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Trump, crónica de la despedida ominosa de un populista decadente

Derrotado, acorralado y cada vez más aislado, Trump es la imagen misma de la desesperación y la destrucción institucional, apunta Horacio Vives Segl.
vie 08 enero 2021 12:00 AM

(Expansión) – El asalto al Capitolio en Washington, la sede del Poder Legislativo federal de los Estados Unidos, el 6 de enero de 2020, quedará marcado en la historia como uno de los episodios más ominosos en la historia de la república democrática más antigua del mundo. Y el único responsable político de este lamentable suceso es Donald Trump.

La sesión de certificación del triunfo de Joe Biden a la Presidencia de Estados Unidos tras la elección popular del 3 de noviembre y la conformación del Colegio Electoral el 14 de diciembre pasados tendría que haber sido un acto legislativo protocolario, de mero trámite y con una duración promedio de 30 minutos.

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Sin embargo, la abyecta actitud de Trump de desconocer en todo momento el contundente triunfo de Biden —tanto en el voto popular como en el Colegio Electoral, por más cerradas que hayan sido las votaciones en algunos estados— llegó a un nuevo límite en su contumaz actitud de impedir lo evidente: la sucesión de actos jurídicos que llevarán a Joe Biden a asumir la presidencia el 20 de enero.

En esa lógica, lo que ocurrió el miércoles en el Capitolio, si bien indeseable y muy lamentable, era un escenario factible que el propio Trump incubó y, probablemente, planeó.

Lejos de asumir su derrota y la alternancia en la presidencia, dado que estados clave y competidos se decantaron por los demócratas en las elecciones de noviembre, Trump mantuvo su retórica del fraude e impulsó toda clase de recursos legales y políticos para revertir el triunfo de Biden, todos y cada uno de los cuales fueron desestimados por autoridades electorales, judiciales y políticas en Estados Unidos.

Sin embargo, la mentira y el engaño, la retórica del robo de la elección y el azuzar a sus seguidores para impedir el triunfo demócrata tuvieron como consecuencia una de las más lamentables páginas en la historia estadounidense. Los actos vandálicos dejan como saldo, hasta ahora, cuatro muertos, el ataque a las oficinas de los líderes de ambas cámaras, las ominosas y ridículas imágenes de “protestas” (fotos para Instagram, en realidad) en el hemiciclo del Senado, y la violenta confrontación entre las fuerzas policiacas y los manipulados militantes trumpistas.

Al calor de los hechos, con exageración y sin fundamento, hasta de golpe de Estado se habló. Después de controlarse los actos vandálicos en el Capitolio, la sesión se retomó y se atendieron y rechazaron las objeciones para avanzar en la certificación de los resultados electorales.

Ante el timorato mensaje de Trump para pedir a sus seguidores que se contuvieran en los desmanes realizados en el Capitolio, resalta la contundencia en la condena de los desmanes y la reconducción a la legalidad e institucionalidad democrárica férreamente defendidas por Biden.

La elección clave de Georgia

Las elecciones (en segunda vuelta) del martes en Georgia para completar los dos escaños faltantes para la nueva integración del Senado fueron un punto determinante para reafirmar lo que la mayoría en Estados Unidos determinó desde noviembre: el rechazo a Trump y el cambio pendular que favorece al Partido Demócrata.

No es casual ni gratuito que un estado que tradicionalmente había sido republicano haya decidido en esta ocasión darle la espalda a los “rojos”, por lo que los demócratas Jon Ossoff y Raphael Warnock asumirán sus escaños senatoriales.

Con este resultado, el Senado quedará integrado en paridad con 50 senadores demócratas y 50 republicanos, y con el voto de desempate de la vicepresidenta, Kamala Harris, los demócratas contarán con el control del Senado, de la Cámara de Representantes y la Presidencia. Un vuelco pendular en el poder político en Estados Unidos. Un contundente castigo a Donald Trump.

Con el tiempo y la contundencia de los hechos en contra, Trump ha presionado y amenazado inclusive a sus aliados al más alto nivel con tal de impedir la victoria electoral de Biden. Hace unos días, esa confrontación llevó a la renuncia del procurador general, William Barr.

Su todavía vicepresidente, Mike Pence, se resistió a concederle el capricho, en la sesión del Congreso para la certificación de los resultados de la elección presidencial, de actuar fuera de los límites constitucionales a los que estaba sujeto.

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EN FOTOS: Washington vive una jornada de caos por la toma del Capitolio

Sin precedentes

Sin precedentes

Donald Trump terminó su gobierno en Estados Unidos con una economía dañada por la crisis del COVID.
FOTO: REUTERS/Leah Millis
El inicio

El inicio

Horas antes del inicio de la sesión, miles de partidarios del presidente saliente acudieron a un mitín en Washington.
FOTO: AFP/Brendan Smialowski
Contra Trump

Contra Trump

En un desafío a Donald Trump, el vicepresidente Pence dijo que no tenía la potestad de revertir los resultados de la elección y que repetería la constitución.
FOTO: AFP/Erin Schaff
El protagonista de la sesión

El protagonista de la sesión

El vicepresidente Mike Pence es el encargado de certificar la elección de Joe Biden. Aquí, aparece con la líder de la mayoría demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.
FOTO: AFP/Erin Schaff
Incitados por Trump

Incitados por Trump

Los partidarios del presidente comenzaron a subir el tono de sus protestas.
FOTO: AFP/Brendan Smialowski
Elecciones fraudulentas

Elecciones fraudulentas

Al igual que el presidente, los manifestantes aseguran que la elección fue robada al presidente, aunque no han ni una prueba de fraude electoral.
FOTO: AFP/Oliver Douliery
Enfrentados por la policia

Enfrentados por la policia

Los seguidores del presidente se enfrentaron a la policía de Washington, que se vio superada.
FOTO: AFP/Oliver Douliery
En el congreso

En el congreso

Los seguidores del Trump lograron derribar las vallas del Capitolio y entrar en el recinto.
FOTO: AFP/Roberto Schmidt
Dentro del capitolio

Dentro del capitolio

Los agitadores, impulsados por el presidente, entraron al capitolio. Los legisladores fueron evacuados.
FOTO: AFP/Saul Loeb
Nuestro congreso

Nuestro congreso

"Ahora es nuestro congreso" dijo un manifestante anónimo a la agencia AFP.
FOTO: AFP/Saul Loeb
Toque de queda

Toque de queda

La alcaldesa de Washington declaró un toque de queda que inició a las 6:00 pm y terminará a las 6:00 am del jueves.
FOTO: Reuters/Leah Millis

La adrenalina y el laberinto

A Trump no le importan la regresión autoritaria ni el legado destructivo con tal de aferrarse a permanecer en la Casa Blanca, lo cual es sencillamente absurdo. Los hechos recientes han generado amargas rupturas con funcionarios de su gobierno y legisladores de su partido. El golpe al Partido Republicano de hoy es fulminante, lo cual no significa que sea irreversible: el ala moderada, con desgano, se ha sumado al bien mayor de asumir la realidad política y continuar con el proceso de alternancia del gobierno.

Con todo, es evidente que Trump quiere dejarle la administración a Biden en las peores condiciones, que le hagan lo más difícil posible remontar el legado destructivo que se sigue acumulando día a día en la recta final de su mandato. Así que, a escasas dos semanas, es previsible esperar que Trump siga haciendo todo lo que esté a su alcance para complicar el cuadro de instalación del Biden.

Derrotado, acorralado y cada vez más aislado, Trump es la imagen misma de la desesperación y la destrucción institucional, sin importar nuevos hitos de daño que provoque en Estados Unidos.

Afecto “a la Trump” por México

Finalmente, vale la pena destacar un detalle menor dentro de la crisis política del 6 de enero, pero que es muy gráfico y consistente con la retórica antimexicana de Trump. No tiene desperdicio su tuit de “hasta México usa identificación del votante”.

Para quien desde su campaña en búsqueda de la nominación partidista utilizó como bandera la estigmatización y el odio contra México, no deja de ser muy elocuente que, al criticar al sistema electoral de Estados Unidos que no le permitió la reelección, utilice como referencia una vez más a nuestro país, por el cual siente un profundo desprecio, para dar a entender que una nación “tan inferior” para Trump como es México, cuenta con un instrumento de identificación de los electores —muy sólido, por cierto, de clase mundial— que en Estados Unidos no se tiene.

La lección es clara: el discurso populista de odio, polarización, engaños y mentiras puede generar que adeptos sin ningún tipo de racionalidad y autocontrol puedan ser y sean fácilmente manipulados e incitados a cometer distintas aberraciones; pero el antídoto al legado destructivo del populismo puede llegar desde alternativas democráticas y liberales.

Nota del editor: Horacio Vives Segl es licenciado en Ciencia Política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y doctor en Ciencia Política por la Universidad de Belgrano (Argentina). Síguelo en Twitter . Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad del autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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