OPINIÓN: Obama, no te involucres en Iraq de nuevo
Nota del editor: Aaron David Miller es vicepresidente y miembro distinguido del Centro Internacional Woodrow Wilson; fue negociador para Medio Oriente en gobiernos demócratas y republicanos. Síguelo en Twitter .
(CNN)— Es probable que el gobierno de Obama ceda a la presión creciente para "hacer algo" radical en Iraq y cuando lo haga es muy probable que se trate de ataques aéreos y misiles en contra de ISIS. Esto podría aliviar presión política que soporta el presidente de Estados Unidos: sus críticos siguen culpándolo por renunciar al liderazgo en Siria e Iraq, país que ahora se enfrenta al avance de los militantes extremistas del Estado Islámico en Iraq y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés) .
Sin embargo, el resolver las cuestiones políticas en Washington no es lo mismo que enfrentar ni mucho menos resolver las complejas circunstancias que han provocado esta crisis. Para ello se requeriría una estrategia integral de intervención, aunque fuera sin tropas. El presidente Barack Obama no debería involucrarse en una tercera guerra de Iraq.
La mayoría de los detractores de Obama señalan que si el presidente tan solo hubiera dedicado más tiempo y esfuerzo a negociar la situación de las tropas con el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, para tener una presencia residual, a responder ante el uso de armas químicas en Siria y a respaldar a la oposición de ese país, no se hubiera desatado el caos yihadista en ambos países.
Pero aunque este gobierno, el Congreso y la opinión pública hubieran respaldado una intervención limitada, Estados Unidos no habría podido impedir que se desarrollara esta dinámica ni en las mejores circunstancias.
No podemos llevar de la mano a Iraq para siempre ni acabar con la guerra civil en Siria sin hacer un enorme compromiso militar. Entre más dure el conflicto en Siria, más beneficiará a los yihadistas que se alimentan de su violencia y sectarismo.
En cuanto a Iraq, el gobierno de al Maliki insiste en mantener el dominio y los privilegios de los chiitas y en reprimir a los sunitas, con lo que ha creado un ambiente propicio para la expansión de ISIS. Ninguna intervención militar de ningún gobierno podría equilibrar los efectos de este mal gobierno sectario. Eso y la debilidad de las instituciones del Estado iraquí han permitido que ISIS prospere.
Sin importar los progresos que Estados Unidos haya logrado en Iraq entre 2003 y 2011, la disfunción que moldea el futuro de Iraq depende de circunstancias que se desencadenaron con la invasión en sí, con la naturaleza de Iraq y su ubicación. Esas mismas circunstancias limitan lo que Estados Unidos puede hacer y deberían hacer que el gobierno estadounidense tenga cuidado de dejarse arrastrar otra vez.
El dominio sectario de Maliki
¿Cómo puedes esperar que haya estabilidad y seguridad en un país en el que el contrato político que existe entre los gobernados y los gobernantes está totalmente sesgado a favor de la comunidad chiita? Eso es lo que ocurre con Nuri al Maliki y no es probable que cambie. La represión chiita provoca que los sunitas se sientan desposeídos —es una de las razones por las que la violencia se ha intensificado en el último año — y por eso es difícil lograr que los soldados sunitas luchen y se resistan a los avances de ISIS. Esa también es la razón por la que se dice que algunos sunitas son aliados de los yihadistas de ISIS.
Esa es una razón para tener cuidado a la hora de respaldar a un gobierno que no está comprometido seriamente con compartir el poder y la reforma, ya no digamos intervenir militarmente para defenderlo. Estados Unidos no pudo construir un nuevo Iraq por medio de la fuerza militar antes de que se supiera que al Maliki es un triunfalista. ¿Cómo podría hacerlo ahora que está claro que lo es?
Los vecinos
La situación geográfica moldea el destino. Este no es el vecindario de Estados Unidos: no tiene tantos intereses como quienes viven aquí. Estados Unidos puede estar comprometido con un Iraq democrático, no sectario y plural en donde todos se lleven bien como una gran familia feliz. Sin embargo, Irán y Arabia Saudita imaginan resultados distintos y actuarán en forma contraria a los intereses estadounidenses.
A Irán ciertamente le preocupa ISIS, pero sabe que sus intereses a largo plazo dependen de la estabilidad de Iraq bajo el dominio chiita. Eso significa que aunque ayudará a al Maliki, no lo presionará para que haga reformas. Por otro lado, los sauditas no pueden tolerar a al Maliki y aunque les preocupan los yihadistas sunitas, creen que tienen cierto mérito por debilitar al primer ministro. Tanto el gobierno de Irán como el de Arabia Saudita seguirán considerando que Iraq es un campo de batalla en donde limitan la influencia del otro y promueven a su bando en la guerra entre sunitas y chiitas. La estabilidad de Iraq y la visión altruista que Estados Unidos tiene del futuro de ese país serán las víctimas.
La guerra civil en Siria
Cualquier estrategia que implique lidiar aisladamente con Iraq fracasará en llegar a la fuente principal de la amenaza de ISIS. La guerra civil en Siria les cayó del cielo a los grupos yihadistas. A menos que Estados Unidos esté listo para extender su zona de operación y para desarrollar una estrategia continua y agresiva para contener —si no es que destruir— la presencia de ISIS en Siria, cualquier esfuerzo en Iraq solo tendrá éxito a corto plazo en el mejor de los casos. Tras haber evitado deliberadamente la intervención militar estadounidense en Siria, Barack Obama bien podría intervenir ahora, con todos los riesgos de que la misión se extienda. El atacar a ISIS también ayudará a Bachar al Asad en Siria y a Irán en Iraq.
Una estrategia seria
Eso nos lleva a la dimensión más complicada de este problema. Si no hay una estrategia seria y sostenida que cuente con un componente militar, contraterrorista, político y económico que incluya la movilización de la comunidad internacional, será difícil que el gobierno de Obama pueda arreglar las cosas. Ello implicaría que Estados Unidos se involucre , empezando con la CIA o las fuerzas especiales en calidad de asesores que probablemente operarían clandestinamente.
Aunque los ataques aéreos sirvieran para detener a ISIS, se tendrían que usar repetidamente. También sería necesario entrenar más a las fuerzas armadas iraquíes y lo más probable es que se requiera la presencia de asesores para instruirlos en el uso de equipo militar sofisticado. A pesar de todo esto, es probable que ISIS siga siendo capaz de asegurar enclaves en Iraq.
¿No vimos ya esta película? Se llamó Iraq 2003-2011 y está claro que no tuvo un final feliz. Así que, señor Obama, probablemente no tenga más remedio que volver a intervenir en Iraq con ataques militares. Tal vez tenga resultados positivos a corto plazo. Pero con el tiempo probablemente no sea así. Los chiitas triunfalistas, los sunitas descontentos, la influencia iraní y los separatistas kurdos se encargarán de eso. Iraq fue una vez una trampa para Estados Unidos y volverá a serlo.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Aaron David Miller