OPINIÓN: México y el añejo deseo de que América Latina esté unida
Nota del Editor: Adolfo Laborde es director de la licenciatura en Relaciones Internacionales del Tec de Monterrey, campus Santa Fe. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 1 del CONACYT.
(CNNMéxico) — A lo largo de su historia, los países de América Latina han tenido una infinidad de encuentros y desencuentros, el más reciente fue la Cumbre Iberoamericana, celebrada en Panamá.
Desde los esfuerzos de integración política con la idea de formar una sola nación, hasta los integracionistas de carácter económico con los esquemas de integración regional o las subregionales, o los bilaterales de libre comercio, por una razón u otra, este sueño integracionista no ha podido ser concretado.
Lejos de ello, América Latina se encuentra dividida ante claras diferencias ideológicas, mismas que en palabras del expresidente boliviano Carlos Meza, "son menores cuando se administran".
Me parece que ocho países de la región se consideran de izquierda —Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Cuba, Uruguay, Brasil y Argentina—, cuatro de derecha —Colombia, Perú, Chile y Paraguay—, y ocho de centro —México, Guatemala, El Salvador, Honduras, República Dominicana, Jamaica, Panamá y Costa Rica—. Independientemente de esto, la pregunta es: ¿hasta cuándo dejaremos las diferencias políticas y económicas para dar paso a la integración real?
La respuesta es que, como se ven las cosas, tendrá que pasar mucho tiempo si no se dan pasos hacia una verdadera cooperación e integración regional. Los obstáculos que vislumbro tienen que ver con las diferencias regionales.
México me parece un país diversificado y preparado para la globalización con el crecimiento de su poder competitivo. Caso contrario ha sido Chile, que lo ha dejado de ser por una cuestión de salarios (encarecimientos).
En el caso de América Central y el Caribe cuentan, con problemas económicos y una cierta orientación económica a los servicios —como el turismo—.
En cuanto a América del Sur, ha sido beneficiada por la bonanza debido al aumento del precio de las materias primas, pero aún no veo una profunda transformación productiva, salvo los casos de Chile y Perú.
Independientemente de los posibles enfrentamientos en la región por mantener un liderazgo, me parece que se debería transitar a un esquema de regionalismo abierto, ya propuesto por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), pero con un ingrediente más: el político.
Hablaríamos de un regionalismo económico y político abierto, en donde el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA), la Cumbre Iberoamericana y la Organización de Estados Americanos (OEA) deberían tener un rol más activo con miras a lo que muchos latinoamericanos añoran, la integración real y no solo 'espiritual', de "Nuestra América Latina" —añorada por Simón Bolívar y José Martí—, en donde el pragmatismo, tolerancia e innovación jugarán un papel de suma importancia.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Adolfo Laborde.