OPINIÓN: México debe reafirmar el dominio de la nación sobre hidrocarburos
Nota del editor: Agustín Miguel Alonso Raya es diputado federal del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Vicecoordinador del Grupo Parlamentario del PRD. Síguelo en su cuenta de twitter: @AlonsoRaya_
(CNNMéxico) — Estoy convencido que es necesario cambiar la legislación en materia energética, pero no para compartir la renta petrolera con la iniciativa privada, sino para modernizar Petróleos Mexicanos (Pemex) y reafirmar el dominio de la nación sobre los hidrocarburos.
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) no se opone a la inversión privada, de hecho, empresas nacionales e internacionales ya invierten en el sector energético a través de los contratos incentivados, pero nuestra convicción es proteger la soberanía sobre los hidrocarburos.
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El PRD busca, sin modificar los artículos 27 y 28 constitucionales, que Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), fortalezcan su aporte al desarrollo nacional para detonar la inversión, el desarrollo industrial y la creación de empleo.
Se pretende que Pemex se convierta en una verdadera empresa pública, con un nuevo régimen fiscal, autonomía presupuestal, autonomía de gestión y un gobierno corporativo más ágil al cambiar su Consejo de Administración, lo que permitiría enfrentar los retos futuros y cumplir con su objetivo de garantizar la seguridad energética de nuestro país y abastecer de energéticos de calidad a la población, pero a un costo razonable.
Me parece que la iniciativa de reforma energética del gobierno federal plantea abrir a la inversión privada, la explotación petrolera y cercenar la exclusividad del Estado en los ámbitos de hidrocarburos y electricidad.
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Pero no propone ninguna medida para corregir la excesiva burocracia, los privilegios de la dirigencia sindical, la corrupción, la falta de inversión y los daños provocados por el vandalismo que sufre por parte del crimen organizado, que son algunos de los lastres que frenan el crecimiento de la paraestatal.
Pemex es la empresa más importante en México al ubicarse en el primer sitio en ventas totales, mientras que en el ámbito internacional ocupa el segundo lugar en utilidades antes de impuestos y el quinto en producción de petróleo crudo; es la décimo primera empresa integrada de todas las compañías petroleras del planeta, y en América ocupa el sitio décimo tercero.
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Pemex es competitivo, opera con costos menores en producción, exploración y desarrollo, comparado con las empresas más importantes de la industria a nivel mundial como Statoil, ExxonMobil, ENI, Petrobras y Chevron.
Sin embargo, el actual esquema fiscal impide el crecimiento de la paraestatal mexicana. Actualmente, la carga de impuestos sobre ventas totales en Pemex es de alrededor del 70%.
Con el nuevo régimen fiscal que propone el PRD, se generarían recursos adicionales que Pemex podría canalizar para inversión productiva y revertir con ello la descapitalización a la que ha estado expuesto.
En estas condiciones, la petrolera mexicana podría abastecer mejor al país de energéticos de calidad, accesibles y a un costo razonable.
Pemex tiene ganancias antes de impuestos, pero al aplicarle el régimen fiscal, éstos últimos son mayores a las ganancias, lo que se traduce en pérdidas contables y financieras.
En este sentido, coincido con la propuesta de modificación del régimen fiscal que plantea para Pemex la iniciativa de reforma hacendaria del gobierno federal, pero considero que es insuficiente.
El PRD busca que Pemex deje de ser una empresa exclusivamente petrolera para convertirse en una empresa energética integral.
Se le imponen nuevos mandatos para contribuir al desarrollo, producción y uso de fuentes de energía alternativas, como los biocombustibles.
El conjunto de cambios legales que impulsa el PRD tienen entre sus objetivos que en el ejercicio de sus actividades cotidianas Pemex proteja el medio ambiente y lleve a cabo acciones preventivas para combatir el cambio climático.
En materia de desarrollo y tecnología se canalizarían más recursos para investigación y desenvolvimiento tecnológico, incrementando el Derecho Ordinario para la Investigación Científica y Tecnológica, al pasar de 0.65 a 1% sobre el valor anual del petróleo crudo y gas natural.
También aumentarían los recursos al Instituto Mexicano del Petróleo y las facultades del Comité de Investigación y Desarrollo Tecnológico.
La transformación verdadera de Pemex implica un cambio profundo en su régimen fiscal actual, con el objeto de facilitarle recursos suficientes para que cumpla con su función de abastecedor de energéticos y garantice la seguridad energética de las próximas generaciones.
No solo es un asunto energético, económico, impositivo y financiero. Tiene también una perspectiva de justicia social.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Agustín Miguel Alonso Raya.
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