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OPINIÓN: Peña Nieto, el elogio a un nuevo orden

El presidente llegó a su segundo informe de gobierno destacando como su mayor logro las reformas aprobadas con el apoyo multipartidista
mié 03 septiembre 2014 10:13 AM

Nota del editor: Rafael Morales es licenciado en Ciencia Política y Administración Pública, y maestro en Estudios Políticos y Sociales por la UNAM. Ha sido docente en instituciones educativas como la UNAM y la UAM. Actualmente es director del Centro de Estudios en Partidos Políticos y Procesos Electorales por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).  Síguelo en su cuenta de Twitter: @Rafael_Morales

(CNNMéxico) — A 21 meses del arranque de su administración, Enrique Peña Nieto presenta su segundo Informe de gobierno en el que presume las reformas instrumentadas por otro poder. Extraña rendición de cuentas para un presidente que ya no lo puede todo, que tiene que agradecer al Congreso por "hacer equipo" para la aprobación de su agenda.

Pero Peña Nieto no llega solo a la cita. Está amparado por los perredistas que ahora presiden el Poder Legislativo. Lo reconoce y por ello reza: "Este no es el país de antes, este es el México que se atrevió a cambiar". Cierto: el Partido de la Revolución Democrática se ha institucionalizado. Hoy es un Partido de Estado que reanima creativamente el poder de la institución presidencial.

En su mensaje, Peña Nieto se asume como el primer presidente en poder superar con éxito el autobloqueo del multipartidismo. El Pacto por México, señala, fue el primer paso para lograr acuerdos esenciales. Como si él mismo estuviese aún asombrado postula que esos cambios que esperaron décadas fueron posibles en una democracia. ¿Nadie necesita entonces de un autoritarismo competitivo?  

Pero en el discurso, ese presidente que convoca y que logra unificar intereses aparece al mismo tiempo como alguien que debe tomar decisiones impopulares, que por reformar divide. Y se justifica: "reformar no es sencillo… reformar implica tomar decisiones y asumir costos". Costos que sólo pueden estar entre compartir el poder en áreas clave y polarizar hasta el extremo a la sociedad.

Por ello Peña Nieto tiene que aparecer como un presidente democrático, que exponga las reformas como si fueran el resultado de "la voluntad de cambio de los mexicanos", no de un arreglo elitista. La fórmula es perfecta por banal: un México voluntarioso que se mueve hacia la paz, hacia la inclusión, hacia la educación de calidad, hacia un mayor liderazgo en el mundo, hacia la prosperidad.

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El presidente señala que sus reformas ya están en acción mientras múltiples sectores se oponen abiertamente a ellas. Su audacia para apartarse del pasado difícilmente generará una convocatoria más amplia porque no plantea una reforma moral que involucre a toda la sociedad. El Informe no mueve al pensamiento ni al debate porque se queda en un elogio ligero a un nuevo orden social.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente Rafael Morales

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