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El futuro de los antiguos espacios de trabajo

El presente nos está demostrando que es posible un escenario de home office con incrementos de productividad, opina Eduardo Durazo Watanabe.
mié 10 marzo 2021 07:00 AM

(Expansión) - La pandemia vino a redefinir el mundo de los negocios, desde cómo nos comunicamos, hasta dónde y cuánto trabajamos. El significado de la palabra "trabajo" ha tomado un rumbo nuevo como consecuencia del COVID-19.

Se estima que alrededor del 60% de todos los trabajos en la economía mexicana pueden realizarse remotamente, y varios centros de trabajo se vieron obligados a probar esta hipótesis cuando enviaron a sus empleados a trabajar a sus casas por las reglas de distanciamiento social.

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Acudir a un espacio de trabajo para elaborar documentos, interactuar con colegas o atender clientes pasó de ser algo cotidiano a un recuerdo lejano.

Si bien todos esperamos superar lo antes posible los estragos causados por el distanciamiento social, hay prácticas que llegaron para quedarse: está comprobado que el trabajo a distancia puede funcionar eficaz y eficientemente.

Un ejemplo de esto son las reuniones. La videoconferencia se ha convertido en una opción más económica al evitar los viajes en avión sólo para una junta de trabajo o para los empleados al ahorrarse el traslado a su oficina.

Incluso la autoridad ha considerado regular esta dinámica al reformar el artículo 311 de la Ley Federal del Trabajo en materia de Teletrabajo, cuyas disposiciones aplican para que las personas desarrollen más del 40% del tiempo sus actividades laborales en casa. Éstas y otras circunstancias nos llevan a las siguientes preguntas: ¿necesitamos una oficina para trabajar?, ¿seguirá siendo rentable el alquiler de espacios para oficinas?, y finalmente, ¿qué implica migrar a una modalidad de trabajo 100% a distancia?

Claro que la modalidad de trabajo remoto presenta una serie de ventajas tanto para la empresa como para el empleado. Ambos ahorran en ciertos gastos -insumos, cafetería y renta; traslados, tiempo y comida-, y ambos adoptan nuevas formas de trabajar, desde sistemas de comunicación mediante apps hasta el cambio del atuendo de oficina por uno más orientado a la comodidad -como la ropa deportiva-.

Ahora, tanto empleados como empresas se enfrentan a nuevos (o no tan nuevos) problemas. La falta de control sobre la productividad o el seguimiento de proyectos es el dolor de cabeza más fuerte para las firmas, y las jornadas extendidas debido a la improductividad por la falta de autodisciplina llevan al empleado a borrar la línea que separa la vida personal y laboral. Estos son los retos de la organización post-pandemia.

Sin embargo, abandonar las oficinas tiene repercusiones no sólo en el sector de bienes y raíces, sino en la economía en general. Dejar las oficinas por el trabajo en casa impacta también en los sectores aledaños que satisfacían necesidades de trabajadores in-situ: alimentos, transporte, estacionamientos, restaurantes, limpiadurías, boleros, entretenimiento después de las horas de oficina, y otros tantos que diseñaron su negocio alrededor de centros de trabajo.

Sin duda el futuro de los antiguos espacios de trabajo tendrá que reinventarse. Esperar a que finalice la pandemia y suponer el regreso de la normalidad económica previa es una apuesta arriesgada, por lo que ahora más que nunca los tiempos de crisis son oportunidades para innovar.

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Las habilidades laborales más valoradas por los reclutadores tras la pandemia

Las oficinas post-pandemia tendrán que ofrecer más que el costo de oportunidad de ahorrar la renta, los traslados, los estacionamientos y la comida fuera de casa. Si no ofrecen alguna ventaja innovadora, la transformación a espacios de trabajo en los hogares, cafeterías, parques o restaurantes seguirán siendo la alternativa para todos quienes han migrado a esquemas de teletrabajo.

Mientras se sofistican las herramientas de gestión y seguimiento de proyectos, y las firmas se adaptan a un cambio de cultura organizacional basado en resultados, la liberación de recursos que antes se canalizaron hacia espacios con ladrillos y ventanas, ahora se están redireccionando a la capacitación del capital humano y la integración de la productividad en plataformas digitales.

Si bien es difícil adelantar el panorama de la nueva normalidad, no suena descabellado un futuro sin oficinas. El presente nos está demostrando que es posible un escenario de home office con incrementos de productividad. Sin embargo, nuestra naturaleza humana como seres sociales nos exige esos momentos del café eventual con el colega, o la reunión para discutir lluvias de ideas.

Aun así, queda en nuestras manos la reinvención del trabajo con lo mejor de ambos mundos, el presencial y el remoto. Hemos descubierto que hay vida laboral más allá del cubículo.

Nota del editor: Eduardo Durazo Watanabe labora en el Centro de Estudios Vitivinícolas de Baja California, CETYS Universidad. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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