Publicidad

Síguenos en nuestras redes sociales:

Publicidad

OPINIÓN: México y Brasil ante el espionaje, ¿mucha falda o poco pantalón?

Mientras que uno quiere fortalecer la relación con el poderoso país vecino, el otro ya es un líder en latinoamerica
mar 01 octubre 2013 08:52 AM
méxico-brasil
méxico brasil presidentes méxico-brasil

Nota del editor: Dejan Mihailovic es profesor del Departamento de Estudios Sociales y Relaciones Internacionales del Tec de Monterrey.

(CNNMéxico) — Vivimos en una era definida como capitalismo cognitivo, cuya principal característica es el predomino de las altas tecnologías, sobre todo en la esfera de creación y divulgación de la información de todo tipo.

Rodeados de herramientas digitales, jugamos con los espacios y comprimimos el tiempo pero, simultáneamente, nos hacemos altamente vulnerables a todo tipo de rastreo de huellas y datos digitales que dejamos.

Las tendencias globalizadoras de las últimas décadas propiciaron la disminución de la lógica estado-territorial a favor de la expansión  y el flujo libre (desregulado) de los capitales, primordialmente de origen comercial y financiero. Esto, a su vez, afectó el tradicional concepto de soberanía de los Estados-nación complicando, el ya de por sí conflictivo panorama internacional envuelto en un supuesto orden global donde la hegemonía y el derecho del más fuerte pueden decidir el destino de países enteros.

La enorme resonancia mediática que han logrado los más recientes escándalos a causa de prácticas de espionaje y actividades de inteligencia que carecen de un mínimo de legitimidad y, aún más grave, violan los derechos de los ciudadanos a lo largo y ancho del planeta, abrió una nueva caja de pandora cuyas consecuencias podrían provocar cambios radicales de carácter global no solamente en la esfera política, económica y social, sino también en nuestros hábitos y estilos de vida.

Líderes mundiales de todo tipo, estadistas y ciudadanos anónimos, todos por igual generan "datos semilla" (direcciones electrónicas, teléfonos monitoreados y/o intervenidos, identidades virtuales creadas en redes sociales, etc.) exponiéndose a los programas de estricta vigilancia que los Estados a veces delegan a agencias semiprivadas.

Publicidad

Desde los atentados del 11 de septiembre, el proyecto Orweliano del gobierno de EU sobre espionaje masivo doméstico y foráneo, se refugia en una muy cuestionada y poco creíble justificación que está basada en la lucha contra el terrorismo.

La estrategia de miedo generalizado tiene como propósito convencer a las personas que aprueben todo acto de intromisión en sus vidas como algo necesario. Pero la realidad es otra.

Observamos que la inmensa mayoría de las actividades de espionaje persigue obtener ventajas desleales sobre los competidores extranjeros en áreas de comercio, industria, finanzas, cuestiones militares y demás segmentos en el escenario global. Poco o nada tiene que ver todo esto con la seguridad nacional de la potencia hegemónica que representa Estados Unidos y cuyo poderío desde hace varios años está en franco declive.

Algunos especialistas en el tema anuncian que esta especie de Cyber neo-imperialismo no es más que desesperación e impotencia de un poder que asiste a su propia decadencia.

El caso de espionaje al que fueron expuestos los mandatarios de Brasil y México es un interesante capitulo que podría ofrecer varias lecturas al respecto. Veamos. Mientras el gobierno de Brasil expresa su indignación y califica el incidente como una violación grave de su propia soberanía, México emite una tibia nota para pedir que se realice una "investigación" sobre el hecho. Es decir, que el gobierno de Estados Unidos se investigue a sí mismo y explique por qué el entonces candidato a la presidencia y ahora presidente de México fue espiado.

La geografía de México es inevitablemente norteamericana, pero su historia es irreversiblemente latinoamericana. Por ello, México siempre ha sido un país de enorme importancia geopolítica y geoestratégica como un punto de unión del continente americano. Los mandatos encabezados por Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012) mantuvieron ampliamente abierta la puerta Norte, pero descuidaron por completo la del sur.

Durante las últimas décadas, México ha demostrado su disposición a consolidar una alianza inquebrantable con el poderoso vecino del norte y a cambio, ahora recibe una notificación clara de desconfianza y hasta menosprecio, a la que responde con una actitud que me hace recordar aquellas posturas catalogadas como entreguistas y tan severamente criticadas durante el foxismo y el calderonato

Si sirve de consuelo a Los Pinos, los aliados estadounidenses en Europa, victimas del mismo fenómeno, tampoco emitieron comunicados que vayan más allá de "sorpresa y consternación". ¿Podrá el gobierno de Peña Nieto dominar el malabarismo sobre la delgada línea roja entre la tolerancia de lo intolerable y la sumisión devoradora de la imagen del país importante y próspero que representa?

Por otro lado, Brasil tiene muy bien consolidado su código geopolítico local, legitimado por el Mercado Común del Sur (Mercosur), su indiscutible liderazgo en el escenario latinoamericano y del Caribe que le otorga estatus de potencia regional y su protagonismo mediante el BRICS (el grupo integrado por China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica), que le permite una proyección global envidiable.

Y mientras Dilma Rousseff exige claridad sobre este penoso asunto, rechaza explicaciones poco convincentes que la administración Obama ofreció al respecto, redefine la agenda bilateral e incluso cancela su visita a Estados Unidos, para finalmente pronunciar un fuerte discurso ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), mientras que los demás países afectados (México incluido), se limitan a una convencional nota diplomática que demanda "investigar sobre los hechos".

¿Acaso las prácticas de espionaje estadounidenses aplicadas a los mandatarios y jefes de Estado como Rousseff, (Angela) Merkel o Peña Nieto forman parte de una amplia estrategia para controlar con eficacia el terrorismo internacional y proteger la seguridad global?

El nuevo "totalitarismo" de la realidad virtual se refleja en un "mundo administrado" en el que toda experiencia de nuestra libertad subjetiva tiene que pasar los filtros de control y disciplinamiento a cargo de unas cuantas dependencias, en cuyos despachos anónimos se toman decisiones que atañen a la vida de millones de personas.

En suma, continuarán las atenciones hacia nuevas revelaciones públicas de hechos que son considerados secretos a voces. No hay ninguna novedad acerca de que sean inviertidos recursos millonarios en Estados Unidos y en el resto del mundo con la finalidad de espiar a todo sujeto propenso o sospechoso de algo y por motivos diferentes.

Finalmente, el mundo actual enfrenta un dilema nada fácil: permanecer, por motivos de seguridad, en la obscena sombra de un ojo al que nada y nadie se le escapa, pero que resulta invisible para cada uno de nosotros, o, reforzar los mecanismos de una democracia más allá de convencionales marcos representativos y realmente comprometidos con el desarrollo y los derechos humanos.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Dejan Mihailovic.

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad