El futuro de México con una población envejecida
Uno de los fenómenos de este comienzo de siglo es el envejecimiento global de la población. Esto se debe básicamente a la caída de las tasas de natalidad y en el aumento en la expectativa de vida.
Este envejecimiento general provocará tensiones en los sistemas de protección social, el mercado laboral y otros ámbitos por el desbalance entre la cantidad de personas que realizarán aportes al Estado y aquéllos que deberán ser protegidos por cobertura social. Estas tensiones influirán en las políticas de gobierno, en la economía y sobre todo en las personas que deberán adaptarse a un nuevo modo de vida, así como el sistema y los mercados tendrán que adaptarse a las características de sus nuevos usuarios.
Los grandes desafíos para los gobiernos son cómo mantener y expandir las pensiones o transformar los sistemas de salud para adaptarse a las nuevas demandas.
México no es la excepción a la regla del envejecimiento global . En este momento, cerca del 7% de su población es mayor de 65 años. Es aún un país joven. Se considera que un país está envejecido cuando tiene más de 10% de su población mayor de 65 años. Esto hace que México, como el resto de América Latina, tenga su “bono demográfico” para enfrentar este fenómeno.
Según la proyección de Naciones Unidas, para el año 2025 México llegará al 17% aproximadamente de su población con más de 65 años, un aumento dramático . Hablamos de un periodo menor a 20 años para un país de más de 100 millones de habitantes.
Más allá de esto, México va por el buen camino. La tarea del
Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) se va consolidando a través de sus prestaciones y el grado de cobertura que ofrece. En 2008 la creación del Instituto de Geriatría, institución que viene a darle el respaldo académico y científico al área del envejecimiento, evidencia que en la agenda política el envejecer de los mexicanos y mexicanas está presente.
Sin embargo aún quedan muchas cosas por hacer. Las mujeres solas, los grupos de mayores que pertenecen a grupos indígenas y sobre todo aquéllos que no están cubiertos por ningún tipo de cobertura social, representan asignaturas pendientes que deben ser consideradas si lo que se busca es la equidad, cobertura universal y fundamentalmente garantizar los derechos de las personas mayores. Aun hoy, son muchas los adultos mayores que viven en la indefensión y en altos grados de vulnerabilidad social.
Las ideas pueden ser muy valiosas, pero sin decisión política no llegarán nunca a implementarse. Hay otros signos alentadores, aunque aún en escrutinio, sobre su resultado, por ejemplo: El proceso regulatorio de una porción de pensiones estatales con la idea de un “reparto” hacia aquellas pensiones menos privilegiadas; el aumento de congresos, cursos de capacitación y ofertas académicas como las Licenciaturas en Gerontología, nunca antes vista en el país, y que aun no se sabe a cuantos beneficiaran directa o indirectamente.
Queda por resolver cómo hacer para que los muchos trabajadores que hoy están fuera del sistema de aportes puedan cumplir con sus obligaciones previsionales que en definitiva le darán sustentabilidad a las políticas públicas de protección social.
Nadie habla de un camino libre de escollos, pero lo que hoy se está viendo en torno al futuro del envejecimiento en México, no puede ser menospreciado. Sólo el tiempo dirá si se podrán generar cambios que vengan a traer beneficio para las personas, pero no se puede ni debe negarse que México está pensando en la salud y condiciones de vida de sus próximas generaciones, y esto sin dudas es ir por la buena senda.