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OPINIÓN: Proteger a los niños refugiados es una prueba a nuestra humanidad

Los conflictos se han multiplicado e intensificado en los pasados años y se han generado millones de refugiados y desplazados, opinan Filippo Grandi y Henrietta H. Fore.
mié 20 junio 2018 11:19 AM

Nota del editor: Filippo Grandi es el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Henrietta H. Fore es Directora Ejecutiva de Unicef. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a los autores.

(CNN) — Todos los días, Ayman, un muchacho de 14 años, trota en la pista de atletismo de un pequeño estadio local. Ayman es un refugiado sirio. No corre porque tenga la esperanza de volverse miembro de la delegación olímpica de refugiados cuyas historias inspiraron a Río 2016. Tampoco porque le interesen particularmente los deportes. Dice que corre porque su madre y su padre murieron en la guerra de Siria, que ya lleva siete años, y que tal vez un día tenga que volver a huir.

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Ayman tiene razones para entrenar. En 2017, cada dos segundos alguien se vio obligado a huir por persecución, por conflicto o por violencia.

Hay 68.5 millones de desplazados, el equivalente a la población de Francia. Más de la mitad de los refugiados del mundo son niños. Más de 173,800 niños refugiados o que buscan asilo terminan separados de su familia o se han visto obligados a huir por su cuenta. La guerra, la violencia y la persecución dejan sentir sus consecuencias más devastadoras en su vida y en su futuro destrozado.

nullLos conflictos se han multiplicado e intensificado en los pasados años y se han generado millones de refugiados y desplazados; no obstante, parece que los gobiernos han pasado por alto su obligación de cuidar de los niños. Tal vez se deba a que las estadísticas son tan abrumadoras que nos insensibilizan al sufrimiento humano que representan.

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Ya sea solos o con su familia, nosotros —los gobiernos, las agencias de ayuda humanitaria, las empresas y las comunidades— tenemos una obligación moral y jurídica con estos niños. Los países desarrollados y de ingreso medio reciben al 85% de los refugiados del mundo y usualmente carecen de recursos para atenderlos. Los presupuestos de asistencia humanitaria son insuficientes y la indiferencia de la comunidad internacional afecta principalmente a los niños porque los expone a la pobreza , a la explotación , al trabajo infantil y al tráfico de personas .

Hay que aumentar el apoyo a estos países en su intento por incluir a los niños refugiados en sus sistemas nacionales de educación, salud y protección social. No podemos construir un futuro si confinamos a los niños refugiados en un sistema educativo paralelo que consiste en materiales anacrónicos, escuelas improvisadas o maestros no capacitados. Su vida queda en riesgo cuando los rechazan en los hospitales y las clínicas estatales, obligándolos a buscar fuentes no oficiales de atención médica.

Muchas emergencias de refugiados en todo el mundo han surgido de crisis que se han prolongado. Esto significa que hay varias generaciones de refugiados que no conocen otra cosa que el exilio. La asistencia humanitaria tiene que comprender más que alimento, agua y techo. Tiene que incluir protección, educación, atención médica, acceso a un empleo y a un rayo de esperanza para aquellos a quienes el mundo ha dejado a la deriva.

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Los niños refugiados soportan sufrimientos inconcebibles todos los días. Para quienes emprenden viajes hacia la seguridad o para alcanzar a sus familiares en lugares lejanos, los contrabandistas y los traficantes suelen ser el único recurso.

nullExpuestos a peligros extremos en embarcaciones destartaladas, en barcos de rescate incapaces de atracar, en camiones con cámaras de refrigeración, acampando en refugios improvisados, con frecuencia se enfrentan a la hostilidad y al rechazo justo cuando creen que por fin encontraron refugio. Rechazados por guardias fronterizos y cercas impenetrables , encerrados en centros de detención , separados de sus padres … la violencia que los expulsó de su país se perpetúa en la recepción hostil que reciben.

La Unicef y la ACNUR reafirman que todos los niños que se desplazan, sin importar cómo o por qué tuvieron que dejar su hogar, deberían recibir la misma atención y la misma compasión que cualquier otro niño. Los niños son niños primero que nada y su bienestar y sus derechos deben ser el eje de nuestras acciones, sin importar su nacionalidad, su situación jurídica o la de sus padres.

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Deberíamos darles la bienvenida, educar e invertir en los niños refugiados, dondequiera que estén. Son notablemente adaptables. Pueden aprender el idioma y hacer amigos si se les da la oportunidad. Si se les permite florecer a través de un entorno seguro, educación y oportunidades, contribuirán a las sociedades que los reciben y ayudarán a reconstruir su país cuando la paz les permita regresar.

Para lograrlo, se necesita un enfoque radicalmente nuevo que involucre a los gobiernos, a las comunidades, a los donadores, a las agencias de desarrollo, a las empresas, a las organizaciones religiosas y a todos aquellos que puedan participar en la protección y el apoyo a los refugiados.

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El nuevo modelo para una reacción más predecible y completa a los refugiados, que la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó en 2016, ya está generando cambios . Sienta las bases para un nuevo pacto mundial sobre los refugiados que se presentará ante el organismo mundial más adelante este año .

nullSi se implementa correctamente, el objetivo será transformar la forma en la que el mundo reacciona a la situación de los niños refugiados y su familia. Esto incluye inversiones en comunidades que reciben refugiados y políticas de asilo justas y humanas que permitan que los refugiados vivan en condiciones seguras y dignas. Habrá más oportunidades para reasentarse, para reunirse con sus familiares, para estudiar y trabajar en el extranjero que reducirán la necesidad de hacer un viaje peligroso.

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Este es nuestro llamado a la acción: hay que proteger a los niños refugiados, albergarlos y equiparlos para su futuro, sin importar si están en nuestra puerta o en fronteras remotas. Tienen que recibir una educación que les dé las habilidades y la confianza para reconstruir su vida.

Nuestra capacidad de hacer la diferencia en su vida, entre la desolación y la esperanza, entre el abandono y la construcción de un futuro, es una prueba a la humanidad de todos.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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