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Un controvertido estudio sobre tartamudez asegura mejoras rápidas

Los investigadores garantizan resultados favorables en una semana, pero otros expertos dicen que el tratamiento debe prolongarse
lun 08 octubre 2012 10:56 AM
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Tan solo una semana de terapia de lenguaje intensa puede reducir el tartamudeo y producir cambios en el habla, lo que indica una reorganización en áreas del cerebro asociadas con este trastorno, según un nuevo estudio chino que utilizó imágenes cerebrales.

Sin embargo, la Fundación de Tartamudeo estadounidense advirtió que no existe una solución rápida contra el tartamudeo.

“Es importante que el público entienda que sugerir que solo una semana de terapia puede reorganizar el cerebro es incorrecto”, advirtió Jane Fraser, presidenta de la fundación.

“… Una semana de terapia puede lograr que haya cambios, pero la clave es la constancia, y para nosotros no tendrá ningún valor a menos que podamos ver resultados tres meses después (...) Lo que es emocionante es que el público se está enterando que cuando trabajas en ello, con terapia, realmente ocurren cambios en el cerebro”.

El pequeño estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad Normal de Beijing, en la República Popular de China, incluyó a 15 personas que padecían tartamudeo de desarrollo persistente, quienes recibieron un tratamiento intensivo, y a 26 sujetos que no recibieron tratamiento alguno. El estudio se publicó en el diario Neurology .

Durante la terapia intensiva, se les pidió a los participantes que repitieran palabras de dos sílabas que se les decían, para después leer en voz alta palabras que se les mostraban. La terapia intensiva de una semana de duración consistía en tres sesiones por día, y también se les pidió que practicaran los nuevos patrones del habla por su cuenta.

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Entre los otros 26 participantes, se incluían 13 personas con tartamudeo y 13 sujetos de control que no padecían esta condición y a quienes no se les dio ningún tipo de tratamiento.

Las imágenes cerebrales de todos los participantes se tomaron antes que empezara el estudio, y una semana después de que los 15 sujetos habían sido sometidos a la terapia intensiva. La imagen de resonancia magnética (MRI por sus siglas en inglés) midió el grosor de la corteza cerebral, una zona del cerebro que se sabe juega un papel importante en el lenguaje. El escáner también midió la interacción entre las áreas del cerebro mientras los sujetos se encontraban en reposo, también llamado estado de reposo de la conectividad funcional.

La gente con tartamudez presentó altos niveles de interacciones dentro del cerebelo en comparación con los sujetos del grupo de control. También presentaban reducción en el espesor y fuerza de las interacciones dentro de un área llamada pars opercularis, de la cual se sabe que es importante para el habla y el lenguaje.

La terapia intensiva provocó que los estados de reposo del cerebro en el cerebelo de los tartamudos tuvieran los mismos niveles de actividad que los sujetos en el grupo de control que no tartamudean, pero la terapia no cambió la actividad dentro del área del pars opercularis.

“Estos resultados muestran que el cerebro puede reorganizarse a sí mismo con ayuda de la terapia, y que los cambios en el cerebelo son el resultado del cerebro compensando por tartamudear”, escribió Chunming Lu en un comunicado y añadió: “También proveen la evidencia que la estructura de la zona pars opercularis del cerebro se ve afectada en las personas que padecen de tartamudez".

Para explicar la significancia del estudio el neurólogo pediátrico, el médico Jeffrey Buchhalter, miembro de la Academia Americana de Neurología de Estados Unidos, hizo hincapié en que “algunas veces el tartamudeo aún es considerado totalmente un padecimiento psicológico. Al igual que otros trastornos que puede presentar el sistema nervioso, puede verse exacerbado por el estrés, pero no se trata de un problema psicológico o psiquiátrico”.

Buchhalter dijo que otro descubrimiento significativo del estudio es que demuestra el éxito de utilizar biomarcadores médicos en forma de imágenes médicas. “Lo genial de este estudio es que muestra que existe una prueba que puede ser utilizada para monitorear la intervención. Esto es importante ya que uno puede demostrar no solamente que funciona, sino que puede puede comprobarse con el tiempo”.

Este estudio necesita ser replicado en estudios futuros con una población más grande, y tanto Buchhalter como Fraser señalaron la importancia de tener estudios más prolongados que muestren si los efectos de la terapia intensiva permanecen. Fraser enfatizó la importancia de tomar una terapia de forma continua, diciendo que aquellos que tienen más éxito eliminando su tartamudez es gracias a que trabajan en ella constantemente .

Ambos expertos apoyan el sentimiento de que los hallazgos logrados gracias al estudio deberían motivar a los investigadores y a aquellos que trabajan contra la tartamudez al mostrarles que se pueden lograr resultados bastante rápido y pueden verse realmente en el cerebro. La clave es mantener esos cambios y así evitar que regrese el tartamudeo.

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