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Ni optimista, ni pesimista mal informado

Es mejor que en los siguientes meses lleguemos a un equilibrio ante el año económico que viene, opina Francisco Hoyos Aguilera.
mar 17 septiembre 2019 10:27 AM
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El T-MEC saldrá ganador con las elecciones en EU, toda vez que el presidente de ese país se mantendrá ocupado en lo político.

(Expansión) - Dicen que un optimista es solo un pesimista mal informado, pero en los siguientes meses será mejor que tratemos de llegar a un equilibrio para anticipar el año económico que viene, sin caer en las interpretaciones o en la emoción que despiertan las finanzas cuando se mezclan con la política y viceversa.

Aquí algunos elementos que nos pueden ayudar:

1.- El presupuesto 2020 es conservador, no importa lo que digan las redes sociales. Desde su presentación el domingo pasado ante la Cámara de Diputados, el secretario de Hacienda Arturo Herrera detalló claramente cómo se construyó el primer presupuesto del gobierno actual: los programas sociales presidenciales están garantizados, no habrá nuevos impuestos, aunque se deben tomar medidas para compensar la recaudación y ampliar la base de contribuyentes.
La realidad es que, desde hace décadas, no existe mucho margen de maniobra en el paquete económico y si restamos las obligaciones (deuda, nómina, gastos de operación, por ejemplo) quedan pocas opciones.

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Hoy la austeridad republicana hará su parte para liberar recursos, los programas sociales para impulsar el consumo, pero nada más.
El cálculo del tipo de cambio es correcto y el pronóstico del costo del barril del petróleo adecuado e incluso con enormes posibilidades de dar una sorpresa en los ingresos, si la guerra comercial entre China y los Estados Unidos se suspende en el corto plazo.

El Debate : ¿La batalla comercial EU-china afecta a México?

2.- Crecimiento y Desarrollo nunca volverán a ser lo mismo. Las variables para medir ambos conceptos tendrán que ajustarse, porque influirán en los datos reales y en cualquier otro dato que se maneje, oficial o no. Es decir, los estados del sureste recibirán una inyección de recursos histórica, que por primera vez provocará cambios en su comportamiento económico. No anticipo ningún empate con las condiciones del norte del país, en particular porque estos estados resentirán los efectos de la recesión en los Estados Unidos.

Al mismo tiempo, poblaciones enteras empezarán a gastar el dinero de los programas sociales, encontrarán trabajo en alguno de los megaproyectos del Gobierno federal y empezarán a demandar servicios y bienes que muchas empresas brindarán, encantadas de aprovechar un nuevo nicho de mercado.

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Si a eso se suma el programa nacional de infraestructura que está detallando la iniciativa privada, con la idea de usar la obra pública como un detonador económico, entonces el desarrollo sí impactará en el crecimiento. Ya ocurrió en la Ciudad de México, cuando el presidente de la República era Jefe de Gobierno y se construyó el segundo piso del Periférico, se remodeló el Centro Histórico y Paseo de la Reforma, todo mientras los adultos mayores, madres solteras y jóvenes recibían pensiones y becas vía una tarjeta de pago. El siguiente Jefe de Gobierno, hoy Canciller, siguió la misma ruta y resultó aún mejor.

Lee: México deberá crecer 1.1% en 2020 o habrá más austeridad, advierten expertos

3.- Las elecciones en Estados Unidos serán una buena noticia. Dos razones: mantendrán ocupado a su presidente en lo político, aunque de vez en cuando usará la guerra comercial para motivar a su base, y dejará que sus especialistas y empresas sorteen el conflicto de las tarifas, mientras llega una recesión a su país que será menos severa de lo que se anticipa.

Gracias a lo anterior, el T-MEC saldrá ganador en casi cualquier escenario. Demócratas y Republicanos están seguros de que es el instrumento comercial más importante que tienen a la mano, para bien y para mal. En lo bueno, se pondrán de acuerdo una vez que pasen las elecciones presidenciales, independiente de si hay un segundo periodo o un nuevo inquilino en la Casa Blanca. Para mal, ambos lados lo usarán como arma electoral hasta el último minuto en que sea útil no sacarlo del cajón.

En resumen, ya en el último cuatrimestre, preparémonos para un próximo año austero, prudente en lo económico, agitado en lo político, y en el umbral de la desaceleración internacional. Ánimo.

Nota del editor: Francisco Hoyos Aguilera es Especialista en comunicación. Graduado del Tec de Monterrey con una maestría en la Universidad Iberoamericana. Fue reportero en el diario Excélsior y en la corresponsalía de The New York Times en México. Lleva dos décadas en la comunicación pública y privada. Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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