Publicidad
Publicidad

OPINIÓN: El presidente que rescató al futbol americano

Theodore Roosevelt, ex presidente de EU, cambió el rostro de un deporte que estuvo a punto de desaparecer
dom 05 febrero 2012 05:34 PM
brady
manning brady

Nota del editor: Bob Greene, colaborador de CNN, es un autor de éxito entre cuyos libros están: Late Edition: A Love Story y Once Upon a Town: The Miracle of the North Platte Canteen.

Si el domingo del Super Bowl es un día que cada año espera con gran expectación, si es un día que asocia con la emoción y los buenos momentos, hay algo que debería saber:

Existe un político al que le debería agradecer su felicidad.

Por otro lado, si el domingo del Super Bowl es un día que cada año le da pavor, si está consternado por la idea de que el día se ha convertido en una laica festividad homogénea en la que la mayor parte del país parece hipnotizada durante horas y horas, hay algo que debe saber:

Existe un político al cual culpar por su malhumor.

En ambos casos, se trata del mismo político:

Publicidad

El presidente Theodore Roosevelt.

Un argumento convincente puede ser el que, si no fuera por lo que hizo Roosevelt en una reunión en la Casa Blanca a finales de 1905, el futbol americano tal y como hoy lo conocemos no sería parte de la vida estadounidense. No habría existido una Liga Nacional de Futbol (NFL, por sus siglas en inglés) –por lo menos no la popular NFL que se ha convertido en una institución deportiva, comercial y cultural- y es casi seguro que los estadounidenses pasarían el domingo del Super Bowl de una manera completamente diferente.

Aquí está la versión resumida de lo que ocurrió:

A principios del siglo 20, el fútbol americano, ​​tal y como se jugaba en los campos universitarios, era algo cercano a una pelea callejera. Las reglas eran laxas en el mejor de los casos, y de forma rutinaria eran pasadas por alto.

Tan solo en la temporada de 1905, 18 jugadores universitarios y amateurs murieron. Y a pesar de la creciente violencia, los aficionados acudían a los partidos y el deporte fue ganando adeptos.

Por lo tanto, si a los aficionados les gustaba lo que veían, ¿cuál fue el problema?

El problema era que un fuerte movimiento estaba en marcha para prohibir el deporte, para deshacerse del futbol.

Recuerde, la NFL no existía, el juego universitario era el nivel más alto del deporte. El presidente de Harvard, Charles W. Eliot, encabezaba la ofensiva para abolir el futbol, ​​y empezaba a parecer como si él y sus aliados tuvieran la oportunidad de hacer justamente eso. Para darles una idea de qué tan serio empezaba a ser el movimiento para deshacerse del futbol americano, el New York Times publicó una editorial en la que expresaba su preocupación por “dos males curables” en la vida estadounidense: los linchamientos y el futbol.

Entra Theodore Roosevelt.

Existe abundante documentación histórica de lo que hizo Roosevelt, pero como mi guía versa sobre cómo el futbol entró y finalmente surgió y prosperó, busqué la ayuda del autor John J. Miller, cuyo libro meticulosamente documentado La gran melé: ¿Cómo Teddy Roosevelt salvó al  futbol?, es el mejor del tema.

Roosevelt, me dijo Miller, amaba el futbol, ​​pero nunca lo había jugado, cuando era presidente, Roosevelt talló una figura musculosa, de hombre dedicado a las actividades al aire libre tipo Hemingway (bueno, de Hemingway no se sabía nada en esos años, pero se entiende, ¿no?), aun cuando de niño era pequeño, enfermo y tenía lentes. Cuando estaba en la Casa Blanca y el futbol estaba en la línea de fuego, él quería que el juego sobreviviera, “pero se dio cuenta de que los críticos tenían parte de razón .... Amaba el deporte y pensaba que era genial, pero reconocía que algo lo amenazaba... Le preocupaba que íbamos a perder el juego”.

Por lo tanto, Roosevelt convocó a los hombres más influyentes en el futbol colegial a una reunión en la Casa Blanca. Entre los presentes estuvieron Walter Camp, la figura principal en los años de formación del juego, así como representantes de la Universidad de Harvard, Princeton y Yale.

Según Miller, Roosevelt les dijo: “Al futbol lo están juzgando. Dado que creo en el juego, quiero hacer todo lo posible para salvarlo”. Les recalcó los cambios verdaderos y fundamentales que se debían establecer.

Miller dijo que Roosevelt no empleó el “gran garrote”, es decir, no amenazó ni golpeó la mesa. “Solo vi sensatez de parte de Roosevelt”, dijo Miller. “Fue un gran político. Sabía cómo negociar y decir cosas importantes”. (Roosevelt, después de todo, ganaría el Premio Nobel de la Paz por negociar un tratado entre Rusia y Japón, los cuales entablaron una guerra en 1904).

Miller me comentó que, con los hombres de futbol, Roosevelt tenía sin duda “conocimientos suficientes para llevar gente a la mesa y otorgar privilegios y alcanzar acuerdos”.

Lo consiguió. Hubo cierta resistencia durante y después de la reunión, pero finalmente los dirigentes del futbol acordaron desechar muchos de los elementos que habían convertido al deporte en un juego de bestialidad sin reglas.

Las formaciones en masa estilo rugby y las tacleadas pandilleras quedaron prohibidas; la distancia necesaria para un avance se cambió de cinco a diez yardas, lo cual hizo imprescindible el crear jugadores que no necesariamente entraran directamente a través del centro de la línea; se estableció una zona neutral en la línea de golpeo; y lo más importante: un nuevo tipo de juego estableció en el reglamento: el pase hacia adelante.

“Esto revolucionó el juego”, dijo Miller. “Incrementó la acción. Abrió el campo”. El futbol americano se convirtió en algo más emocionante de observar; el juego colegial tomó un auge, nació la NFL.

Hablando de eso: Con las actuales nuevas inquietudes sobre la violencia en el futbol y las lesiones a largo plazo, ¿podría un presidente en el siglo 21 convocar a una reunión para tratar de lograr lo que hizo Roosevelt?.

John Miller lo duda.

“Una razón por la que un presidente de Estados Unidos no podría meterse en el asunto es el miedo al fracaso público”, comentó.

No existía el internet cuando Roosevelt llevó a los hombres de futbol a la Casa Blanca; no había televisión; no existían radios en las casas de los estadounidenses. Fue capaz de resolver el asunto con relativa tranquilidad. Si los dirigentes de futbol fueron convocados hoy a la Casa Blanca, todo el país lo sabría de antemano, y para cualquier presidente, “el riesgo de involucrarse a ese nivel es el riesgo de no tener éxito”.

Le pregunté entonces, en el domingo del Super Bowl, ¿cuál es la forma correcta de considerar a Teddy Roosevelt?

Es sencillo,  dijo Miller: “Fue el fanático imprescindible del futbol”.

Las opiniones expresadas en este texto pertenecen exclusivamente a Bob Greene.

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad