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Tres años de AMLO. Hoy (no) voy a cambiar

Las directrices en materia fiscal se han logrado mantener pese a los relevos en la SHCP y a la crisis de 2020, apunta Alejandro Saldaña.
mar 30 noviembre 2021 10:00 AM
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La configuración del gasto difícilmente puede considerarse positiva, pues no contribuye significativamente a la productividad y el crecimiento económico en los próximos años, apunta Alejandro Saldaña.

(Expansión) - No se puede dejar de lado que esta administración ha cumplido su compromiso con la estabilidad en el manejo de las finanzas públicas. Aunque es válido cuestionarse si esta disciplina fiscal fue excesiva, ya que el Gobierno Federal pudo haber incurrido en un nivel de endeudamiento ligeramente mayor y contar con los recursos para apoyar a aquellas personas y negocios que fueron más afectadas por la crisis pandémica, también produjo consecuencias positivas.

Esta política ha sido reconocida por las principales agencias calificadoras. Como muestra, las tres grandes agencias, Fitch (“BBB-”), Moody’s (“Baa1”) y S&P (“BBB”), mantienen la evaluación de la deuda del soberano dentro del Grado de inversión, lo que permite que el acceso a mercados de capital sea, en términos relativos, amplio y a costos razonables.

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Otro punto que vale la pena abordar en materia fiscal, es la estructura del gasto. Se le ha dado prioridad al gasto social y poco peso al gasto de inversión, salvo unas cuantas obras “insignia” y cuya rentabilidad económica y social no se ha justificado a cabalidad.

Esta configuración del gasto difícilmente puede considerarse positiva, pues no contribuye significativamente a la productividad y el crecimiento económico en los próximos años.

Estas directrices en materia fiscal se han logrado mantener pese a los relevos en la SHCP y a la crisis de 2020, por lo que no hay razones suficientes para hacernos creer que en la segunda parte del sexenio pudiera haber alguna divergencia importante.

Para pasar al siguiente tema, me gustaría antes poner en contexto la situación privilegiada en la que México hoy está posicionado en relación al potencial para atraer nuevas inversiones en los próximos años. La pandemia exhibió las vulnerabilidades de los modelos de producción “just in time”, por lo que se espera que tenga lugar un importante reacomodo geográfico de la industria mundial, buscando acercar los eslabones de la cadena de producción a los centros de consumo.

En el caso de Norteamérica, esto quiere decir que algunos proveedores de la industria que hoy están ubicados en regiones remotas, como Asia, buscarán relocalizarse en México, buscando además cumplir con las nuevas reglas de origen del T-MEC (condiciones para que un bien se pueda comercializar sin aranceles en la región).

Ahora, para que el país pueda aprovechar todo ese potencial que menciono arriba, es necesario que existan condiciones de confianza, seguridad y respeto a la propiedad privada. Desafortunadamente, la cancelación de proyectos, como el del NAIM, el desconocimiento de contratos y el creciente intervencionismo del Estado en sectores clave, como el energético, han ido erosionando la confianza en el país, aunado al problema de seguridad física y procuración de justicia, que sigue siendo un problema mayor.

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Lo anterior ha opacado algunos acercamientos del Gobierno Federal con la iniciativa privada para promover proyectos de infraestructura de forma conjunta.

Hacia adelante, el hecho de que recientemente se promovió una iniciativa para el sector eléctrico que busca limitar la participación de los privados, hace pensar que es muy poco probable que la administración en curso decida dar un giro de 180º en los siguientes tres años, y que repentinamente decida optar por políticas que favorezcan la apertura y la competitividad en más mercados.

Al menos, esto no sucedería de forma voluntaria pues hay que recordar que, de seguir así, el Gobierno de México corre el riesgo de incumplir varios acuerdos comerciales y, por lo tanto, enfrentarse a demandas de sus socios.

Nota del editor: Alejandro J. Saldaña Brito, Economista en Jefe de Grupo Financiero B×+. “Soy un creyente de que el éxito y la dignidad, tanto en el ámbito personal como en el profesional se logran en el día a día. La disciplina es esencial para cumplir el punto anterior, pero eso no quiere decir que debamos de relegar a un segundo plano los placeres de esta vida (¡muy corta para los que somos ambiciosos!): la convivencia con la familia y los amigos, el deporte, los viajes, la comida, la música y el arte... y algún mezcal, siempre con medida”. Síguelo en Twitter como @ASaldanaEcon y en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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