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OPINIÓN: Triunfo de Francia en Rusia es una victoria para todos los inmigrantes

La diversidad racial y étnica de la selección francesa de futbol da otra lección más optimista sobre la inmigración, la globalización y la ciudadanía, opina Peniel Joseph.
lun 16 julio 2018 12:38 PM
Francia, campeón del Mundial Rusia 2018
Francia, campeón del Mundial Rusia 2018 Veinte años después de lograrlo en su templo de Saint Denis, Francia impuso ante Croacia la ley del más fuerte para convertirse por segunda vez en su historia en campeona del mundo, esta vez en Moscú. (Foto: ALEXANDER NEMENOV/AFP)

Nota del editor: Peniel Joseph es titular de la beca Barbara Jordan para la Ética y los Valores Políticos y director fundador del Centro de Estudios sobre Raza y Democracia de la Escuela Lyndon B. Johnson de Administración Pública de la Universidad de Texas en Austin (Estados Unidos), en donde también da clases de Historia. Ha escrito varios libros, el más reciente: Stokely: A Life. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) — El emocionante triunfo de Francia sobre Croacia en el Mundial representa una victoria para África y para todos los inmigrantes.

El éxito del equipo es particularmente notable porque el sentir antiinmigrante, particularmente contra los inmigrantes de raíces africanas, ha agitado a la sociedad francesa desde hace dos décadas. En 2005, la inestabilidad racial y urbana mantuvo en vilo a los multifamiliares de los suburbios de París tras la muerte de dos adolescentes que se electrocutaron en una subestación eléctrica mientras huían de la policía. Apenas hace un mes hubo disturbios en la ciudad de Nantes, a dos horas de París, porque un inmigrante guineano murió a tiros a manos de la policía.
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Los enfrentamientos por la brutalidad policiaca, la justicia racial y las oportunidades económicas dan forma a los debates en toda Europa y en Estados Unidos, sin importar quién tiene derecho a ser ciudadano. Los inmigrantes de raíces africanas pueblan todos los estratos de la sociedad francesa, particularmente aquellos que exigen trabajos difíciles, mal pagados y a veces peligrosos. Muchos de estos inmigrantes —y ciudadanos— están relacionados con Francia y con el pasado colonial europeo en general.

El equipo ganador del Mundial cuenta con nada menos que 15 jugadores de ascendencia africana, incluido el dinámico delantero de 19 años, Kylian Mbappe, de madre argelina y padre camerunés. La composición panafricana del equipo ayuda mucho al mundo —incluidos los aficionados europeos que han gritado consignas racistas desagradables a los jugadores negros— a concebir una nueva versión del deporte más popular del planeta y el significado de ser ciudadano.

El debate a veces tóxico sobre la inmigración en Francia anticipó el debate contemporáneo estadounidense sobre la inmigración, un debate en el que se tilda a las poblaciones más vulnerables de ladrones, violadores y asesinos. La decisión de Inglaterra de abandonar la Unión Europea , popularmente conocida como brexit, se tomó tras la campaña xenófoba en la que se proclamaba que la inmigración era la sentencia de muerte de la identidad británica racialmente pura.
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Estados Unidos de América se precia de sus viejas raíces inmigrantes y de su historia de ser el mayor crisol cultural del mundo; sin embargo, esto tomó un rumbo drásticamente diferente durante las elecciones presidenciales de 2016. Las denuncias cada vez más virulentas de Trump contra los inmigrantes se volvieron el sello de su campaña presidencial y de una victoria desconcertante que representó un revés decisivo para quienes argumentan que la diversidad racial, étnica y religiosa fortalece a las democracias, no las perjudica ni las perturba.

La diversidad racial y étnica de la selección francesa de futbol da otra lección más optimista sobre la inmigración, la globalización y la ciudadanía. Aunque en Francia se considerará héroes a todos los miembros del equipo, los de ascendencia africana siguen enfrentándose a la discriminación por el color de su piel. Incontables inmigrantes africanos, incluidos aquellos que huyen de zonas de guerra, se enfrentan a una realidad terrible para lograr entrar a Francia junto con su familia.

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La cálida recepción que el pueblo francés extiende a los íconos deportivos africanos debería extenderse a los muchos inmigrantes de la diáspora africana y caribeña que buscan refugio de los desastres —naturales y provocados por el hombre— en su país de origen.

Podemos tomar como guía el apoyo de los franceses a Mbappe y a sus compañeros de equipo. En Bondy, suburbio parisino en el que vive Mbappe, y en otras partes, los ciudadanos franceses de todas las edades han ondeado orgullosos los banderines del futbol francés, han portado camisetas de Mbappe y han apoyado a los jugadores.

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En pocas palabras, los campeones del Mundial nos recuerdan que en una era de globalización, la diversidad racial y étnica representa una virtud duradera en todos los niveles de la sociedad, una virtud que tiende puentes culturales y políticos entre países, Estados-nación y vecindarios.

Para millones de aficionados al futbol en todo el mundo, África acaba de ganar el Mundial. Es una idea más que optimista. La composición de la selección francesa representa una respuesta poderosa contra la construcción de muros y de centros de detención para contener y deshumanizar a las poblaciones inmigrantes.

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El debate global sobre la inmigración es la cuestión humanitaria de nuestro tiempo. ¿Cómo trataremos a las mujeres, los hombres, los niños y las familias que arriesgan la vida para buscar oportunidades que abundan en la sociedad occidental? La larga historia de conquistas de Occidente es una de las razones por las que este es un tema particularmente delicado porque muchos inmigrantes de África y otras partes del mundo buscan regresar a un país que renueva la explotación de la era de la esclavitud y sus consecuencias brutales.

Ya no podemos darnos el lujo de fingir que los inmigrantes que entran en cualquier país del mundo no son ciudadanos como nosotros, de ignorar que buscan la oportunidad de prosperar y de volverse ciudadanos de una nueva comunidad mundial. El equipo francés que ganó el Mundial nos demuestra a todos que la inmigración, en su mejor versión, es la clave para un futuro más humano y más libre para todos.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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