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México 2020: Intención de paz, no de guerra

En la nueva década el deseo de muchos es que la paz comience a cobrar terreno, y es importante que no traslademos la responsabilidad total a las autoridades gubernamentales, dice Jimena Cándano.
lun 23 diciembre 2019 12:01 PM
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La paz en México se deterioró un 4.9% entre los años 2017-2018.

(Expansión) - La idea de alcanzar un estado de paz está presente en México desde la época revolucionaria, sin embargo, año con año los índices que la miden parecen deteriorarse, a diario nos bombardean noticias en las que se anuncian sucesos violentos que atentan contra el bienestar de nuestra sociedad y aunque nos sigue inquietando estar seguros, con el paso del tiempo nos hemos vuelto indiferentes y no basta con preocuparse, es prioritario ocuparse.

La violencia es un fenómeno que además de permanecer en el tiempo, crece e impacta con más y mayor frecuencia a las personas, y aunque muchas veces estemos ignorando la realidad que de ella emana, cada vez está más cerca de nosotros, de nuestros familiares, amigos o compañeros, en lugares y circunstancias que parecían imposibles.

Retrocedamos algunos años, cuando aún en la década de los 90, el miedo y la inseguridad se concentraban en la capital de la República, incluso la gente del interior no osaba a visitar el antiguo Distrito Federal por la incertidumbre que les causaba pensar en que serían violentados de alguna manera. Posteriormente, ya en los 2000, el fenómeno se extendió también a ciertos estados que se posicionaron como las entidades más sanguinarias, causando incluso migraciones internas, desacelerando el crecimiento económico de las plazas, impactando a todo el país.

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Ahora, antes de finalizar la primera década del siglo XXI, nos encontramos ante una realidad inquietante en la que ya no existe lugar seguro, en la que incluso las zonas que no consideramos peligrosas lo son y las que ya lo eran están siendo rebasadas no solo por la actividad delictiva sino también por la normalización de la violencia. Además, ya no hay a donde escapar, habrá quienes puedan irse al extranjero, pero eso trae consigo otra serie de consecuencias que no son nada positivas para el país, como lo es una fuga de cerebros y capitales.

El impacto económico de la violencia en México durante 2018 fue de 5.1 billones de pesos, cifra que equivale al 24% del PIB nacional. La paz en México se deterioró un 4.9% entre los años 2017-2018, posicionando a Baja California Norte como el estado menos pacífico seguido de Guerrero, Colima, Quintana Roo y Chihuahua.

El año 2019 ha quedado marcado por ser uno de los más violentos, que nos hace sentir a muchos en un filme de Quentin Tarantino, en el que se le otorga la libertad al hijo de uno de los narcotraficantes más importantes en la historia de México y no parece haber repercusiones al respecto, en el que se asesina a civiles, incluyendo mujeres, niños, bebés, y no pasa nada, solo se convierten en una estadística más.

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Está por llegar el 2020 y con él una nueva década en la que el deseo que tenemos muchos es que la paz comience a cobrar terreno y que las estrategias para salvaguardar nuestra vida dejen de ser de papel, escritas desde un escritorio, sin considerar las múltiples causas que inciden en que estemos así.

La inseguridad nos afecta a todos los mexicanos, a los más ricos y a los más pobres, no hay nadie que se libre de sentir miedo al caminar por la calle

Es importante que no traslademos la total responsabilidad a las autoridades gubernamentales, nuestra integridad es trabajo de todos, el primer y más importante paso es que dejemos de ser indiferentes, que de la mano de todos los actores involucrados pidamos que las políticas y programas emigren del discurso a la ejecución.

La realidad se impone y aunque tengamos la esperanza de un 2020 con menos violencia no parece que vaya a ser así, estamos ante un gobierno federal y gobiernos locales que han decidido ser omisos, la impunidad está en niveles que nunca imaginamos y esto va directamente relacionado a la falta de investigación, la falta de capacitación a policías y ministerios públicos entre otros.

Mientras como sociedad no nos comprometamos a presentar denuncias, y el gobierno no reaccione investigando y sancionando, no podemos esperar una reducción en la violencia

Por otro lado mientras las políticas públicas no se enfoquen a los derechos llave, como son la educación, la salud, y a dar oportunidades, no reduciremos la brecha que genera la pobreza y la violencia. Entregar dinero a las personas no les ayuda a romper el ciclo de pobreza, por el contrario se genera un mensaje nocivo en el que se les da a entender que solo valen eso.

Una cosa es cierta, estemos o no involucrados en la creación de entornos seguros, creación de políticas e intervención de poblaciones vulnerables, los mexicanos tenemos un deseo unánime de que el 2020 sea el inicio de la paz y no de la guerra. Podemos lograrlo haciendo bien lo que nos corresponde y sumándonos a organizaciones y personas que están trabajando por lograr esta paz tan anhelada. Si no trabajamos todos juntos será imposible lograrlo. Tenemos que interesarnos por las causas sociales, entenderlas y atenderlas, solo así podremos vivir seguros y tranquilos.

Nota del editor: Jimena Cándano estudió la licenciatura de Derecho en la Universidad Iberoamericana. Obtuvo el grado de Maestría en Administración Pública, Desarrollo Comunitario y Transformación Social en la Universidad de Nueva York. Actualmente es la Directora Ejecutiva de la Fundación Reintegra. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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