OPINIÓN: La agenda deseable de Davos
Nota del Editor: Mohamed A. El-Erian es director ejecutivo y codirector de Finanzas de Pacific Investment Management Company LLC (PIMCO) y autor de When Markets Collide (Cuando los mercados colapsan).
(CNN) — Una vez más, funcionarios de gobierno de alto nivel y directores ejecutivos de casi todos los rincones del mundo se reunirán a partir de este miércoles en los Alpes Suizos para las reuniones anuales de Davos. De nuevo, la agenda es de amplio alcance e interesante. Y una vez más, aquellos que seremos testigos silenciosos de las celebraciones esperaremos que resulte una impresionante combinación de capacidad intelectual y personalidades, que pueda contribuir a mejorar la comprensión de lo que aqueja al mundo y, lo más importante, a saber qué se necesita para mejorar el bienestar global.
El tema principal de la reunión de Davos de este año es bueno: La Gran Transformación, aunque está un poco atrasado. Alude al conjunto de realineamientos globales que impactan en los países avanzados y en los emergentes. El lema invita a los participantes a analizar por qué el mundo parece tan mal equipado para abordar los cambios en el terreno económico, político, social e institucional. En PIMCO hemos reflexionado sobre estos realineamientos. Allá en 2009, propusimos un término simple, La nueva normalidad, para dar la idea de que, luego del impacto de la crisis financiera, la economía global no se pondría en marcha ni rápidamente ni sin problemas. Más bien, el mundo sería testigo de transformaciones materiales que crearían tensiones, retarían los criterios convencionales y, críticamente, se necesitaría agilidad intelectual y operacional, tanto del sector público como del privado.
De acuerdo con nuestro análisis de los factores subyacentes, argumentamos que las economías avanzadas se enfrentarían a una desafortunada combinación de crecimiento económico excepcionalmente lento, desempleo persistentemente alto, y preocupaciones recurrentes de deuda y déficit. Mientras tanto, las economías emergentes lideradas por Brasil, China e India, acelerarían su fase de breakout, de ruptura. El impacto de esta situación iría mucho más allá del objetivo fundamental de sacar a millones de ciudadanos de la pobreza, y tendría implicaciones en el funcionamiento de la economía global.
A la luz de esto, remarcamos la importancia de los cambios preventivos y proactivos en el diseño de políticas a nivel nacional, regional y multilateral, como un medio para garantizar transiciones ordenadas que potencien el bienestar. Y señalamos que esto necesitaría de una evolución material en la forma y fondo del diseño de políticas.
Desgraciadamente, estos cambios no han sido inminentes, especialmente en las economías avanzadas. Ciertamente, en vez de responder con audacia a la nueva normalidad, los responsables del diseño de políticas cayeron más profundamente en la trampa de la “inercia activa”, esto es, dando la apariencia de estar activos, pero esencialmente cautivos de una mentalidad anticuada y de enfoques viejos (y cada vez más inefectivos). Las cosas empeoraron por una combinación de negación inicial, reconocimiento inadecuado de la situación y las recurrentes riñas entre los principales encargados de toma de decisiones de Europa y Estados Unidos.
Como resultado de ello, La nueva normalidad se está transformando en un fenómenos más incierto, inestable y desafiante. Dentro de los próximos años, es factible que haya un vuelco hacia uno de los dos extremos de la distribución, ya sea hacia el equilibrio que implica el reestablecimiento de las condiciones para el crecimiento sustentable, la creación de empleos y el reequilibrio financiero ordenado; o hacia el extremo desagradable caracterizado por tasas más altas de desempleo, deflación de deudas, inestabilidad financiera y hasta mayores desigualdades en la distribución de la riqueza y del ingreso.
Esta metamorfosis, de la curva en forma de campana al mundo bimodal, es más evidente en Europa. Su salida del paso en 2001 posiblemente dé margen para dos resultados, una fragmentación compleja de la eurozona o su evolución en una zona reducida, menos imperfecta y más robusta para los países con condiciones iniciales similares.
Con este telón de fondo de un cambio en la distribución de los posibles resultados económicos y financieros globales, esperemos que Davos discuta la “gran transformación” del mundo en el contexto en que necesita realizarse este debate para reubicar a la economía global en su camino al crecimiento sustentable, a la creación de empleos y a la estabilidad financiera. Sería especialmente importante que la impresionante lista de participantes llegara a un consenso en seis temas claves:
- ¿Cómo puede Europa hacer la transición hacia un marco institucional y político que contemple una combinación de crecimiento económico, empleos, la contención de las deudas soberanas y un robusto sector de servicios financieros?
- ¿Cómo puede Estados Unidos superar su disfuncionalidad política paralizante para lograr el equilibrio adecuado en áreas claves: entre los estímulos inmediatos y las mejoras fiscales a mediano plazo, entre las reformas fiscales y las de gastos, entre los incentivos empresariales y las redes de seguridad social más sólidas, y entre el bienestar de los baby boomers y el de otras generaciones?
- ¿Cómo las economías emergentes, entre ellas Brasil, China e India, pueden asumir efectivamente sus mayores responsabilidades globales y al mismo tiempo seguir cumpliendo con las aspiraciones legítimas de sus ciudadanos?
- ¿Cómo se puede acelerar el ritmo lento de las reformas de instituciones multilaterales para que puedan reflejar mejor las realidades globales de hoy, en vez de aferrarse a sus intentos por legitimar obsoletos derechos feudales?
- ¿Cómo se puede conjugar todo esto con las realidades ambientales, y también reestablecer los sistemas basados en el mercado ante los ojos de la mayoría de la gente que cree en la justicia y efectividad de estos sistemas?
- ¿Cómo pueden los países en transición, entre ellos los del mundo árabe, pasar de desmantelar los sistemas desacreditados a construir un mejor futuro?
La lista es bastante larga y desalentadora; y la historia de Davos no ofrece muchas esperanzas de que se abordará correctamente. Sin embargo, todos debemos seguir esperando y exigiendo que las cosas sean diferentes esta vez. Está en juego el bienestar de miles de millones de personas de todo el mundo.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Mohamed A. El-Erian.