OPINIÓN: Las mujeres desactivan la bomba poblacional
Nota del Editor: Fred Pearce es un periodista medioambiental con residencia en Londres, que ha reporteado en 67 países en los últimos 25 años. Su libro más reciente es “Peoplequake: Mass Migration, Ageing Nations and the Coming Population Crash”, publicado en los EU como “The Coming Population Crash”.
Esta semana el mundo llega a 7,000 millones de personas . Es comprensible que despierte la preocupación por una población mundial a la alza. Sin embargo, hay una buena noticia proveniente de datos demográficos que no es enunciada muy a menudo. Nosotros –o más bien las mujeres pobres del orbe- desactivamos la bomba poblacional.
Las mujeres de hoy tienen en número la mitad de hijos que sus madres y abuelas. El promedio mundial ahora ha bajado a 2.5 hijos por mujer, y continúa decreciendo.
Éste no es sólo un fenómeno del mundo rico . Gran parte de Asia ahora tiene tasas de fecundidad por debajo de dos niños, desde Japón hasta Corea y China, con su política de solamente un hijo, pasando por Taiwán, Vietnam, Birmania, Singapur y gran parte del sur de la India, así como sectores de Medio Oriente. Detrás del velo, las mujeres de Irán han reducido su fecundidad de ocho a menos de dos hijos en una generación.
Podría decirse que los jóvenes en las calles que exigen democracia en la Primavera Árabe son mucho más activos políticamente porque no están en casa criando a familias numerosas.
La disminución de la fertilidad se da más rápido se los países se vuelven más ricos y si las mujeres son educadas mejor. Asimismo, la urbanización ayuda mucho. Mientras que incluso niños pequeños pueden ser un activo económico en una granja rural africana, son un gasto en las ciudades, donde es necesaria la educación antes de que puedan conseguir un empleo. Las abundantes megaciudades del mundo pobre pueden parecer como símbolos de sobrepoblación, peor también son parte de la solución.
Sin embargo la verdad es que, ricos o pobres, musulmanes o católicos, laicos o devotos, socialistas o capitalistas, con estrictas políticas gubernamentales de control de natalidad o sin ellas, en la mayoría de los países pasa lo mismo. Las familias pequeñas se están convirtiendo en la nueva regla.
La razón, pienso, es muy simple. Las mujeres tienen familias más pequeñas porque, por primera vez en la historia, pueden hacerlo. En el siglo veinte, el mundo erradicó muchas de las enfermedades que solían matar a la mayoría de los niños. Hoy la mayoría de los niños crecen. Las mamás no necesitan más tener cinco o seis niños para asegurar a la próxima generación. Con dos o tres es suficiente, y esa es la razón por la cual eligen ese número.
Por supuesto, hay quienes se resisten. En gran parte de África, las mujeres rurales todavía tienen por lo general cinco hijos o más. Pero si África sigue el ejemplo de Asia, podemos ver un fin al crecimiento poblacional. Creo que estamos por ver “el máximo de población” por ahí de mitad de siglo. Quizá en alrededor de 9,000 millones de personas.
Después de eso, bajo actual la tendencia de la disminución de fertilidad por debajo de los niveles de reemplazo, veremos una caída de la población mundial.
Y un rápido envejecimiento. Con una esperanza de vida más larga y menos niños, esto es casi inevitable. China pronto envejecerá más rápido que cualquier otro lugar de la Tierra. El envejecimiento está listo para ser el fenómeno demográfico dominante del siglo veintiuno, así como el crecimiento de la población dominó el siglo veinte.
¿Qué significa esto para el medio ambiente? Bueno, el máximo de población es una buena noticia, por supuesto. Pero no cantemos victoria. Es un mito generalizado el que todas las personas extra acaban con el planeta. No es más el caso.
El incremento del consumo es por mucho hoy una amenaza más grande para el medio ambiente que un aumento de personas. Y la mayoría de ese consumo adicional sigue sucediendo en los países ricos en los que desde hace mucho tiempo ha dejado de crecer su población.
Según Stephen Pacala, director del Instituto del Medio Ambiente de Princeton, las personas más ricas del mundo –eso es un 7% de la población mundial- son responsables de la mitad de las emisiones de dióxido de carbono en el planeta, causa primera del cambio climático producido por el hombre. Mientras tanto, el 50% más pobre del mundo son responsables de sólo el 7% de las emisiones. Así que no hace sentido el que detener el crecimiento de la población en el mundo pobre tenga más que un efecto muy marginal en el cambio climático.
Son los patrones de consumo del mundo los que debemos arreglar, no los hábitos reproductivos. Cada vez que hablamos de demasiados niños en África o en la India, negamos este hecho.
La bomba poblacional puede que sea desactivada por las mujeres del mundo pobre. Sin embargo, el mundo rico ni siquiera ha empezado a desactivar la bomba del consumo.
Las opiniones expresadas en este comentario son solamente las de Fred Pearce.