás del Fondo enfrentará un reclamo de países emergentes, destacadamente los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) de que la próxima elección del Director Gerente del FMI sea realmente abierta, transparente y meritocrática. Algo que Lagarde se cuidó mucho de prometer cuando presentó sus ideas ante el Consejo Ejecutivo del FMI. La omisión no es para sorprender por parte de una hábil e inteligente abogada: habría sido como confesar en público que el proceso de su elección era simple y llanamente una farsa.

*El autor es Doctor en Economía por la Universidad de Essex. Investigador asociado del Centro de Estudios Espinosa Yglesias y Profesor de Tiempo Completo del ITESO. Entre 2004 y 2009 trabajó en el Fondo Monetario Internacional.

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