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Los excéntricos son personas raras, felices y sanas

Los excéntricos son creativos, inconformistas y con sentido del humor, libres de convencionalismos y reglas sociales
jue 11 febrero 2010 06:57 PM
un hombre haciendo bizco
SXC- loquito un hombre haciendo bizco

La frontera entre el loco, el raro y el extravagante ha sido siempre difícil de definir. De hecho, la ciencia no había puesto demasiado empeño en buscar las diferencias o similitudes, hasta que David Weeks, un neuropsicólogo del Hospital Real de Edimburgo (Reino Unido), tomó cartas en el asunto.

En su afán por conocer más sobre la originalidad del pensamiento, cómo se produce y qué perfil respondía realmente a los excéntricos, Weeks entrevistó a más de mil personas durante 10 años y sus conclusiones no dejaron lugar a dudas. Encontró 15 adjetivos que se pueden usar para estas personas: inconformes sociales, creativos desmesurados, conscientes de sus rarezas sin sufrir por ello, idealistas y, además, más sanos y felices que el común de los mortales.

Y claro, no están locos. Saben lo que quieren, se obsesionan por conseguirlo y no temen la crítica social ni los convencionalismos.

De carne y hueso

Todo esto aparece publicado en el libro que Weeks firmó junto a Jamie James en 1995: "Eccentrics: A Study of Sanity and Strangeness".

Un hallazgo curioso fue que estas personas son menos consumistas que el promedio de la población general. Además, observó que menos de 30 individuos de los más de mil que entrevistó eran alcohólicos o adictos a drogas. Y son reconocibles desde la infancia. Desde los 8 años ya se perciben como inconformistas y hay mucha coincidencia entre niños excéntricos y superdotados.

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En concreto, Weeks se aventuró a establecer una estadística: "Excéntricos de tiempo completo se cuentan uno entre 10 mil".

Junto a casos de famosos como Isaac Newton, Albert Einstein, Michael Jackson, o el Príncipe Carlos de Inglaterra, el investigador Weeks describe en su libro casos de carne y hueso, anónimos con extravagancias resaltables. Como Marvin Staples, un indio Chippewa de Minnesota que camina hacia atrás porque "esto le hace sentir más joven y lo ha curado de un dolor crónico de espalda y de artritis".

El equipo del Hospital Real de Edimburgo estableció que los artistas y los científicos, adictos a la creatividad, son los perfiles humanos donde se concentra la mayoría de excéntricos. Los científicos, repletos de inventores, se entregan a ideas tanto brillantes como absurdas. Y aunque no todos los artistas ni todos los científicos son excéntricos, se les tolera mucho más la extravagancia; forma parte de su idiosincrasia y de la creatividad fuera de lo normal que desarrollan como un don.

La clave de la felicidad

Después de terminar su investigación, Weeks se planteó si realmente acatar la norma era sinónimo de felicidad. Sobre todo, porque estos individuos le demostraron que sus rarezas redundaban en seres más felices y sanos.

¿Lo son porque eligen ser distintos a pesar de los convencionalismos sociales? ¿Es la libertad y el uso de la misma la que redunda en una vida más plena? Sin duda alguna, piensa Weeks, al igual que Alfonso Chávez, psicoterapeuta y psicoanalista de la Sociedad Psicoanalítica de México.

No obstante, Chávez asegura que la excentricidad se reprime en muchas ocasiones y cuando esto ocurre, hay más frustración. Weeks reconoce que no es fácil, pues implica separarse de las convenciones y eso genera gran presión social. "Si se es singular y único, la gente se ríe de uno, lo cual hace que el excéntrico se inhiba más y más", añade.

Él mismo ha desarrollado lo que ha bautizado como terapia de pensamiento excéntrico. Su idea es que la gente recupere su yo excéntrico reprimido. Quiere reeducar su sentido del humor y hacerlos conscientes de las bondades de su creatividad y curiosidad. Su objetivo, cuenta él mismo, es que "se interesen por su pensamiento y sean coherentes con él, sin temor", y así, sostiene el investigador, serán más felices.

"Si los excéntricos no dan rienda suelta a su impulso creativo, pueden deprimirse. Es una privación de la mente y el espíritu, más fuerte que la pobreza", escribe Weeks. Y concluye: "Los hábitos impulsados por la cultura popular han generado tanto aburrimiento e ineficacia, que haríamos bien si pudiéramos cambiar la codicia material por la curiosidad interior de los excéntricos".

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