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OPINIÓN: Las explosiones en Boston reflejan lo perdido tras el 11-S

Lo ocurrido durante la celebración del maratón reafirma que la paz y la seguridad son algo que ya no volverá
mar 16 abril 2013 01:10 PM

Nota del editor: LZ Granderson, quien escribe una columna semanal en CNN.com, ha sido nombrado periodista del año por la Asociación Nacional de Periodistas Lésbico-Gay y fue finalista de la premiación al periodista en línea en 2011. Es un reconocido escritor y columnista de la revista ESPN y ESPN.com. Puedes seguirlo en su cuenta de Twitter: @locs_n_laughs .

Grand Rapids, MICHIGAN (CNN) — Si el 11 de septiembre de 2001 fue el día en el que todo cambió, entonces el 15 de abril de 2013 es un recordatorio más de ese cambio, de nuestra fragilidad y una nueva realidad, en la que el "no puede ocurrir aquí" es sustituido por "puede pasar en cualquier parte".

Cuando surgieron los reportes iniciales acerca de las dos explosiones ocurridas cerca de la meta del 116º Maratón de Boston —carrera que comenzó con 26 segundos de silencio en honor a las 26 víctimas de la masacre de Newtown—, todos sostuvimos la respiración y esperamos que se tratara de un extraño accidente, una falla de infraestructura o un cableado eléctrico defectuoso.

Alguna fuga de gas.

O cualquier otra cosa, excepto…

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no usó la palabra "terrorismo" en su breve discurso — ya hizo referencia a esa posibilidad este martes —, tal vez en espera de recibir mayor información. No sabemos cuántos responsables hay, no conocemos el motivo, si es que lo hay, tampoco si fue local o externo. Lo que el FBI declaró es que las explosiones fueron bien planeadas.

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Sabemos que la Maratón de Boston se ve en todo el mundo. Que hay tres personas muertas, entre ellas un niño de ocho años, más de 100 heridos e incontables vidas marcadas.

Entonces, si el 11 de septiembre de 2001 fue el día en que perdimos la inocencia, el 15 de abril de 2013 es el recordatorio de que esta nunca volverá.

No necesitamos que el presidente pronuncie la palabra para sentirla.

Esto se vive cada vez que tenemos que quitarnos los zapatos en el aeropuerto, cuando un agente de la TSA nos revisa y desecha un tubo de dentífrico porque sobrepasa los 100 mililitros permitidos. La FAA restringió temporalmente los vuelos sobre el sitio del ataque mientras se reforzó la seguridad en ciudades tan remotas como Miami y Los Ángeles.

De nuevo, no es necesario escuchar la palabra.

Yo estuve en el centro de Londres a principios de este mes y me fue difícil encontrar un bote de basura cuando necesitaba desechar algo. Finalmente, pregunté a algunos de los residentes por qué era tan difícil encontrar uno y me recordaron que el Ejército Republicano Irlandés ocultaba bombas en los botes de basura durante la década de 1990 y como resultado aún se les considera una amenaza para la seguridad.

Eso es lo que pasa cuando el mal, como el que se vivió en Boston, roba nuestra inocencia.

Nos obliga a vaciar nuestros bolsillos, a permitir que inspeccionen nuestros bolsos y que se retiren los botes de basura de las calles en una importante ciudad.

No necesitamos que el presidente lo diga para que recordemos constantemente que si vemos algo, tenemos que decirlo, el límite entre una consciencia sana de nuestro medio y una paranoia irracional, ya no existe. Pero, ¿la paranoia es tan irracional cuando un evento de celebración, como la Maratón de Boston, deja de ser un lugar seguro?

Si el 11 de septiembre de 2001 te hizo llorar, entonces el 15 de abril de 2013 debería enfurecerte.

A pesar de todas las leyes, la creación del Departamento de Seguridad Nacional, los billones de dólares que se han gastado, los discursos políticos y los debates, lo único que podemos hacer es incrementar la seguridad del país. Nunca volveremos a estar a salvo. No de la forma en la que muchos recordamos haber estado mientras crecíamos.

Cuando me encuentro en un gran espacio abierto, busco las salidas de emergencia… y lo odio.

Pero al igual que el amor y el bien, el mal es una fuerza omnipresente que se impone en el resto de la sociedad como un cáncer incurable. Así que mientras Obama dice a los estadounidenses que los responsables "sentirán todo el peso de la justicia", nos acosa el hecho de que con ello no traeremos de vuelta a las víctimas.

La "justicia" no eliminará el miedo que se ha alojado en la gente que estuvo cerca a la explosión. Tampoco nos llevará de vuelta al 10 de septiembre de 2001… antes de que la palabra "terrorismo" estuviera en la boca de todos los estadounidenses.

No se equivoquen, aunque el presidente no la pronunció en su conferencia de prensa, esa es la palabra que las autoridades federales usan. No importa que los culpables de este aborrecible acto vinieran de lejos o de casa.

El origen del responsable o los responsables no nos devolverá la paz que dábamos por sentada hace no mucho tiempo . Eso se ha ido para siempre. Nuestros hijos escucharán las historias acerca de esta paz y nuestros nietos las considerarán como un cuento de hadas.

Si el 15 de abril de 2013 fue el día en el que la Maratón de Boston se volvió blanco del terrorismo, entonces el 11 de septiembre de 2001 fue el día en el que nos advirtieron que sería así. Desde entonces, nada ha sido igual.

Nada será lo mismo de nuevo.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a LZ Granderson.

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