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Las aguas del Ártico ¿tienen la clave del futuro de los antibióticos?

Un equipo de investigadores trabaja en encontrar bacterias nuevas para la fabricación de los antibióticos del futuro
vie 16 enero 2015 01:18 PM
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Es una tarde a bordo del Helmer Hanssen, y el sol ártico ya comienza a ponerse. Cerca de la parte trasera del barco, dos personas vestidas con trajes naranja para la lluvia esperan ansiosamente. En cualquier minuto, las líneas del barco se tensarán, y una bolsa de malla verde estará de regreso en la cubierta.

Cuando llegue ese momento, se escuchará un suspiro de alivio mientras la tripulación vacía la bolsa en la cubierta. Dando un paso adelante están Jeannette Anderson, una bióloga celular, y Robert Johansen, un biólogo marino. El montón de tierra, esponjas de mar y estrellas de mar del fondo del océano son por lo que vinieron. 

Arriba del Círculo Ártico en el fiordo Lyngen en el norte de Noruega, los investigadores en el Helmer Hanssen buscan la siguiente generación de antibióticos. En estos organismos del mar, esperan, hay bacterias nuevas para convertirse en esos medicamentos.

"Si nadie encuentra antibióticos nuevos para infecciones comunes, lo que ocurrirá es que regresaremos a la era antes de los antibióticos donde una simple cortada podía convertirse en una infección mortal”, dijo Marcel Jaspars.

Jaspars es el fundador del proyecto PharmaSea , una iniciativa financiada por la UE para reunir grupos de investigación en todo el mundo en búsqueda de antibióticos nuevos. La Organización Mundial de la Salud dice que la resistencia antibiótica es una crisis de salud creciente en todo el mundo, llamándola “una amenaza cada vez más grave para la salud pública mundial que necesita acciones en todos los sectores del gobierno y la sociedad”.

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No es efectivo en costos para las empresas farmacéuticas buscar antibióticos nuevos. En promedio, a una empresa farmacéutica le cuesta más de 2,000 millones de dólares llevar un nuevo medicamento al mercado. En el caso de los antibióticos, el medicamento solo se toma durante un periodo corto, y eventualmente podría desarrollar resistencia. Es por eso que el enfoque a gran escala se alejó de la investigación en antibióticos en los últimos 30 años. Mientras tanto, las bacterias evolucionaron, se adaptaron y se volvieron resistentes a muchos antibióticos actuales.

“Lo que alguna vez fueron tratamientos comunes ya no son tratables con antibióticos estándar”, dijo Jaspars.

La clave es encontrar química nueva. Las bacterias no pueden ser resistentes a un medicamento si nunca han visto algo así. Los ambientes extremos ofrecen nuevos lugares para observar.

"En el pasado, las bacterias y hongos fueron las fuentes principales de antibióticos nuevos”, explicó Jaspars. “De hecho, aproximadamente el 70% de nuestros antibióticos todavía vienen de la naturaleza, normalmente de muestras de sedimentos y muestras de suelo de la tierra. Pero ahora, al observar en el océano, esperamos encontrar nuevas formas de vida que nos den química nueva que podría tratar infecciones bacterianas”.

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Esa es exactamente la razón por la que Anderson y Johansen están a bordo del Helmer Hanssen. Son parte del equipo PharmaSea de Jaspars, e identificaron las aguas heladas del ártico noruego como un caldo de cultivo potencial de bacterias nuevas. En este ambiente extremo, los organismos del mar fueron forzados a adaptarse con el paso del tiempo.

"Tienen que ajustarse a temperaturas muy diferentes en comparación con otras partes del mundo”, dijo Anderson. “Creemos que desde que vivimos en un ambiente extremo, desarrollaron algunas estrategias extremas para sobrevivir”.

Anderson y Johansen llevan a sus amigos al fondo del mar directo a un laboratorio mojado en el barco. Es crítico comenzar a probar lo más pronto posible, asegurando la frescura de los organismos. Johansen corta la estrella de mar, mientras que Anderson crea soluciones en una placa de Petri. En algunas semanas, las bacterias crecerán en las placas, y, con suerte, exhibirán propiedades antibacterianas. Es un proceso largo y tedioso, sin tiempo que perder. A menudo toma más de una década que se aprueben medicamentos nuevos.

“Es una carrera en contra del tiempo”, dijo Anderson. “Creo que tenemos que acelerar el proceso de intentar encontrar antibióticos nuevos. En este momento, muchos antibióticos allá afuera funcionan en la misma forma”.

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Los primeros resultados son prometedores. Varios compuestos probados en Noruega y en el laboratorio de Jaspars en Escocia muestran las primeras señales de propiedades antibacterianas. Un buen comienzo, con mucho por hacer, pero Jaspars sabe que el legado esperanzador del proyecto PharmaSea y otros como este en todo el mundo, es erradicar el problema de la resistencia antibiótica. ¿Quién sabe dónde se encontrará la próxima penicilina? Quizá, será en el ártico noruego helado.

“Siempre es emocionante cuando llegas a la etapa donde eres la primera persona en ver una bacteria”, dijo Jaspers, “o la primera persona en identificar la estructura de una nueva molécula que tiene el potencial en ese momento, de ser un tratamiento para una enfermedad difícil”.

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