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Obama y Google, una historia de amor

El presidente ha incorporado a varios ejecutivos de Google como consejeros de tecnología y economía; pero los reguladores gubernamentales investigan al gigante de Internet, ¿terminará esto el romance?
mar 27 octubre 2009 06:02 AM
Google es criticado por legisladores y empresarios debido a su extenso acceso a la información de los usuarios. (Foto: AP)
google2-ap.jpg (Foto: AP)

Nadie puede acusar al presidente Obama de estar intimando con los corporativos estadounidenses.

Desde sus acusaciones contra Wall Street por su codicia, hasta sus críticas de los fabricantes de autos, Obama y su equipo han hecho muy poco por disfrazar la desconfianza que tienen en los grandes negocios (excepto cuando se trata de una compañía tecnológica muy grande e influyente).

Obama parece tener cierto cariño por Google, el gigante de publicidad en línea de 22,000 millones de dólares anuales. Los ejecutivos de Google, liderados por el director ejecutivo Eric Schmidt, y por sus cofundadores Sergey Brin y Larry Page, son bastante inteligentes y están muy confiados (al igual que el presidente mismo), y a pesar del poder de crecimiento de su compañía, se describen como defensores del consumidor.

"Compartimos la creencia en el cambio del mundo de abajo para arriba, no de arriba para abajo", dijo Obama a los empleados de Google en una visita hecha a las oficinas centrales de Mountain View, California, en 2007.

Ciertamente, dos de los principios económicos de Obama (el apoyo a los ingenieros estadounidenses y la expansión de los servicios de Internet en áreas pobres y rurales) surgieron gracias a una visita a las oficinas centrales de Google en 2004, un encuentro que Obama menciona en su libro, "La audacia de la esperanza".

Los gestores y empleados de Google fueron de los principales apoyos del candidato Obama, pues donaron cerca de 803,000 dólares para su campaña presidencial, según el sitio OpenSecrets.org . Entre los empleados corporativos, sólo Goldman Sachs y Microsoft dieron más.

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El director ejecutivo, Schmidt, apoyó activamente al candidato y fungió como consejero económico informal durante la campaña, y después de que Obama fuera electo, Schmidt y otros ejecutivos de Google aportaron 25,000 dólares cada uno para financiar la celebración inaugural.

Dado que la compañía y la administración son tan similares en forma de pensar, no es ninguna sorpresa que los ejecutivos de Google se hayan visto tomando responsabilidades en la administración de Obama.

Aún así, el nuevo acceso de Google en Washington ha tomado fuerza por dos razones: Obama y su equipo se enorgullecen de haber mantenido cierta distancia de los corporativos. Antes de que el presidente tomara el cargo, él prometió cerrar la "puerta giratoria" de los ejecutivos industriales que querían regular a sus ex compañeros corporativos.

Mientras tanto, a Google le gusta representar su participación en Washington como un recurso casi académico que está por encima del político. Los políticos y sus equipos "se ofenden por el hecho de que no siempre actuamos de la misma forma que actúan otras compañías", dijo Bob Boorstin, ex escritor de discursos de la Casa Blanca durante la administración de Clinton que ahora trabaja en asuntos de expresión de la libertad en las oficinas de Google en Washington. "Ofrecemos experiencia tecnológica... Es una compañía formada por un comité de expertos, o un comité de expertos convertidos en compañía".

O Google es muy ingenuo sobre la forma en la que Washington trabaja, o piensa que todos los demás son ingenuos.

Aún así, ni los aprendizajes anticorporativos de Obama, ni la cultura anti "políticas comunes" de Google los han frenado para colaborar. Schmidt forma parte del grupo de asesores del Consejo de Ciencia y Tecnología de Obama. Los empleados de Google fungieron como asesores del equipo de transición de Obama (en una ocasión, Sonal Shah, ejecutivo de Google, guió una junta, lo que sorprendió a más de un asistente), y un puñado de ex empleados de Google se han unido a la administración asumiendo distintos papeles.

El más mencionado ha sido el caso del ex director de políticas públicas globales de Google, Andrew McLaughlin, quien fue nombrado asistente en jefe de la oficina de tecnología en junio. Su nombramiento fue una sorpresa para varios (anteriormente, McLaughlin tuvo logros encabezando las políticas de Google). Ahora está en una posición en la que podrá moldear las políticas que conciernen a los rivales de Google. El vocero de la Casa Blanca, Nick Shapiro, dice que dicho nombramiento coincide con el espíritu de los estándares éticos que Obama ha impuesto en la administración.

La relación de Google con la Casa Blanca podría haber pasado inadvertida (después de todo, los puestos son de un nivel relativamente bajo, a diferencia de los miembros de los niveles de gabinete de las administraciones anteriores) de no haber sido por el alza de las acciones. Se fundó hace sólo 11 años, y Google ya se ha mostrado como una de las fuerzas más innovadoras e influyentes de los negocios globales, y parece estar dominando todo un rango de tecnologías. 

Sigue siendo una empresa que ayuda a los consumidores a encontrar información en la Web (y obtiene el 97% de sus ingresos gracias a la publicidad que se paga para tener acceso a los consumidores). Aún así, Google está entrando velozmente a otro tipo de operaciones nuevas y diversas que van desde las telecomunicaciones y los libros digitales hasta la distribución prima de contenido de video. Su tecnología es casi omnipresente: sus servidores están reuniendo, almacenando, desechando y distribuyendo información a los consumidores constantemente.

La expansión de Google tiene el potencial de acelerar su ya impresionante crecimiento. El año pasado, sus ingresos aumentaron 31%, y sorprendentemente ha expandido su participación en el mercado de búsquedas en línea estadounidense hacia un dominante 65%. El precio de sus acciones es de alrededor de 550 dólares, y recientemente se levantó gracias a sus ganancias récord durante el tercer trimestre .

Pero las ambiciones de Google son dolorosas para los grandes competidores tecnológicos, mediáticos y comunicativos, y los halcones de la privacidad comienzan a temer por el poder de crecimiento del mercado de la compañía y por su tesoro informativo al estilo Big Brother, el cual podría ser cuestionado de varias formas. Los enemigos de Google, que incluyen a los reguladores veteranos como AT&T, no se han mostrado tímidos al codearse con sus amigos en Washington.

Entonces, la compañía que alguna vez fue virtualmente invisible en Washington, ahora va de la mano con los reguladores y legisladores. Su discutido esfuerzo por digitalizar libros ha levantado una investigación por parte de la división antimonopolios del Departamento de Justicia por sus planes de crear una librería electrónica global y sus implicaciones como terreno monopólico .

Asimismo, la Comisión Federal de Comercio, preocupada por asuntos de privacidad, ha comenzado las revisiones del comportamiento publicitario (publicidad basada en tu comportamiento activo en línea), y algunos legisladores quieren legislar la publicidad por Internet. Se avecina una batalla sobre la regulación de Internet, y Google favorece una política que prohíba a los proveedores de telecomunicaciones y operadores de cable interferir con contenido sobre esas redes, lo que enfrenta al gigante de tecnología contra las poderosas armas de compañías como Comcast y Verizon.

Seguramente las batallas pondrán a prueba la relación con Obama mientras los políticos intentan monitorear, disciplinar y regular a la compañía. Para Google, la pregunta no es si su relación con Obama lo ayudará a protegerse de investigaciones y nuevas reglas, aunque muy probablemente no será así: hay que considerar que el propio seleccionado por Obama lucha en una cruzada antimonopolio.

El reto de Google en Washington es intentar mantener su imagen a favor del consumidor mientras lucha en batallas potencialmente hostiles con reguladores, legisladores y miembros del mundo corporativo que tienen mayor experiencia en D.C.

"Google sigue atrapado en su unicidad que lo identifica", dijo Rob Atkinson, asesor tecnológico del equipo de transición de Obama quien también preside la Fundación de Innovación y Tecnología de la Información, un instituto de investigación en Washington. "La elegancia se pierde cuando empiezan a actuar como una compañía. Google es una compañía y tiene intereses de una compañía, y de eso se trata Washington".

Hasta hace algunos años Google no tenía prácticamente presencia en Washington. Sólo tenía un ejecutivo en D.C. trabajando en políticas públicas. En 2008, la compañía estrenó oficinas con opciones de crecimiento, pero con sus televisores gigantes y sus colores brillantes, parecía más Silicon Valley que K Street. Ahora tiene un equipo de cerca de 20 personas, incluyendo al equipo del ex republicano Spencer Bachus, quien fue contratado para mejorar las relaciones con el GOP (El gran partido). La ayuda de los altos ámbitos de las telecomunicaciones fue provista por el senador Byron Dorgan.

Aún así, la compañía mantiene público que es antes que nada un recurso de asuntos tecnológicos en Washington, que apoya en materia de tecnología a los legisladores a y las agencias que intentan aprender más sobre la descarga de aplicaciones en línea y otros servicios Web.

"Creo que es la forma de tener éxito aquí a largo plazo, es la forma de mantenerse concentrados en el panorama entero y es lo que es bueno para los consumidores", dijo Alan Davidson, encargado de políticas públicas en D.C.  

Google intenta mantener su estatus de experto tecnológico para convertirlo en acceso que de verdaderos rendimientos financieros. En septiembre, en un evento en el Centro de Investigación Ames de la NASA en Mountain View, Vivek Kundra, jefe federal de información (quien supervisa el gasto tecnológico del gobierno), anunció un nuevo sitio que permite a las agencias gubernamentales comprar aplicaciones de Internet (conocido como computación nube), en vez de instalar el software en sus computadoras.

Los ejecutivos de Microsoft y Salesforce.com estaban ahí, junto con Sergey Brin, quien llegó tarde al evento, según el New York Times. Después de que se dieran a conocer los planes, Google dijo que lanzaría un negocio de un centro de información "nube gubernamental" especialmente diseñado para las agencias gubernamentales. Sus esfuerzos por vender su software nube no ha tenido mucha tracción, pero "el gobierno estadounidense es probablemente la empresa más grande que conozco", dijo Brin. 

Las huellas de Google pueden verse en un nuevo informe sobre el futuro del Internet y de la información, comisionado por la Fundación Knight y el Instituto Aspen. Este informe solicita mejores desarrollos y "políticas de acceso público". El presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones, Julios Genachowski, junto con el director de tecnología de la administración, Aneesh Chopra, apoyaron el informe diciendo que establecería las bases de las políticas Web de Obama. ¿Quién fue el copresidente de la comisión que escribió el informe? La vicepresidenta de Google, Marissa Mayer. 

Obama y sus reguladores tecnológicos, incluyendo a Genachowski, han apoyado desde siempre una de las prioridades de políticas de Google: la codificación de las reglas de la "neutralidad de la Web" que prohíba a los proveedores de redes como AT&T y Verizon, así como a los operadores de cable, tener tráfico prioritario y contenido en sus redes.

A Google le gustaría que los legisladores o los reguladores aseguraran que Comcast no puede decidir aparecer mayor contenido que el de la compañía de contenidos de video como Hulu.com, por ejemplo, que YouTube, porque Hulu les paga más. Google y sus partidiarios dicen que luchan por los derechos de los consumidores para tener acceso a cualquier contenido que quieran en la Web sin miedo a que una compañía telefónica decida a qué velocidad lo proporciona.

Quienes se oponen dicen que la neutralidad de la red podría prevenir un retroceso con una aplicación que haga más lento el servicio; las compañías telefónicas también dirán que estas redes son privadas y que gastan miles de millones de dólares en mantenerlas, y que si no pueden encontrar la forma de hacerlas rentables, dejarán de invertir. 

Google se ha ganado el aplauso de los consumidores proveyendo gran utilidad a los usuarios de la red, gratis. Su motor de búsqueda, el que la mayoría de los estadounidenses usan, está subsidiado por la publicidad, así como sus servicios de correo, su sitio de videos y otras aplicaciones. "¿Por qué se enojan, si es tan generoso?", preguntó burlonamente Ben Edelman, profesor asistente en la Facultad de Negocios de Harvard y consultor del rival de Google, Microsoft: "es brillante". 

De hecho, algunos grupos de consumidores y reguladores comienzan a dudar de la aparentemente benévola compañía tecnológica. A finales del año pasado, el Departamento de Justicia de la administración de Bush advirtió a Google que levantaría una demanda por monopolio si intentaban crear una alianza con Yahoo, alegando que el acuerdo sería malo para los consumidores. Google y Yahoo se alejaron del trato .

Ahora, se espera que la jefa antimonopolio de Obama, Christine Varney, sea aún más dura: varios meses después de su nombramiento, dijo que Google podría ser sujeto a un escrutinio antimonopolio, à la Microsoft.

"Google está en posición de elegir a los ganadores en casi cualquier mercado con base en la Web", dijo el abogado antimonopolio Gary Reback, quien forma parte de la acción contra Google Book Search. Agregó que "lo puede hacer con cualquiera incluso sabiéndolo".

Mapquest, al igual que Fortune, es propiedad de una unidad de Time Warner, una compañía que compite y coopera con Google desde varios frentes. Mapquest fue herido por la colocación preferencial del propio servicio de mapas de Google. Reback dijo que "la única protección que tiene un negocio Web es la competencia en el mercado de búsquedas".

Google está de acuerdo, y dice que sus competidores en búsquedas siempre están "a un clic de distancia". Pero muchas veces no hay rivales emergentes en línea. Hay que considerar los esfuerzos de Google por crear una biblioteca digital mundial. Varney analiza el plan, aunque la compañía ya ha discutido los términos de la librería con los publicistas. Tal vez una vez dentro del escrutinio antimonopolio, varios autores y universidades temerán por el control monopólico de todos los libros del mundo, y de la enorme cantidad de información sobre los lectores que esto podría generar.

"Google sabrá que páginas leen y con qué frecuencia", dijo Cindy Cohn, directora legal de Electronic Frontier Foundation, que representaba autores en negociaciones con Google. "Google lanzó una política que promete la protección de nuestra privacidad, pero no tiene compromisos específicos... es muy impreciso".

Los motores de búsqueda de Google regularmente amasan una gran cantidad de información de los ciudadanos estadounidenses. Si usan Gmail para informar a un amigo sobre sus próximas vacaciones, tal vez les sorprenda (para bien o para mal) ver publicidad de vacaciones en su pantalla. Si usan Google maps para ubicar la casa de algún amigo en Tennessee, tal vez les aparezcan imágenes de restaurantes en la misma zona. Google responde a las preocupaciones de privacidad alegando que no se trata de espionaje humano, sino un software de escaneo automático (similar al filtro de un virus) que proporciona publicidad relevante y aleatoria a los usuarios.   

La naturaleza orwelliana del poder de Google (su principal ventaja de negocios) está comenzando a asustar a algunos. "Tus hábitos de búsqueda son lo más cercano que hay a la lectura de la mente", dijo Christopher Calabrese, consejero del Sindicato de Libertades Civiles de Estados Unidos, quien teme el alcance que pueda tener la mano del Gobierno sobre Google para obligarlo a compartir sus registros de búsqueda y otra información.

Bajo leyes federales, el gobierno y la aplicación de la ley pueden emplear una garantía para obligar a Google a entregar mensajes enviados a menos de 181 días; cualquier mensaje más antiguo requiere otra solicitud, y nadie sabe cada cuánto se solicita el contenido de Google. "Están reuniendo mucha información, y no está lo suficientemente protegida por la ley actual", dijo Calabrese.

Rick Boucher, demócrata de Virginia, reflexiona sobre las legislaciones que podrían regular la publicidad en línea. La Comisión Federal de Comercio también está revisando las prácticas de comportamiento publicitario de Google y de otros en esta industria.

Cuando los legisladores, oponentes o periodistas comienzan a preguntar sobre los motivos de Google en Washington o en el mercado (algo que ocurre con mayor frecuencia), los ejecutivos de Google casi siempre señalan que las preguntas son cínicas (los ejecutivos de Google pocas veces se ponen a la defensiva).

Eric Schmidt recientemente sugirió a un grupo de reporteros que la cultura de Google era la fortaleza que evitaba que se vieran involucrados en comportamientos poco competitivos. "Si entramos a una habitación con luz macabra y anunciamos nuestra estrategia macabra, nos destruirían", dijo. "Hay una relación de confianza fundamental entre Google y sus usuarios". Compartió comentarios similares, según Wired, con el predecesor de Varney en el Departamento de Justicia, quien aparentemente entendió que la justificación legal de Schmidt para el trato de Yahoo! y Google era la "confianza".

Algunos grupos políticos simplemente no confían en Google. Un grupo a favor de la vida llamado Live Action puso en circulación una petición contra Google para retirar videos de YouTube, incluyendo uno de una joven intentando hacer una cita para un aborto. "No comentarán específicamente qué video fue retirado", dice David Schmidt, vocero del grupo.

Google señaló que más de 30 videos de Live Action están en YouTube y que cada minuto se agregan 20 horas de contenido, y que se realizan miles de juicios al día con base en los lineamientos de su comunidad.

No hay forma de saber si Google trata de forma distinta a los grupos de izquierda, aunque los ejecutivos de Google apoyan el hecho de que Obama sólo pueda solicitar el escrutinio, así como el tremendo control que la compañía tiene sobre cualquier cosa que pueda ser vista en línea.

Si Google encabeza los resultados de búsquedas, hacemos clic ahí. "No vamos a (ni deberíamos) intentar detener a quienes escriben tonterías", dijo Jonathan Rosenberg, vicepresidente en Google, en uno de los blogs de la compañía a principios de este año, "pero podemos alejarlos un poco de la zona principal".

Eso es mucho poder para una compañía, y la gente en Washington comienza a darse cuenta. Con las batallas regulatorias avecinándose, el romance entre Google y Obama, como la mayoría de los romances, parece que no durará por siempre.

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