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La Fed, ¿optimismo desmedido?

El futuro económico que prevé la Reserva olvida algunos signos preocupantes, dice Mohamed El-Erian; el estancamiento político y la crisis europea pueden complicar los planes de Ben Bernanke.
mar 02 julio 2013 06:00 AM
Los mercados no han tomado la disminución del programa de estímulos como signo de recuperación económica. (Foto: Cortesía de Fortune)
bernanke3 (Foto: Cortesía de Fortune)

La semana pasada, el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, usó una simple analogía automotriz para transmitir lo que el Banco Central podría hacer en el futuro. En lugar de presionar los frenos, la Fed levantaría un poco el pie del acelerador y lo haría solo si las condiciones económicas se fortalecieran lo suficiente.

Al distinguir de esta manera entre los frenos y el acelerador, Bernanke esperaba expresar el apoyo continuo, pero adecuadamente adaptable de la Fed hacia la economía. Sin embargo, a juzgar por los posteriores comentarios de analistas, la distinción básicamente cayó en oídos sordos. Tras la consecuente ansiedad de los mercados tan pronunciada y desordenada, otros banqueros centrales, tanto en Estados Unidos como en otros lugares, se sintieron obligados a desligarse rápidamente -o, más exactamente, responder- a lo que Bernanke había dicho.

La descripción revisada de los últimos días muestra que los inversores y los analistas habían malinterpretado a Bernanke. Se nos dijo en repetidas ocasiones que la posibilidad de liberar el acelerador era sólo una de las muchas alternativas de política. Algunos banqueros centrales fueron más lejos, insistiendo en que el momento no era el adecuado para ninguna reducción del apoyo de la Fed. Después de estas "aclaraciones", una sensación de calma temporal regresó a los mercados financieros mundiales.

Más allá de todos los discursos contradictorios de los bancos centrales, es importante notar que las primeras reacciones desordenadas a las declaraciones de Bernanke no se debieron a una falla del mundo exterior para distinguir entre los frenos y el acelerador. Parece que una gran parte de la falta de comunicación tiene que ver con diferentes puntos de vista sobre el camino por el que viaja el coche.

La Fed proyecta una carretera que se está volviendo más suave y más fácil de recorrer. En consecuencia, prevé un aumento constante en el crecimiento económico, disminución del desempleo y una inflación tipo Ricitos de Oro (es decir, ni demasiado caliente ni demasiado fría).

La Fed reconoce, pero esencialmente descarta, los vientos perjudiciales en contra que pueden surgir de otra parte. Y esto nos lleva a un destino que todos hemos esperado durante largo tiempo: el regreso de Estados Unidos no solo al crecimiento económico y la estabilidad financiera, sino a que estos factores también estén asociados con los niveles de empleo, los ingresos y las oportunidades de los buenos viejos tiempos.

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Ahora, las malas noticias: las previsiones de la Fed parecen demasiado optimistas para algunos de nosotros. De hecho, desde la crisis financiera mundial de 2008, las proyecciones del Banco Central han sido constantemente decepcionantes, con resultados muy por debajo de las previsiones.

Es difícil sentirse cómodo sobre la exactitud de la perspectiva optimista de la Fed, sobre todo si estás preocupado por la insuficiente demanda agregada, una respuesta insuficiente de la oferta, el efecto perjudicial del sobreendeudamiento excesivo o (como yo), por una combinación de los tres.

Es difícil descartar los posibles baches políticos creados por el altamente polarizado Congreso estadounidense, su consistente incapacidad para reiterar respuestas políticas globales, y su inclinación ocasional hacia las heridas autoinfligidas.

Es difícil descartar los posibles vientos en contra desde Europa. La zona del euro no solo está en recesión, sino que un número creciente de países, encabezados por Chipre y Grecia, carecen de motores de crecimiento significativos. Es sólo cuestión de tiempo antes de que la reestructuración de la deuda y las preocupaciones por una salida resurjan en estos países.

Es difícil ignorar los desafíos que las economías emergentes enfrentan al navegar esta economía global enormemente inusual y con tanta liquidez. Ya sea debido a la creciente incoherencia de las políticas de Brasil o los focos de excesos en China, este importante bloque de países ya no es el motor confiable del crecimiento de la economía global.

Luego están las realmente más complejas -y vehementemente debatidas- cuestiones estructurales y permanentes. Tienen que ver con la naturaleza cambiante de las ganancias de productividad, el impacto distributivo de las innovaciones significativas, y la evolución de las tendencias sociales.

En suma, la cuestión no es si la economía de Estados Unidos seguirá sanando después del trauma del sistema financiero global. Sin duda lo hará, y lo hará de una manera mucho más impresionante que Europa. La pregunta es si esta curación es suficiente en las condiciones actuales para superar decididamente otras cuestiones difíciles, devolviendo así a la economía al punto en donde todos desean que esté.

Todo lo cual nos lleva de vuelta a la Reserva Federal. Quizás Bernanke y sus colegas no están realmente tan confiados en las perspectivas económicas, incluyendo el contexto externo. Tal vez lo que motivó las observaciones sobre el potencial estrechamiento de apoyo artificial monetario de la Fed también está relacionado con el reconocimiento de que el acelerador que está utilizando podría poner una presión excesiva sobre ciertas partes del motor, amenazando entonces con provocar graves daños colaterales en el futuro (o lo que Bernanke una vez describió como "costos y riesgos").

En un mundo menos imperfecto, la disminución del estímulo de la Fed ciertamente se produciría en algún momento, pero por las razones correctas: porque los políticos (y el Congreso, en particular) finalmente están asumiendo sus responsabilidades de formulación de políticas y adopción de medidas globales para asegurar la creación de empleo y un crecimiento elevado e inclusivo. Esto haría más que reducir el riesgo de que el escape explote mientras mantiene el coche en buen funcionamiento; también ayudaría a superar contratiempos desagradables.

Solo en esas circunstancias los mercados interpretarían (y darían la bienvenida) a la reducción del estímulo de la Fed como una indicación de mejoras tanto en el coche como en la carretera. Mientras tanto, los comentarios acerca de quitar el pie del acelerador o presionar los frenos probablemente causarán episodios adicionales de ansiedad en el mercado, no importa cuán justificados y necesarios sean tales ajustes de política, desde una perspectiva a más largo plazo.

*El autor es el presidente ejecutivo y copresidente de inversiones de PIMCO.

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