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La Inteligencia Artificial, ¿dónde colocarse?

Aplica establecer que en el combate a las mentes que usan la IA para hacernos víctimas de sus fines, debemos recurrir al mismo tipo de tecnología para contrarrestarlas, señala Javier Murillo Acuña.
jue 17 junio 2021 05:00 AM

(Expansión) - Es una batalla de buenos contra malos. La visión maniquea para explicar fenómenos sociales casi nunca es conveniente. Pero me atrevo a hacer aquí un parangón, puesto que estamos ante una lucha entre el lado oscuro y el lado luminoso (otorgándonos licencia para recurrir a la jerga de Star Wars, de Lucas).

Por un lado, desde hace ya muchos años, expertos en informática trabajan para intereses poco claros en el desarrollo de Inteligencia Artificial (IA), destinada a influir en los usuarios de internet. Son muchos los productos, cada día más sofisticados, que nos atacan con desinformación para diferentes fines. Y son muchas las malas intenciones de robots, que se dedican a distintas misiones que van desde conseguir la venta de productos de manera poco ética, pasando por simulación de noticias que pegan en nuestro morbo para engancharnos y acceder a sitios que sembrarán malware en nuestros dispositivos, hasta llegar a campañas para ejercer presión sobre la decisión electoral, lo que manipula la vida democrática de una nación.

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Es evidente: los ataques de desinformación son una constante en procesos electorales como en el que estamos aún envueltos en México. Lo que vivimos se ilustra en un video del grupo de los Supercívicos que demuestra cómo un partido político reclutó influencers para repetir un discurso falso, con lugares comunes idénticos.

En verdad, es un material sin desperdicio que descubre la fabricación de estos mensajes, posteriormente multiplicados por estrategas. Paralelamente, otro influencer, de nombre Facundo, acusó que años antes a él le ofrecieron dos millones de pesos por una causa similar, lo cual rechazó al considerarlo ilegal, lanzándose en contra de los ridiculizados en el otro video.

El partido en cuestión alcanzará un récord personal histórico de escaños en la Cámara Baja, no muy lejos del medio centenar. Esto significaría que el plan desinformativo, basado en la convicción falsificada de esos personajes, en verdad con mucha influencia, funcionó, sin duda. Sin embargo, esto es sólo un ejemplo de lo que acontece cotidianamente en todo el mundo y en diversos sectores.

Pero también está el otro lado. En México tenemos el dicho de que "para que la cuña apriete, debe ser del mismo palo". Por ello, aplica establecer que en el combate a las mentes que usan la IA para hacernos víctimas de sus fines, debemos recurrir al mismo tipo de tecnología para contrarrestarlas.

Justamente para ello ahora sabemos de RIO, o el Reconocimiento de Operaciones de Influencia. Hace casi un lustro, el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) lanzó este software para detectar de forma automática narrativas de desinformación en línea. En 2017, con esta herramienta, se lograron identificar cuentas de este tipo, previo, justamente, a las elecciones nacionales en Francia, y con una eficiencia del 96%.

Ese producto del MIT no sólo ayuda a reconocer las falsedades. También descubre a los individuos y organizaciones que están detrás de esa desinformación en la red; el nivel del impacto de sus campañas, así como la transformación y amplificación de sus mensajes, lo cual es particularmente útil, puesto que ayuda a detectarlos, pero también a neutralizarlos.

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Asimismo, poco a poco aparecen otros recursos similares; por ejemplo, Amazon Mechanical Turk (AMT), cuyo objetivo es identificar información errónea para notas recientes y heurísticas específicas ("atajos" para tomar decisiones), a fin de procesar información y considerar su veracidad.

Es importante tener presente que, aunque la desinformación atenta contra el derecho constitucional a la información veraz, no existe un delito tipificado en el Código Penal mexicano que condene la difusión de lo contrario, mientras que no se demuestre que es instrumento para cometer un delito.

Por tanto, no pocos han llamado a actualizar el marco legal ante este fenómeno y aumentar el rigor; pero no es sencillo demostrar una narrativa desinformativa, ya que existe una delgada línea entre la desinformación y el derecho a la libertad de expresión o de opinión, también protegido constitucionalmente.

No obstante, en un mundo donde se entremezclan constantemente hechos y opiniones, es vital desarrollar y promover mecanismos que filtren o reduzcan la cantidad de información falsa que circula por los medios sociales, desde la legislación y también con el apoyo de la tecnología.

No es un tema privativo de México, por lo que el debate se mantiene desde diferentes trincheras. En España, recientemente, el académico Ramón Salaverría asistió ante la Comisión Mixta de Seguridad Nacional y presentó un conjunto de ideas sobre la desinformación, la polarización política y las plataformas digitales que están haciendo negocio con ella, a fin de que sean consideradas para delinear una legislación al respecto.

Las herramientas contra la desinformación basadas en la IA avanzan, y se espera que pronto esa tecnología esté al alcance de gobiernos y empresas, para prevenirlos de los engaños en que, le apuesto, amable lector, todos hemos caído.

Nota del editor: Javier Murillo Acuña es fundador y presidente de Metrics. Científico de datos, experto en tecnologías de la información aplicadas a la transformación de modelos de negocio digitales. Actualmente trabaja en el desarrollo de algoritmos de prospectiva y medición de valor de marca para empresas globales. Síguelo en LinkedIn y/o escríbele a javier@metrics.digital. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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