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A favor de la relación laboral

En realidad, el outsourcing se ha utilizado para cometer más abusos que para flexibilizar y facilitar al mercado laboral, apunta Iván Franco.
jue 19 noviembre 2020 11:59 PM

(Expansión) – En términos laborales, México es históricamente uno de los países con las condiciones de trabajo más precarias entre los países en desarrollo y los desarrollados. Tan es así, que casi 60% de la población ocupada lo hace de manera informal, lógicamente, sin las prestaciones laborales garantizadas por la ley.

Por otro lado, formar parte del club de asalariados en México tampoco es muy redituable para el trabajador. Como he insistido desde hace años, el trabajo es un costo de producción donde la racionalidad económica induce a minimizarlo. Esa es la lógica laboral que se acepta en México desde hace décadas.

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Una forma de minimizar los costos laborales desde el punto de vista contable-administrativo es mediante el outsourcing, una modalidad que fue colándose en el mercado de trabajo mexicano décadas atrás, hasta que se permitió legalmente su figura en el año 2012.

En aquellos años, los analistas reclamaban la flexibilización del mercado laboral. En pocas palabras, querían facilitar y abaratar el costo de los despidos y de las contrataciones, para que el mercado de trabajo se dinamizara. Según ellos, la flexibilización laboral era una condición para el crecimiento económico.

Pues bien, vemos que estaban equivocados, porque ni crecimos más, ni se terminó la informalidad laboral, al contrario.

¿Por qué las empresas buscan el outsourcing?

Hay dos razones fundamentales para la existencia del outsourcing. Una económica, y la otra legal.

La justificación económica sencillamente busca reducir los costos de la empresa. A esta circunstancia no le veo tanto problema, siempre que la empresa requiera contratar trabajadores de forma eventual para la realización de una tarea por tiempo determinado.

No obstante, el outsourcing no tiene justificación siquiera económica si la empresa es, por ejemplo, una fábrica en donde se establezca una relación laboral y de subordinación directa, en tiempo y en forma.

El concepto de la relación laboral y subordinación entre el patrón y el trabajador es lo que da fundamento a la existencia de derechos y obligaciones entre ambas partes. Si no hay relación laboral, no hay vínculo que justifique tales derechos y obligaciones.

Por ello surgió la segunda justificación de la existencia del outsourcing, que es cuando el patrón desea desvincularse del trabajador. Entonces, el empresario acude a la figura de la tercerización para quitarse el peso de dicho vínculo.

En este contexto, el outsourcing ha generado muchos problemas por los abusos en los que incurre, dada la naturaleza anticonstitucional de esta figura en los términos fundacionales de las relaciones laborales de la Ley Federal del Trabajo.

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En realidad, el outsourcing se ha utilizado para cometer más abusos que para flexibilizar y facilitar al mercado laboral.

El outsourcing no genera valor, solo es un esquema de intermediación

En la práctica, el outsourcing funciona como intermediario, más que como un flexibilizador laboral. Es una especie de dealer que interviene en el mercado de trabajo, a cambio de una participación de la ganancia.

Dicha ganancia proviene del mismo valor del trabajo. Por ello, la intermediación del outsourcing no agrega valor al producto del trabajo, sino que, únicamente reasigna las ganancias producidas por este, entre las empresas de outsourcing y los patrones, en detrimento del trabajador y de los sistemas de fiscalización del Estado.

La ganancia de una empresa de outsourcing es la diferencia entre el "salario de mercado", es decir, aquél que paga la empresa a su trabajador por contratarlo conforme a la ley, versus el salario ofrecido por la empresa de outsourcing.

Más, alguna comisión que pague la empresa al servicio de outsourcing por llevarle la nómina. Y, finalmente, los “ahorros” obtenidos por no inscribir a los trabajadores en el Seguro Social, o hacerlo con salarios menores a los que perciben.

La flexibilización laboral

Es cierto que las pequeñas y medianas empresas también se benefician de los esquemas de outsourcing. Pero son las menos. En general, las pymes se saltan directamente a la informalidad.

De acuerdo con los Censos Económicos 2019, un 75% de los 4.685 millones de empleados que no dependen de la razón social (subcontratados) pertenecen a empresas medianas y grandes.

La flexibilización laboral no radica en esquemas que desequilibren la balanza entre el trabajador y el empresario, sino en esquemas que permitan la transición desde la informalidad hacia la formalidad laboral.

La respuesta para lograr dicha transición es fácil decirla, pero casi imposible ejecutarla. Por un lado, tener mejores salarios, y por otro, contar con un paquete de incentivos para apoyar la contratación formal por parte de las pequeñas empresas.

Nota del editor: Iván Franco es fundador y director de la consultora de inteligencia competitiva Triplethree International. Síguelo en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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