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OPINIÓN: Jordan llega a los 50 años con una historia envidiada por otros

El basquetbolista no era empático, pero sin duda es uno de los más exitosos en la historia de la NBA
dom 17 febrero 2013 10:52 AM
Michael Jordan
Michael Jordan Michael Jordan

Nota del Editor: David Aldridge ha cubierto la NBA por más de 20 años y es un reportero para la NBA en TNT y columnista para NBA.com.

(CNN) — Contemplar a Michael Jordan mientras cumple 50 años el domingo es ver tu propia juventud flotando con la marea, con el agua tan implacable en su misión como Jordan lo fue en su mejor momento.

Está en ese dulce lugar descrito en el sketch Middle Aged Man protagonizado por Mike Mayers en Saturday Night Live, que trata de un hombre más viejo y más sabio, obsesionado porque la gente miraba su panza. 

Jordan ha sido discreto últimamente porque su equipo, los Bobcats de Charlotte , es uno de los peores de la NBA y porque ha sido malo para construir una franquicia.

No hay duda de que algunos disfrutan del infortunio de Jordan, como quienes no pudieron derrotarlo como jugadores o ejecutivos rivales, o aquellos que cubrieron la liga y observaron el trato deferente que Jordan y los Bulls recibían. Ahora se deleitan en enterrarlo.

Qué montón de idiotas.

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Todos llevábamos una vida cómoda gracias a Jordan: Yo, todos los aduladores de la televisión y los escritores de Chicago, todos los que trabajaron en la NBC en la década de 1990, todos los que jugaron en su contra y escribieron sobre él.

Eso no quiere decir que lo canonices, sino que reconozcas que su excelencia contribuyó directamente a tu bienestar, al igual que el piloto de NASCAR que agradece a los chicos que diseñaron el auto.

La NBA en la época de Jordan estaba en su apogeo como una fuerza cultural y tenía índices de audiencia monstruosos, capaces de atraer a los llamados "espectadores casuales" que si bien no conocían las jugadas, apoyaron a Jordan y a los Bulls de Chicago cuando ganaban los campeonatos .

Los atletas tienden a diluirse con el tiempo, sus asperezas se borran gracias a los biógrafos e historiadores quienes a menudo no aplican en el deporte la rigurosa disciplina de su arte porque quieren seguir siendo aficionados.

Se han escrito demasiadas alabanzas a la vida de Jordan, tanto antes como ahora; se rinde demasiada pleitesía a un hombre que en el fondo no era una persona especialmente empática.

No escribí esto de manera peyorativa, ya que casi todos los grandes atletas en cualquier deporte eran individuos con motivaciones singulares que no se llevaban bien con los demás. ¿Acaso has escuchado una historia de Tiger Woods divirtiéndose con sus oponentes en las casas club?

Magic Johnson, Larry Bird e Isiah Thomas han sido injuriados por al menos uno de sus compañeros de equipo debido a sus ataques verbales brutales en contra de jugadores inferiores; y casi todos los jugadores de sus respectivos vestidores eran inferiores.

Jordan fue solo el mayor ejemplo de esa crueldad, ese deseo de ganar que mutó en obsesión.

Finalmente ganó un título cuando lo rodearon compañeros que lo soportaban tanto como lo disfrutaban, quienes podían aguantar sus incesables pullazos y pruebas y reaccionar, ya sea verbalmente o en la cancha.

No te equivoques, muchos de ellos ganaron millones de dólares y llegaron al Salón de la Fama por jugar a su lado. Los Bulls de Jordan llegaron, ganaron el partido, conquistaron a los aficionados, te quitaron tu orgullo, a tu chica y todo lo que no estaba clavado al piso. Pero todo tiene un precio.

Sin embargo, eso me gustaba de Jordan. Fue el mejor jugador que he visto, el más decidido, el más rudo mentalmente hablando, el más confiado, el menos inseguro. Su voluntad no tenía rival. Se enfrentó a todos y al final los derrotó.

Ese es el Jordan que vale la pena recordar, sin importar que termine haciendo en Charlotte: tan joven, guapo y dinámico y tan dispuesto a sacarte el corazón y a dejarte verlo.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a David Aldridge.

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