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KM15: la paciencia en la era de la inmediatez

La paciencia, escasa virtud en una época de maravillas tecnológicas, pero también de personas incapaces de soportar una espera, considera Jorge Cuevas.
vie 09 octubre 2020 11:55 PM

(Expansión) – Era febrero del 2003, ya suena a prehistoria, ¿verdad?, mi primo Raúl, unos 10 años mayor que yo, tenía un importante puesto en una trasnacional. Le pedí una cita, me recibió y yo le lloré mi tragedia:

---Primo---le dije---quiero dedicarme a escribir y dar conferencias, es un sueño, pero las cosas aquí en México están muy difíciles, la gente quiere que le regales tu trabajo y además no he encontrado una editorial importante que publique mis libros, por eso vine contigo, para buscar un trabajo seguro, porque estoy harto de andar sin dinero, ayer me di cuenta que no puedo siquiera llevar a mi novia al cine---- Aún no olvido la sonrisa de Raúl, no creas que era una sonrisa compasiva o amorosa, era la sonrisa de alguien que por dentro se está pitorreando de ti.

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---George--- me preguntó---¿Cuánto tiempo tienes que arrancaste este proyecto?

--Más de un año--- le contesté y entonces por fin soltó la carcajada.

---Estás pensando en un proyecto de vida, dedicarte a lo que te apasiona, ¿Es así?, ¿Y te parece mucho un año?, perdón, por eso me reía, mira, ese tipo de proyectos tardan en cuajar, es como meter un pastel en un horno, o sembrar una hortaliza. Desde mi experiencia, un proyecto así tarda 10 años. Pero bueno, de todas formas, aquí en la empresa si hay un trabajo para ti sería en el área de capacitación, ¿te interesaría?---me cuestionó, pero no me dejó contestar, más bien me hizo un reto que me dejó marcado-----Mira primo, si vienes el próximo lunes y me dices que ya te rendiste, que ya renunciaste a tu sueño porque en un año no eres millonario, yo te contrato---Y remató con una mueca llena de humor.

Por supuesto no regresé y no volví a ver a mi primo hasta meses después, en Navidad. Poco a poco las cosas ya iban caminando para mí, y le pude agradecer porque al confrontarme me estaba haciendo ver que de lo que yo andaba escaso era de paciencia.

Raúl me hizo ver que un proyecto, un sueño o un negocio no son una carrera de 100 metros, sino un maratón. Una prueba de resistencia, en la que a veces traes combustible y a veces caminas con las puras reservas.

La paciencia es un básico cuando aspiras a una carrera de la que te sientas satisfecho, es un valor tan antiguo como vigente hoy en tu carrera profesional.

Pero el mensaje de la sociedad puede ser ambiguo; mira, yo hago juegos ejecutivos para hacer más rápido y fácil el aprendizaje, ¿te das cuenta que eso es parte de una tendencia? Cómo le ayudo a mis clientes a facilitarse la vida, a aprender en el 20% del tiempo, sin esforzarse. Este mismo concepto de: “hazlo fácil”, “más rápido”, llévalo a otros contextos, piensa en propuestas del tipo: “hacemos que en un click tengas todo, la peli, la comida, la formación, la pareja.”

Y no estoy criticando la tendencia, solo mostrándote una polaridad, el reto de, en una sociedad de la inmediatez, tener la paciencia como una cualidad diferenciadora.

En muchos contextos es valioso hacer las cosas más rápidas y fáciles, pero en otros el esfuerzo nos forma. ¿Dónde está el punto medio?, donde aprovechamos los fantásticos avances de nuestro tiempo, y ¿cómo le hacemos para no ser débiles?, y cuando hablo de debilidad, me refiero a la debilidad mental de no soportar la espera, de no aguantar una fila, de no tener la paciencia para esperar a que la semilla germine.

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Son dos polaridades, una es la búsqueda de hacer la vida más sencilla a través de la innovación, que si no existiera, aún estaríamos cazando a mano y viviendo en cavernas. Pero, por otro lado, el extremo contrario puede ser ridículo, quedar atrapados en un mundo en el que todo lo queramos al instante, un buen síntoma lo puedes apreciar cuando vas a un restaurante y de forma prepotente alguien se molesta porque no quiere esperar, es como no leer libros porque no pasamos de videos de tres minutos que nos ahorren las lecturas, pero también nos privan de un proceso mental más profundo.

Dice J. M. Ryan que algunas reacciones de impaciencia y agresividad se originan en nuestro sistema límbico, programado para sobrevivir, para defendernos del peligro, a veces reaccionamos a situaciones poco agradables, exagerando, como si fueran casi de vida o muerte; pero no, avísenle al señor prepotentes de la mesa 17, que no va a morir porque su comida llegue 15 minutos más tarde, ¿podremos aprender a controlar nuestros impulsos y no comenzar a tocar el claxon a los dos segundos de la luz verde, como si ahí se nos fuera la vida?

En este sentido, el de la paciencia, yo aprendo mucho de ser corredor, entrenas durante semanas y meses para ver cómo tu cuerpo va reaccionando lentamente, mejoras tu alimentación, haces ejercicios de fuerza y estiramiento y esperas, semanas y semanas, para que el día de la carrera puedas cosechar tu esfuerzo, pero a veces ese día te das cuenta que hay algo que no hiciste bien y debes esperar durante meses la revancha para estar en otro maratón.

A veces te sorprende una lesión y he visto a muchas personas retirarse por no tener la paciencia para llevar un tratamiento y recuperarse, igual que hay personas que dejan a medias un proyecto profesional, que era prometedor, pero requería paciencia.

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En este tiempo, donde queremos la receta mágica e inmediata para casi todo, la Universidad Nacional de Singapur está realizando investigaciones que revelan que la impaciencia acelera el envejecimiento, ¿será que en la sociedad de la inmediatez nos urge todo, hasta arrugarnos o morir?

El que una espera sea desesperante o deliciosa depende de uno mismo, del manejo de las propias emociones, no de la velocidad del mesero.

Si quieres cultivar tu paciencia, como esa polaridad que complemente tu espíritu innovador, normalmente se recomienda aprender a respirar, encontrarle significado a las cosas, entender que la frustración y el fracaso son requisitos indispensables para lograr cosas que valgan la pena, pero a ese arsenal de consejos, quisiera agregarle, para ti, un par de recomendaciones:

1. Busca alguna actividad que implique resultados a largo plazo, sembrar y cosechar, puedes hacer jardinería, maratón, estudiar un idioma que se te complique. Para que a nivel de símbolos o imágenes veas el valor de la paciencia.

2. Dedica al menos una hora a la semana a escuchar a una persona que te desespera, sin ningún objetivo, solo por escuchar y dominarte a ti mismo.

3. Busca algún aspecto de tu vida en el que elijas el camino lento, por ejemplo, no usar la máquina de pastillas de café sino hacerlo a mano, molerlo y filtrarlo con método artesanal; no usar la máquina para lavar trastes, lavarlos tú; construir algo que ibas a comprar; hacer fila en vez de ver cómo te la brincas. Lo que tú quieras, calcula un pequeño presupuesto, ¿cuánto revolucionarías tus resultados si le dedicaras tres horas a la semana a la paciencia? ¿Cuánto impulsarías tu proyecto de vida si entrenas un diferenciador?

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La paciencia, escasa virtud en una época de maravillas tecnológicas, pero también de personas incapaces de soportar una espera. En 2017 tuve la oportunidad de dar algunas conferencias en Chile y fui a visitar un viñedo orgánico en el valle de Casa Blanca; la persona que nos guiaba me regaló una gran lección.

Yo le pregunté que cada cuánto regaban la viña, y me dijo que jamás, que había que enseñar a la planta a esforzarse a extraer los nutrientes que las lluvias le dejaban, que eran igual que las personas. La paciencia y el esfuerzo nos forja, si luego esa capacidad la mezclamos con creatividad e innovación, entonces tenemos los dos polos para hacer la diferencia.

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¿Cuál es tu fortaleza?, ¿la paciencia o la capacidad de moverte y hacer cambios propositivos?, ¿qué podrías ajustar para potenciar tu talento?

Igual que un maratonista, que entrena con toda la pasión, pero que al mismo tiempo debe ser paciente para no acabarse su energía en el arranque de la carrera.

Te veo en el próximo kilómetro.

Nota del editor: Jorge Cuevas es corredor de fondo en la vida personal y profesional. En 20 años de carrera le han publicado 11 libros, entre ellos “MARATÓN” (corredor o no el enemigo está en tu cabeza). Se dedica a desarrollar ejecutivos y emprendedores con juegos innovadores que él y su equipo desarrollan. Es un corredor amateur-amateur que ha hecho ya 10 Maratones en diferentes lugares del mundo. Síguelo en sus cuentas de Twitter , Facebook e Instagram . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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