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¿Hablar de política en el trabajo? Mejor déjalo para la casa

Expertos concuerdan en que las discusiones sobre opiniones políticas generalmente sólo provocan problemas entre jefes y colaboradores
mar 24 abril 2012 12:47 PM
quejas oficina mujeres archivo
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Parecía un comentario inofensivo, o al menos eso pensó Mario Almonte en ese momento.

Era el año 1992, y Bill Clinton acababa de aparecer en un show de televisión interpretando Heartbreak Hotel en saxofón. Almonte pensaba que era divertido. Su supervisor, por el contrario, consideraba que “degradaba el cargo del presidente de Estados Unidos”, recuerda Almonte.

Almonte ofreció su opinión a su supervisor y le dijo que “se relajara”. Resultó ser una mala elección de palabras.

“De inmediato se enojó y comenzó a discutir conmigo, y durante casi media hora, seguimos discutiendo sobre el tema hasta que finalmente ambos nos alejamos disgustados”, dijo Almonte, un especialista en Relaciones Públicas en Nueva York que no estaba asociado con el programa o la campaña de Clinton.

“Durante las próximas semanas, cada vez que me hablaba, hacia un comentario sobre mi opinión, y yo necesitaba toda mi fuerza de voluntad para evitar morder el anzuelo”.

Los comentarios se calmaron con el tiempo, pero el daño ya estaba hecho, dijo Almonte. Gracias a ello aprendió una lección: nunca hablar de política en el lugar de trabajo.

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“La mayoría de la gente está tan apasionadamente comprometida con sus puntos de vista que ninguna discusión termina nunca de manera civilizada, nadie gana, y nada se obtiene de ella más que una pelea a gritos”, dijo.

Puede parecer sentido común, pero con la temporada de elecciones primarias republicanas en pleno apogeo, el discurso político tiende a inundar el lugar de trabajo. Entre las masas, existe la posibilidad de que un discurso político pueda funcionar alrededor del garrafón del agua si conoces a tu audiencia, dicen los expertos en Recursos Humanos y Etiqueta.

“No asumas que otras personas creen en lo que tú crees”, dice la experta en Etiqueta Anna Post del Instituto Emily Post. “Tú no eliges con quién trabajas, por lo que es realmente importante que esa relación sea buena”.

En otras palabras, es una apuesta arriesgada. Si no puedes mantener la discusión civilizada, o no estás seguro de que la otra persona pueda hacerlo, guarda tus opiniones para ti , concuerdan los expertos.

“A medida que nos acercamos a las elecciones y la retórica se vuelve aún más candente, es incluso más recomendable dejar tus opiniones políticas en casa”, dice Dean Debnam, presidente ejecutivo de Workplace Options, una firma de beneficios de capacitación en el lugar de trabajo.

“Necesitas crear un ambiente que se sienta cómodo y productivo en todos los sentidos para los empleados si quieres obtener lo mejor de ellos”.

La mayoría de las empresas no suelen tener una política formal acerca de la discusión de temas políticos. Pero existen políticas que regulan en contra de un ambiente laboral hostil, dice Debnam, una demócrata de Carolina del Norte que también dirige una organización de sondeo de votos.

“Desde el punto de vista de la administración, existe una necesidad de ser conscientes de no crear un ambiente hostil, y eso incluye ser intolerantes hacia las expresiones directas de creencias sobre política u otro tema”.

Algunas empresas atraen a empleados con una ideología política determinada, pero eso usualmente desaparece al entrar por la puerta, dijo.

“Si vas a aceptar un trabajo con la Iglesia católica, sabes lo que ellos apoyan”, dice. “Pero llegar a algo que se supone que es neutral y luego sentirte presionado para tomar una postura determinada que no quieres, eso no está bien”.

Si estás muriendo por discutir el debate de anoche, evita el lenguaje crítico y enfócate en los hechos en lugar de los sentimientos, dice Post.

“Debes mantener esto tan indiscutible como sea posible”, dijo Post. “También debes estar dispuesto a tragarte la última palabra, ser capaz de dar la razón y estar dispuesto a retirarte antes de que (la discusión) se intensifique”.

Ahora, como gerente en otra empresa, Almonte, el especialista en Relaciones Públicas asentado en Nueva York, prefiere evitar el tema de la política.

“Yo no me involucro, y lo desaliento”, dijo. “Con la política y los deportes, parece que casi nunca existe un término medio que se pueda alcanzar. Y eso no es bueno para los negocios”.

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