Nota del editor: El autor es profesor-investigador de la División de Estudios Políticos del CIDE y Doctor en Economía por George Mason University. Sus trabajos recientes han aparecido en la revistas Public Choice, Política y Gobierno, así como en los volúmenes Policymaking in Latin America y Debatiendo la Reforma Política.
Su twitter es: @javieraparicio
(CNNMéxico) — En una democracia representativa, la competitividad de las elecciones generales induce una mayor democratización de los procesos de selección de candidatos al interior de los partidos. Esto sucede por dos razones muy sencillas. Uno, los malos candidatos pierden. Y dos, para los partidos políticos no siempre es fácil encontrar a un buen candidato. Veamos por qué.
Los líderes partidistas preferirían poder controlar el proceso de selección de candidatos para asegurarse de que sus cuadros preferidos o más leales consigan la nominación. Sin embargo, en cada vez más países se observa una tendencia a utilizar elecciones primarias o procesos de selección de candidatos cada vez más abiertos, y que son menos controlables o predecibles por las cúpulas partidistas. Al mismo tiempo, la evidencia indica que los candidatos que surgen de una elección primaria tienden a tener mejores resultados en las elecciones generales.
La selección de candidatos al interior de un partido presenta al menos dos dilemas. El primer dilema consiste en postular al candidato que mejor refleje las preferencias de un líder de partido, de la militancia partidista, o las del electorado más amplio posible.
Por ejemplo, el presidente saliente de un partido en el poder se debate entre apoyar a quien le fue más leal durante su gestión, o bien al aspirante con mayores probabilidades de ganar la contienda general. Este es el dilema del presidente Calderón. Por otro lado, al interior de todo partido existe una tensión entre postular al candidato que mejor refleje las preferencias de su militancia, o bien a un candidato que apele de mejor manera a las preferencias del electorado en general. Este es el dilema del PRD.
El segundo dilema a la hora de elegir candidatos consiste en decidir qué tipo de experiencia merece ser premiada, lo cual requiere anticipar qué tipo de experiencia valoran más los votantes: una carrera partidista, experiencia legislativa o en el gabinete, o bien cargos ejecutivos de elección popular.
En los sistemas presidenciales, la gestión de los ejecutivos tiene más visibilidad que la de otros cargos públicos. Por ello los gobernadores son candidatos naturales a la presidencia y tienen cierta ventaja frente a legisladores o secretarios de estado. Un tecnócrata no siempre es un buen candidato porque las habilidades de un buen ministro no son necesariamente las que mejor funcionan en una campaña. Del mismo modo, un legislador puede ser muy atractivo para la cúpula de su partido, o muy impresionante en un debate parlamentario, pero no tanto en un mitin público. En cambio, los gobernadores no sólo cuentan con mayores recursos a su alcance y un mayor reconocimiento público, sino que también cuentan con una experiencia de campaña exitosa.
Los buenos candidatos son difíciles de encontrar pero, de un modo u otro, los votantes parecen reconocerlos fácilmente durante la campaña. La experiencia y el carisma personal cuentan mucho, sí, pero no es una regla infalible. En 2006, el carismático ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal perdió frente a un ex legislador menos carismático pero más eficaz en su campaña.
Es por ello que no debe sorprender que cada vez más aspirantes a la presidencia convoquen a procesos de selección interna más abiertos. En el PAN, Josefina Vázquez Mota se ha pronunciado por una elección abierta para enfrentar en mejores condiciones a Ernesto Cordero , el precandidato apoyado por el presidente Calderón, y quien presumiblemente contaría con el apoyo del aparato partidista en una elección interna acotada a delegados. Por otro lado, el aparato panista se encuentra más debilitado ahora que hace seis años. ¿Si a Santiago Creel no le bastó el apoyo de Fox, le bastará hoy el de Calderón a Cordero? ¿Quién sería un mejor candidato en 2012, el tecnócrata o la política?
En el PRD, Marcelo Ebrard se ha pronunciado por realizar encuestas con base en población abierta porque sabe que entre simpatizantes de izquierda las preferencias favorecerían más a Andrés Manuel López Obrador , quien no ha dejado de hacer campaña desde hace seis años. A ojos del electorado, ¿quién sería un mejor candidato en la elección general, el pragmático Jefe de Gobierno o el candidato ideológicamente puro?
Para el PRI las cosas son más sencillas. Es muy probable que Enrique Peña Nieto gane la candidatura de su partido bajo cualquier esquema de selección interna (caso muy distinto al de Madrazo en 2005). Aún así, su contendiente más cercano, Manlio Fabio Beltrones, buscará el proceso que le permita salir mejor librado de la contienda interna y que le asegure un mejor posicionamiento a su grupo político en el futuro.
Las opiniones expresadas en este texto únicamente corresponden a su autor