OPINIÓN: ¿Es real lo que sucede en la serie 'Mad Men'? No lo creo
Nota del Editor: George Lois, el influyente publicista y director de arte, es ampliamente conocido por sus 92 portadas icónicas de la revista Esquire, creadas en la década de 1960 y a principios de la década de 1970, muchas de las cuales se encuentran actualmente alojadas en el Museo de Arte Moderno. Su nuevo libro es Damn Good Advice (for people with talent).
(CNN) — Desde el debut de Mad Men, algunos me han llamado “El verdadero hombre loco (The Real Mad Man)”, con Don Draper (interpretado por Jon Hamm) considerado como mi alter ego. Pero Mad Men distorsiona a la industria de la publicidad de mis tiempos al ignorar la dinámica de la Revolución Creativa que cambió para siempre el mundo de las comunicaciones.
Desde donde estoy sentado, afirmar que este exasperante programa es remotamente representativo de los tiempos que vivimos sería como tratar de mostrar la serie Dinastía en el History Channel. Mad Men no es más que el cumplimiento de todos los estereotipos posibles de principios de la década de 1960 muy bien empaquetados para convencer a los consumidores de que el tipo de comportamiento moralmente repugnante exhibido por sus personajes –con sexo ocasional y consumo excesivo de whisky Cutty Sark y cigarrillos Lucky Strike- es glamoroso y vintage.
No fue así. Ese dinámico periodo de la contracultura en la década de 1960 encontró su expresión en Madison Avenue a través de una nueva generación creativa, un círculo rebelde de directores de arte y redactores quienes entendieron que la expresión visual y verbal eran indivisibles, quienes refrenados bajo las viejas reglas que los relegaron a papeles secundarios en el proceso publicitario dominado por gacetilleros sin creatividad y tecnócratas.
En la primera semana de la década de 1960, después de un exitoso año como director de arte galardonado en la legendaria empresa de publicidad Doyle Dane Bernbach, renuncié. Y con dos redactores que eran mis socios, comencé lo que era impensable en ese momento, la primera agencia de publicidad en tener el nombre de un director de arte en su cabecera, y después, la primera en salir a bolsa.
Fue una época hosca para ser un diseñador gráfico como yo, que tenía el atrevimiento de comunicar y de crear iconos en lugar de timos. Y, a diferencia de la serie de televisión Mad Men, trabajamos días completo, agotadores y llenos de júbilo: montando nuevos negocios, creando ideas, dándoles seguimiento, poniéndoles guiones gráficos, vendiéndolas, fotografiándolas y dirigiendo comerciales publicitarios. Y nuestra única “actividad extracurricular” era perseguir pelotas y encestar en los equipos de softbol y basquetbol de la agencia, respectivamente.
El inmediato éxito de nuestra empresa pionera inspiró a un puñado de otros grupos creativos para formar sus agencias y unirse a nuestra apasionada revolución, mientras creábamos publicidad e imágenes que capturaban la atención de la gente, penetraban en sus mentes, hacían susceptible a las personas, y les provocaban actuar, elevando los estándares de la comunicación de masas en todo el mundo.
Claro que los productores de Mad Men hacen una serie para televisión y no un documental. Que conste. Pero por favor sepan que yo, y los otros verdaderos 'Mad Men', no nos asemejamos a los protagonistas gacetilleros sin talento que se divierten en los pasillos de la ficticia agencia de publicidad Sterling Cooper. Y aún si hubiera querido tener una relación adúltera (lo cual es una mentira, Rosie), ¿quién tenía el tiempo para hacerlo?
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a George Lois.