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Con reguladores debilitados es difícil conseguir mercados competitivos

Sin inversión y competencia, otros problemas estructurales como la pobreza serán más difíciles de resolver, considera Ángel Huerta.
mar 26 enero 2021 12:02 AM

(Expansión) – Una de las iniciativas que más se han discutido recientemente es la de la desaparición de los organismos autónomos como el Instituto Nacional de Transparencia (INAI), el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), y la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), para que sus funciones y atribuciones sean adquiridas por algunas entidades de la administración pública federal, lo que supondría un contratiempo adicional para la endeble economía mexicana.

Entre enero de 2019 y octubre de 2020 (último dato disponible hasta el momento en que se escribió este artículo), la inversión productiva se ha contraído 11.4% año contra año en promedio, y si bien la cifra responde en gran medida a las fuertes caídas observadas durante los meses más críticos de la pandemia, la variable suma más de 20 lecturas con caídas interanuales, bastante más tiempo atrás que desde el inicio de la emergencia sanitaria, lo que revela que hay una causa subyacente por la que los inversionistas se han mantenido cautelosos.

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La inversión es una variable que responde a muchas causas, y su pobre desempeño en los últimos años en nuestro país, podría atribuirse a muchas razones, pero una de las principales es la baja confianza empresarial, que provoca la incertidumbre institucional en México, la cual podría empeorar si desaparecen los órganos reguladores.

Por otro lado, la iniciativa que busca modificar el marco constitucional para desaparecer a estos institutos sería violatorio de algunos tratados comerciales a los que suscribe México, entre ellos, el T-MEC, que exige que cada uno de los países signatarios se asegure que su organismo regulador en materia de telecomunicaciones sea independiente y no dependa de alguna entidad gubernamental (Cap. 18). Desaparecerlos podría desencadenar largos litigios y controversias comerciales con nuestros principales socios, desalentando aún más el flujo de inversión.

Además de los inversionistas, los otros perjudicados por la desaparición de los órganos autónomos, específicamente de los que buscan combatir la concentración en los mercados, son los usuarios finales, los consumidores, los hogares, y en especial, los de los estratos más bajos, que no tienen los medios para optar por otras alternativas.

Se ha demostrado y documentado con una innumerable cantidad de casos, que los mercados con baja competencia, y más claramente en los monopolizados, el bienestar social (medida por los precios de los productos, los costos de producirlos, y la oferta de ellos) siempre es menor que en mercados con más participantes.

Por lo anterior, el propósito de la política económica tendría que ser propiciar mercados competitivos, lo que es muy difícil de conseguir con reguladores debilitados y poco transparentes; además sin inversión y competencia otros problemas estructurales como la pobreza serán más difíciles de resolver.

Finalmente, desaparecer estos organismos sentaría un peligroso antecedente para que otros institutos también sean blanco de iniciativas de este tipo, lo que ciertamente pondría en riesgo la estabilidad macroeconómica de México, como el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), responsable de generar información y datos oficiales, o inclusive el Banco de México, que tiene por mandato constitucional preservar el poder adquisitivo del peso.

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Es cierto que México nunca se graduó como país de primer mundo, y efectivamente siempre se han presentado serios inconvenientes económicos, pero tener órganos autónomos ha sido un paso en la dirección correcta, y desaparecerlos convertiría a la de México, en una economía cangrejo: que camina hacia atrás.

Las consecuencias y costos de no tener órganos autónomos en materias específicas y con responsabilidades bien definidas, son a largo plazo, y recuperar la confianza de los inversionistas, y restaurar a los mercados afectados podría tomar años, incluso más de los que ha tomado crear dichos institutos.

Este texto no busca ser alarmista, sino que pretende incitar a la reflexión sobre el resultado de una medida que dañaría profundamente la solidez institucional de México, lo que retrasaría más la recuperación y el despegue de la economía mexicana.

Nota del editor: Ángel Huerta es analista económico de Grupo Financiero Bx+. Es economista y aprendiz de matemático. Le gustan los tacos, la música clásica, y las discusiones académicas sobre crecimiento económico y desarrollo social. Tuitea, luego existe en @aiihmonzalvo . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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