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Hay victorias en inclusión y diversidad, pero son aún muchos los pendientes

Ojalá que entre los aprendizajes que la pandemia nos deje como humanidad se encuentre que las diferencias entre nosotros en realidad no representan amenaza alguna, opina Jorge Guevara.
jue 25 junio 2020 10:59 AM

(Expansión) – Otro mes de junio está por concluir, uno diferente sin duda, y me parece que, así como la vida siempre se abre paso, la inclusión, específicamente la relacionada con la comunidad LGBT+, ha hecho también lo suyo este 2020.

En medio del encierro de la pandemia, las celebraciones, mesas redondas, seminarios y discusiones alrededor del Orgullo Gay siguieron adelante gracias al mundo virtual y a la imperante necesidad de mantener la conversación abierta en favor de la tolerancia y el respeto.

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Personalmente, tuve el honor de ser invitado nuevamente a dirigir seminarios y entrevistas virtuales, así como también a participar en paneles de discusión orientados tanto a audiencias corporativas como generales. Debo decir que la experiencia como ponente cada vez me resulta más positiva, principalmente porque en los últimos años he sido testigo de la forma en la que entre los asistentes crece exponencialmente el número de personas que no son parte directa de la población LGBT+ pero que están interesadas en el tema, sobre todo cuando se trata de quienes buscan implementar estrategias de inclusión y diversidad en sus empresas.

No es raro que las compañías y los negocios en el mundo sean detonante de cambios y transformaciones profundas de la sociedad. Por el contrario, además del aspecto de negocios las empresas cubren y son responsables de aspectos sociales porque después de todo, son originadas y operadas por personas, y producen bienes y servicios para la gente.

Hablar y escribir acerca de la comunidad LGBT+ tan abiertamente como lo hacemos ahora refleja lo poderosa que una conversación pública, como la que inició American Express en 2010 en apoyo a la población LGBT+, puede llegar a ser. Algo que siempre me llama la atención cuando exponemos el tema de inclusión LGBT+ con personas externas a la comunidad es que al aprender acerca de la historia, los mitos, conceptos, etcétera, terminan por darse cuenta de que los estereotipos, las etiquetas, el juicio y el rechazo provienen de la falta de información y de ideas preconcebidas tan arraigadas que hasta que no se hacen conscientes se ven cuestionadas.

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La reflexión más significativa de la que he sido testigo y que lleva a las personas fuera de la comunidad LGBT+ a sensibilizarse profundamente con el tema es cuando se aborda el tema de los privilegios. Hasta hace pocos años, dentro de la comunidad gay, no era poco común saber de historias como ésta: estuvieron juntos por una buena cantidad de años, viajaron, trabajaron, y construyeron un buen patrimonio hasta que uno de ellos murió y para mala suerte, todo lo tenían a su nombre.

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Entonces, la familia que nunca los aceptó y los rechazó llegó y despojó de todo al otro, quien ahora además de tener que lidiar con la pérdida de su pareja se ha quedado prácticamente en la calle. Así, lo que para la mayoría son privilegios inherentes y desapercibidos, tales como celebrar abiertamente un matrimonio, faltar al trabajo cuando tu pareja está en el hospital o ha fallecido, heredar tus bienes para proteger a la persona con la que has compartido tu vida, y hasta identificarte con personajes del cine, la TV o la literatura sin que éstos sean una caricatura para divertir a los demás, entre muchos otros, resultan que para una “minoría” de millones de personas en el mundo se convierten en luchas y conquistas ganadas, que más allá de la discusión acerca de la sexualidad representan su reivindicación y reconocimiento como seres humanos.

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Y con lo anterior no pretendo minimizar las adversidades comunes de la vida con las que todos lidiamos sino hacer ver que además de éstas, hay quienes tienen que aprender a vivir y lidiar con otras adicionales, que en el caso de la comunidad LGBT+ son peores dados los erróneos tintes morales con los que se le asocia, complicando aún más la negociación con un mundo de naturaleza heteronormativa. Recuerdo que, en mis primeras entrevistas de trabajo a inicios de los años 90, además del nerviosismo inherente a éstas siempre cargaba también con el temor a “ser descubierto” y perder oportunidades de empleo.

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Ahora bien, es cierto que el mundo enfrenta actualmente uno de los puntos de inflexión más significativos de la era moderna, pero eso no significa que las conversaciones acerca de tolerancia y aceptación puedan detenerse. Sin ir más lejos, justamente cuando estábamos calentando motores para la celebración digital del Orgullo Gay de 2020, cayó sobre todos nosotros una vez más el vergonzoso tema del racismo, algo que quizá muchos creyeron estaba erradicado o al menos controlado.

Es cierto que tenemos muchas victorias para celebrar en temas de inclusión y diversidad, pero son aún muchos los temas pendientes. Los crímenes de odio siguen haciéndose presentes por todas partes, y personas de la comunidad LGBT+ están enfrentando con el encierro el peor de sus temores porque resulta que en pleno 2020 no toda la gente tiene la fortuna de considerar el hogar como un lugar seguro.

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La organización It Gets Better México reveló recientemente que recibieron llamados de ayuda de parte de jóvenes que fueron expulsados de sus casas en plena pandemia tras revelarse su orientación sexual, creciendo los reportes de dos casos a la semana a 15 en apenas días. El odio también es, sin duda, una epidemia contagiosa que no respeta a nadie.

Pues bien, orgullo es una palabra complicada de explicar y justificar, especialmente porque en nuestra cultura se le asocia con actitudes negativas. Pero el Orgullo Gay que celebramos cada mes de junio y buscamos hacerlo visible todo el año, proviene del hecho de que por siglos se nos enseñó, y muchas generaciones así lo creyeron, que la diversidad sexual debe ser motivo de vergüenza. Todavía en este 2020 existen quienes siguen pensando de la misma forma, y creen que las terapias de conversión o algunas fuerzas sobrenaturales pueden cambiar lo que éstas mismas otorgaron por nacimiento.

Ojalá que entre los aprendizajes que la pandemia nos deje como humanidad se encuentre que las diferencias entre nosotros en realidad no representan amenaza alguna. Mientras que, por su parte, la intolerancia y la ignorancia causan daños irreversibles. Mientras tanto, ¡Feliz mes de la diversidad!

Nota del editor: Jorge Guevara es Vicepresidente de Comunicación para América Latina de American Express y activista en contra del estigma y la discriminación hacia todo tipo de minorías. Es Doctor en Psicología y Mtro. en Psicología Clínica y puede ser contactado en el correo opiniondrjorgeguevara@gmail.com . Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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