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¿Qué tanto le durará a Trump la nueva piel?

Fue a partir de la visita de López Obrador, y de la presunción de su amistad tácita, que Trump busca inaugurar una relación distinta con la comunidad latina, apunta Rina Mussali.
jue 16 julio 2020 12:01 AM

(Expansión) – A poco más de 100 días de las elecciones generales en Estados Unidos, existen indicios para suponer que Donald Trump ha virado su estrategia política con el objeto de conseguir la reelección. De ser un presidente insolente que polariza, provoca y atiza, ahora se le mira más conciliador, cooperante y hasta propositivo.

Por lo menos, desde la polémica visita de trabajo del presidente mexicano a Washington, se le percibe como “políticamente más correcto”, incluso porta cubrebocas en eventos públicos, después de la vergonzosa cifra de más de 135,000 muertes por la pandemia del COVID-19 -la más alta del mundo-.

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No hay que confundir: su personalidad, retórica y estilo de liderazgo no han cambiado (ni lo harán); pero sí su comportamiento para atraer simpatías electorales cueste lo que cueste. Considerando el juego de las encuestas y hasta ahora su imperativo mensaje, el hecho de que su principal contrincante Joe Biden lo supere entre el 10 y 14% en las preferencias electorales lo obligan a inclinarse hacia el espectro más moderado y centrista del rompecabezas político, aún cuando ello signifique apropiarse de algunas de las banderas más emblemáticas del Partido Demócrata para congraciarse con el voto latino.

Fue a partir de la visita de López Obrador a Washington y de la presunción de su amistad tácita con el presidente de México, que Trump busca inaugurar una relación distinta con la comunidad latina. Los elogios fueron parte medular de su discurso planchado y muy bien cuidado del pasado 8 de julio para confeccionar su voto rumbo al 3 de noviembre, acto seguido de su propuesta de presentar vía decreto “una gran ley de inmigración” que podría derivar en un “camino a la ciudadanía” para los 700,000 inmigrantes indocumentados beneficiarios del programa DACA, los dreamers que han sufrido un viacrucis bajo el talante racista, xenófobo y antimigrante del habitante de la Casa Blanca.

Resulta sorprendente el giro comunicativo y político de Trump; ¡cómo se transforman los políticos en época de elecciones! Con su cambio de piel le busca robar el monopolio del tema a los demócratas en su paso por cortejar a los latinos. Cambiar la narrativa será crucial para ganar en los llamados “estados columpio o estados batalla”, pues el radio de acción trumpista se ha encogido en Texas, Arizona y Florida, entre otros.

Una encuesta de CBS News/yougov presentada el 12 de julio muestra que en Arizona, Trump está empatado con el ex vicepresidente Joe Biden (46% a 46%), cuando hace cuatro años superó a su contrincante por más de cuatro puntos porcentuales. En Florida, Trump bajó de 48% a 42% en intención de voto, un estado que tomó por un punto en 2016.

El tercer estado, Texas, en el que Clinton perdió por poco más de 9 puntos, brinda también resultados sorprendentes: un 46% de preferencia hacia Trump frente al 45% de Biden, un resultado dentro de cualquier margen de error que lo convierten en un swing state. Para complementar aún más el panorama estos tres estados -pertenecientes al Sun Belt-, se encuentran entre los cinco con mayor población de origen latino.

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AMLO le resta importancia al uso electoral que Trump da a su visita

Lo anterior cobra más importancia cuando otros estados vitales que Trump ganó en 2016 le podrían dar la espalda ahora. Un ejemplo significativo es Wisconsin, cuyo margen de ganancia fue de apenas el 0.77% (23,000 votos). Tan sólo en Milwaukee se estima que 40,000 votantes de Obama no lo hicieron a favor de Hillary Clinton en 2016. Si se considera que es el condado con mayor población afroamericana en el estado, y que su ausencia fue más que suficiente para darle la victoria a Trump, ahora con la pandemia y la hostilidad del presidente hacia el movimiento Black Lives Matter, fácilmente el estado podría pintarse de azul.

En ese sentido, el voto hispano, aunque no es crucial para ganar la elección federal, sí será importante para no perderla. Por supuesto, los latinos no son un grupo lineal o homogéneo, pero sí son un grupo claramente perdedor con el extravío de empleos y la falta de apoyos médicos para enfrentar el tsunami pandémico del COVID-19.

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Es en este contexto que Trump se presenta como un presidente más “elástico” para acercarse a la comunidad latina sin perjuicio de dañar a su base electoral; justamente cuatro días después de la cacareada la visita de AMLO a Washington, Trump volvió a presumir los avances del muro fronterizo.

Por supuesto, y de tener éxito en su camino reeleccionista, habrá que ver si cumple todo lo anterior o, como en temporada de Halloween en plena elección, se trata sólo de un disfraz. Como un reptil, el presidente ha decidido cambiar de piel por diversos factores.

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En este caso, su posición en las encuestas, el peor momento de la pandemia, disturbios racistas, el escándalo por la filtración del libro de Bolton y las memorias escritas por su sobrina Merry Trump, entre otros. En resumen, un presidente que se tiene que correr de la derecha extrema a una posición más centrista. ¿Qué tanto le durará la nueva piel?

Nota del editor: Rina Mussali es analista internacional y conductora de Vértice Internacional en el Canal del Congreso. Síguela en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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