OPINIÓN: En estas elecciones, no nos podemos dar el lujo de anular el voto
Nota del editor: Alina Hernández es miembro fundador de @tuvotoestuarma , campaña apartidista que busca incentivar el voto entre los electores de 18 a 29 años. Estudió relaciones internacionales en El Colegio de México y actualmente trabaja como consultora en asuntos públicos.
(CNNMéxico) — A principios de este año, a partir de la convocatoria de Gil Hernández, integrante del grupo de rock Furland , un grupo de jóvenes profesionistas de distintos ámbitos -politólogos, urbanistas, promotores culturales- nos reunimos preocupados por la apatía, a veces justificada, que veíamos en personas de entre 20 y 30 años, respecto a las elecciones del próximo 1 de julio.
Algunos anulamos nuestro voto en las elecciones intermedias de 2009, cuando se renovaron los cargos a diputados federales y locales, pero después de los tres años que siguieron, durísimos para el país, decidimos que los desafíos que compartimos son tan apremiantes que no podemos darnos el lujo de no ejercer nuestro poder de decisión. Pienso que es importante que votes por las siguientes razones:
Porque somos el treinta por ciento del electorado: la elección de 2006 se decidió por 233,381 votos, es decir, el 0.56% del total. Los comicios más reñidos de la historia probaron que cada voto cuenta. Por si fuera poco, los jóvenes somos el grupo más grande de votantes potenciales. En la lista nominal para 2012, los menores de 30 años sumamos 30% del padrón electoral, es decir, casi 24 millones de posibles votantes.
Porque hoy, votar es un medio eficaz para expresar nuestras inconformidades: nuestros abuelos fueron los primeros anulistas. Por ejemplo, el mío votó por Cantinflas, y en su momento, ese era, desde mi punto de vista, un verdadero ejercicio de resistencia. Anular era la única manera de repudiar a un sistema para el que sus votos eran poco más que testimoniales. En 1976, por ejemplo, cuando José López Portillo fue candidato único, hubo más de 5% de votos nulos y votos para candidatos no registrados, ¡y con razón! Las circunstancias son totalmente distintas para nosotros. Ahora tenemos opciones para elegir y, más importante, los votos cuentan para decidir quién gobierna. Lo único que separa a nuestro voto de la posibilidad de un cambio es nuestra voluntad.
Porque no todos son iguales: es cierto, cuando rechazamos a los partidos o sus candidatos es por razones similares. Porque no nos representan, porque son corruptos, porque no cumplen sus compromisos, etc. Pero cuando realmente actúan y nos empezamos a identificar con alguno es porque tienen rasgos que los distinguen claramente del resto. Por ejemplo, creo que todos debemos tener los mismos derechos y las mismas responsabilidades, y en esa medida, deberíamos poder formar una familia con la persona que amamos, sin importar su sexo. En México, solo un partido ha promovido la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo —el Partido de la Revolución Demócratica (PRD), en el Distrito Federal—. Si estás de acuerdo con esta acción, deberías tomarla en cuenta para decidir; lo mismo si estás en contra. Tal vez no te interesen todas las propuestas, pero seguramente hay una que te apasione, que te afecte directamente. ¿Quieres conseguir un primer trabajo bien remunerado o poder emprender tu propio negocio? ¿Tener alternativas para la movilidad urbana? Identifica qué asuntos son valiosos para tu vida y la de tu comunidad, infórmate y ejerce tu poder.
Porque la incapacidad de determinados actores políticos los limita a ellos, no a nosotros: entendemos la frustración respecto a los candidatos presidenciales. Los retos a los que se enfrenta nuestro país son demasiado grandes y urgentes para confiar en que uno de ellos pueda con el reto. No hay candidatos perfectos, pero ahí es cuando entramos nosotros. Empecemos por votar, para que ellos se comprometan con nosotros, sigamos sus acciones, exijamos que cumplan sus compromisos y denunciemos sus errores. Hoy tenemos más herramientas que nunca para hacerlo, no solo gracias a las redes sociales, sino porque existen leyes de transparencia, indicadores internacionales, informes de gobierno y otros medios a través de los cuales podemos evaluarlos, exigirles cuentas y hacer que cumplan. Y si no, ¡nos vemos en las próximas elecciones!
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Alina Hernández Aguilar