OPINIÓN: Una historia de amor para entender el golpe militar en Tailandia
Nota del editor: Adolfo Laborde es internacionalista del Tec del de Monterrey. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT.
(CNNMéxico) — Como especialista en Asia, regularmente doy seguimiento a lo que acontece en la región, sin embrago, hay dos países a los que les presto más atención: Japón y Tailandia.
El primero porque viví más de cuatro años cuando realicé mis estudios de doctorado y el segundo por razones personales.
Conviví con muchos estudiantes tailandeses y tuve el honor de ser amigo de uno de los mejores analistas del sistema político tailandés, Supasawado con quien compartí la residencia junto con otro gran colega japo-americano, Terrence.
Vivíamos en la cima de la montaña de Rokko san, una de las más famosas y bonitas de la Ciudad de Kobe, Japón. Precisamente gracias a su lejanía y difícil acceso, nos obligábamos a evitar bajar a la ciudad lo que de manera accidental produjo una gran convivencia entre los tres.
De esta manera, surgió mi amistad con Supasawado, un tailandés reservado, pero muy solidario en momentos de crisis. Por él conocí la historia de Tailandia. Supe, entre otras cosas, que por espacio no puedo abordar, que es una país que ha tenido la habilidad de sortear las invasiones y agresiones de sus vecinos desde su época monárquica (Reino del Siam) hasta nuestros días.
El país, por una cuestión de tradición histórica de sus élites, ha mantenido la figura del rey como parte fundamental de su identidad nacional, con el régimen de monarquía absoluta hasta el año de 1932, de hecho, su sistema político actual es una monarquía parlamentaria.
Desde entonces y al día de hoy, el Ejército ha tenido una participación importante en la vida política del país con 18 intentos de golpes militares, de los cuales en 12 han tomado el poder. Esto no es fortuito si consideramos que está vigente una ley que data del año de 1914 en donde se le da el derecho a los militares a intervenir en asuntos políticos.
Esta ha sido la historia de Tailandia de los últimos 80 años, la cual, para los ojos de un occidental parecería difícil de entender. Para efectos prácticos y con el fin de tratar desde una perspectiva humana el fondo del conflicto político y social en ese país, haré uso de una historia de amor en donde precisamente Supasawado fue uno de los protagonistas.
Hijo de un matrimonio de una profesora de educación básica y un comerciante, creció en un ambiente político, económico y social de incertidumbre y crisis. Probablemente esta fue la razón que lo motivó a estudiar el sistema político de su país. Con esfuerzos, sus padres lo enviaron a estudiar a Londres y a Japón. Estoy seguro que sus tendencias progresista y su critica al sistema monárquico de su país proviene de esta formación.
En Londres conoció a su amor imposible. Y digo imposible ya que ella es miembro de una familia con antecedentes monárquicos que nunca aprobó su relación.
Si llevamos esta historia de amor a lo que sucede en Tailandia, digamos que Supasawado representa el movimiento político de los sectores más desfavorecidos que lidera desde el extranjero el ex primer ministro Thaksin Sinawatra, depuesto en el año de 2006, y que a través de las camisas rojas ha sido un contra peso de la oposición que cuenta con el apoyo del Ejército y del rey.
Esta es la razón por la cual la hermana del ex primer ministro Thaksin, la primera ministra Yingluck ha sido depuesta.
Se trata de dos visiones del país, una, progresista y que pone en entre dicho la autoridad moral del rey y la otra, que pretende seguir tratando a Tailandia como un país conservador con una clara tendencia hacia un sistema autoritario y monárquico.
No es fortuito que una razón de la destitución de la primera ministra Yingluck haya sido, además de abuso de poder y corrupción, insultar a la figura del rey Bhumibol Adulyadej.
Esperemos que el estado de sitio termine pronto y que las duras criticas de la comunidad internacional hagan eco en Tailandia. Mientras tanto espero que Supasawado y Ie hayan podido consumar su amor a pesar de sus orígenes y tradiciones familiares.